Volver al universo de The Walking Dead siempre genera emoción. Más aún cuando se trata de uno de sus personajes más queridos: Daryl Dixon (Norman Reedus). Sin embargo, la tercera temporada de su spin-off empieza con un paso en falso que los fans ya habían sufrido antes: introducir a un personaje con potencial… solo para eliminarlo antes de que pueda brillar (AVISO DE SPOILERS).
Daryl y Carol, juntos de nuevo
El estreno de la tercera temporada nos regala lo que muchos soñaban desde hace años: Daryl y Carol (Melissa McBride) compartiendo la pantalla, solos, sin interferencias. Sus diálogos mordaces y su complicidad son puro oro para los seguidores de la saga. El episodio arranca con ambos emergiendo del Eurotunel, el paso ferroviario que conecta Francia e Inglaterra, y pisando por primera vez un Londres desolado y cubierto por la vegetación.
El ambiente recuerda a los mejores momentos de la franquicia: silencios inquietantes, ruinas imponentes y la promesa de que algo va a torcerse en cualquier instante.
La entrada de Julian: una chispa de frescura
En medio de ese paisaje postapocalíptico aparece Julian (Stephen Merchant). Su sola presencia da un aire distinto a la serie: irónico, excéntrico, con esa mezcla de humor británico y vulnerabilidad que lo hace irresistible. Julian sobrevive en soledad desde hace años, convencido de ser el último habitante de la capital. Su historia es trágica: atrapado en Londres cuando cerraron el túnel para frenar la infección, perdió a toda su gente y aprendió a valerse por sí mismo.
En apenas unos minutos de metraje, Merchant consigue que nos importe. Julian no es solo un loco simpático que llama “squids” a los caminantes; es un superviviente con miedo a fallar, consciente de que su ingenio puede no ser suficiente para salvar a los demás.
Una muerte prematura e innecesaria
Y justo cuando el público empezaba a conectar con él… boom, la serie repite el error. Julian acepta guiar a Daryl y Carol en un viaje por mar hacia América. Pero durante la travesía, un temporal lo hiere gravemente y termina muriendo antes de tocar tierra.
La escena de su entierro acuático pretende ser emotiva, pero carece de peso. El espectador apenas lo conoció durante veinte minutos. ¿Cómo llorar a alguien que apenas tuvo espacio para desarrollarse? La sensación es clara: lo usaron como herramienta narrativa para enseñar a los protagonistas a manejar un barco, y nada más.
El déjà vu de un error conocido
No es la primera vez que la franquicia comete este fallo. En The Walking Dead: The Ones Who Live, el grupo viajero que acompañaba a Michonne (Danai Gurira) desaparecía de golpe, desperdiciando horas de potencial narrativo. La fórmula de “nuevo país, nuevo reparto desechable” empieza a sentirse repetitiva y frustrante.
El universo Walking Dead siempre se ha caracterizado por crear secundarios memorables —Glenn, Hershel, Sasha, incluso Negan— que enriquecen las tramas. Sin ese equilibrio, ni siquiera la química de Daryl y Carol puede sostener todo el peso del relato.
Stephen Merchant, un lujo desperdiciado
El fichaje de Stephen Merchant parecía una jugada maestra. El actor y guionista británico, conocido por su humor afilado y su capacidad dramática, encajaba a la perfección en este mundo devastado. Su Julian equilibraba la seriedad de Daryl y Carol, obligándolos a hablar más y mostrando una faceta distinta de ambos.
La ironía británica, sus explicaciones delirantes y la calidez escondida tras su fachada cómica convertían a Julian en un personaje con futuro. Con él, Londres dejaba de ser un escenario vacío para transformarse en un lugar con voz propia.
Pero AMC decidió tirarlo por la borda, literalmente. Un lujo desperdiciado que deja la sensación de oportunidad perdida.
Lo que pudo haber sido
Imaginemos lo contrario: Julian sobreviviendo, acompañando a Daryl y Carol en su travesía. Habría aportado dinamismo, nuevos conflictos y un contrapunto cultural perfecto en la tensión entre Estados Unidos y Europa. Un trío protagónico con personalidades tan distintas habría abierto puertas narrativas infinitas.
En lugar de eso, el guion opta por repetir la jugada fácil: eliminar al secundario y devolver el foco exclusivo a la pareja central.
¿Hacia dónde va Daryl Dixon?
La relación entre Daryl y Carol es el corazón de esta temporada, y nadie lo discute. Su viaje hacia América promete desafíos, reencuentros y quizá el cierre emocional que muchos llevan esperando desde la serie original.
Sin embargo, la decisión de sacrificar a Julian plantea una duda incómoda: ¿seguirá la serie apostando por un carrusel de secundarios desechables? ¿O aprenderá a construir un reparto sólido que acompañe a los veteranos?
Lo que está claro es que The Walking Dead: Daryl Dixon sigue siendo capaz de emocionar, pero también de frustrar. Porque los fans no solo quieren ver a Daryl matando caminantes: quieren historias que les hagan sentir que este mundo sigue vivo, lleno de personajes que valen la pena.
La tercera temporada de Daryl Dixon ha comenzado con fuerza visual y con la dupla más querida de todo el universo zombie. Pero también repitió un error que la franquicia arrastra desde hace años: desperdiciar personajes con potencial. La muerte de Julian es la metáfora perfecta de ese fallo: un barco que podía llevarnos a un lugar nuevo… hundido antes de zarpar.
Si AMC quiere que esta aventura llegue a buen puerto, deberá apostar por algo más que nostalgia. Daryl y Carol son el ancla emocional, pero necesitan un mundo alrededor que se sienta vivo, impredecible y, sobre todo, lleno de personajes que importen.
