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La nueva reedición de Watchmen es una locura: papel retro, entrevistas ocultas y toneladas de material extra

La obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons regresa con una edición que recupera las grapas originales, extras inéditos y todo el espíritu salvaje que cambió el cómic para siempre.
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Watchmen vuelve a las librerías… y no viene solo. Panini se ha sacado de la manga una edición que es puro fanservice bien entendido, de esas que te hacen abrir la cartera casi por inercia. Y ya que el reloj del Juicio Final vuelve a marcar minutos para la medianoche, es el momento perfecto para actualizar qué supone hoy este cómic y por qué esta reedición es una excusa perfecta para releerlo (o estrenarse por todo lo alto).

La nueva edición de Watchmen de Panini: así da gusto “recaer”

Bajo el sello Archivos DC: Watchmen, Panini publica en España una edición en tapa blanda, encuadernado en rústica con solapas, que recopila las doce entregas originales de la serie, recopiladas en un único tomo de 512 páginas.

Lo interesante no es solo tener el clásico en un volumen cómodo, sino cómo lo presentan: las grapas originales se reproducen en un papel similar al de entonces, respetando ese look ochentero que sienta tan bien a la obra. Nada de acabado aséptico, sino esa textura que huele a tebeo de estantería de videoclub.

Además, no se han limitado a encuadernar las doce grapas y ya. Esta edición incluye un buen saco de extras: entrevistas de la época, material de los autores y un recorrido entre bambalinas por el proceso de creación de la obra, aprovechando contenido de Absolute Watchmen y Watchmen Companion. Es decir, no solo lees Watchmen, también ves cómo se construyó el monstruo.

Si ya lo tienes en otras ediciones, esta es la típica reedición que te susurra “una más, no pasa nada”. Y si no lo tienes, sinceramente, es difícil imaginar una puerta de entrada más completa.

archivos dc comics watchmen de alan moore y dave gibbons

Alan Moore, Dave Gibbons y el cómic que lo cambió todo

Recordatorio rápido para despistados: Watchmen es un cómic escrito por Alan Moore, el mismo genio responsable de From Hell o V de Vendetta, y dibujado por Dave Gibbons, que venía de trabajos como Martha Washington junto a Frank Miller o sus incursiones en el universo DC con Batman y compañía.

La serie se publicó originalmente en DC Comics entre 1986 y 1987 como una maxiserie de 12 números. Enseguida se reeditó en tomo y ayudó a popularizar eso que hoy llamamos “novela gráfica”, cuando todavía sonaba a término pedante de librería gafapasta.

El impacto fue brutal: en 1988, Watchmen se convirtió en la primera novela gráfica en ganar un Premio Hugo, uno de los galardones más prestigiosos de la ciencia ficción y la fantasía. Y años después, la revista Time la coló en su lista de “100 mejores novelas en inglés desde 1923”, compartiendo espacio con literatura “seria” que jamás ha visto un bocadillo de diálogo en su vida.

Resumiendo: no estamos ante “otro cómic de superhéroes”, sino ante la obra que entró en la fiesta del género, apagó la música y preguntó muy serio: “¿Estáis seguros de que estos tíos en mallas son buena idea?”.

Un mundo al borde del colapso… y unos héroes que no lo arreglan

Moore y Gibbons nos llevan a un 1985 alternativo donde Richard Nixon sigue siendo presidente, Estados Unidos ganó Vietnam gracias a la intervención del Dr. Manhattan y los vigilantes enmascarados han sido prohibidos.

En medio de este clima de tensión nuclear, arranca la historia con el asesinato de El Comediante, un antiguo miembro del grupo de héroes conocidos como los Watchmen. El encargado de investigar el caso es Rorschach, un vigilante paranoico con un código moral tan rígido como su máscara manchada de tinta.

A partir de ahí, Watchmen despliega una narración en capas: flashbacks, recortes de prensa, capítulos del libro ficticio Bajo la máscara (las memorias del primer Búho Nocturno), informes, cartas… Es como si Moore te dijera: “¿Quieres un simple cómic de hostias? Pues toma literatura postmoderna disfrazada de tebeo”.

Lo fascinante es que casi ninguno de estos personajes es “bueno” en el sentido clásico. El Comediante es un nihilista violento; Rorschach ve al mundo entero como basura moral; Ozymandias se cree tan listo que juega a ser dios; y Dan y Laurie, Búho Nocturno y Espectro de Seda, arrastran crisis personales, sexuales y existenciales como quien arrastra la capa por el barro.

Y luego está Dr. Manhattan, el hombre convertido en dios azul que ve el tiempo como un todo y, precisamente por eso, se va desconectando de la humanidad. Es la metáfora perfecta del poder absoluto: cuanto más control tienes sobre la realidad, menos te importa la gente que vive en ella.

Un cómic que se disfruta dos veces: la primera lectura… y todas las demás

archivos dc comics watchmen de alan moore y dave gibbons

Una de las gracias de Watchmen es que funciona distinto cuando lo relees. La primera pasada te atrapa la trama de conspiraciones, asesinatos y guerra fría. Pero en las siguientes empiezas a ver el juego de relojería que montan Moore y Gibbons.

La obra está llena de simetrías, símbolos y pistas visuales: la carita sonriente manchada de sangre, el reloj del Juicio Final, patrones que se repiten en los fondos, diálogos que cambian de significado cuando ya sabes lo que viene. Cada capítulo tiene su propio ritmo y estructura interna, y algunos son auténticos experimentos formales.

El ejemplo clásico es el capítulo “Temor simétrico”, donde las páginas están construidas como un espejo: la primera viñeta rima con la última, la segunda con la penúltima, y así hasta el centro. Es la típica locura que no aprecias del todo la primera vez porque estás flipando con la historia… pero que convierte el cómic en un placer enfermizo para relectores.

Y por si fuera poco, dentro del cómic hay otro cómic, el relato pirata de “Relatos del Navío Negro”, que se va entrelazando con la trama principal y funciona como comentario metafórico sobre la culpa, el sacrificio y las decisiones imposibles. Si esto no es ponerse fino con el medio, ya me dirás qué lo es.

Alan Moore vs Hollywood: Watchmen en el cine

La relación de Alan Moore con Hollywood es, siendo suaves, un divorcio permanente. Con V de Vendetta ya pidió que quitaran su nombre de los créditos porque no soportaba el guion. Con Watchmen, directamente, decidió mirar hacia otro lado y hacer como que la película no existía.

El proyecto de adaptación estuvo años dando vueltas, con nombres tan locos como Terry Gilliam, Darren Aronofsky o Paul Greengrass ligados en distintos momentos. Al final, quien se llevó el gato al agua fue Zack Snyder, después de liarla parda con 300.

Su Watchmen es una película visual y narrativamente muy fiel al cómic en muchas escenas, casi calcando viñetas, aunque se permite cambiar algunos elementos clave del final. Tiene una fotografía espectacular, un uso de la violencia que no se corta un pelo y un Rorschach que, para muchos, se come la película cada vez que abre la boca.

¿Es perfecta? No. ¿Es la típica adaptación imposible que ha salido mucho mejor de lo que podía haber salido? Bastante. Pero, sinceramente, nada sustituye a leer el cómic, porque muchas de las capas de significado, el juego formal y el subtexto político y filosófico solo están realmente presentes en las páginas.

Por qué esta reedición de Panini merece sitio en tu estantería

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Volvemos al punto de partida: ¿por qué debería interesarte esta reedición en concreto si Watchmen lleva décadas disponible?Primero , porque reproduce las doce entregas originales con papel similar al de la época, lo que le da ese punto de experiencia histórica que otras ediciones más “bonitas” pero más frías no tienen.

Segundo, por los extras: entrevistas de los ochenta, materiales de proceso y textos que te permiten ver cómo pensaban Moore y Gibbons mientras desmontaban el concepto de superhéroe pieza a pieza. Es casi una masterclass de cómic dentro del propio cómic.

Y tercero, porque Watchmen sigue siendo hoy un espejo incómodo: habla de conspiraciones, medios de comunicación tóxicos, políticos aferrados al poder y amenazas globales que se usan para manipular a la población. Cambia “guerra fría” por “crisis climática” o “infoxicación en redes” y verás que no ha envejecido ni un día.

Si nunca lo has leído, esta edición es tu billete de primera clase. Si ya lo tienes en otra versión, esta es la típica compra “innecesaria” que luego agradeces cada vez que la abres y te pierdes en sus extras.

Porque, al final, la pregunta sigue siendo la misma de siempre: ¿Quién vigila a los vigilantes? Y, ya que estamos, ¿quién vigila tu estantería para que no se quede sin esta joya?

¿Qué opinas tú? ¿Es Watchmen el mejor cómic de superhéroes de la Historia o le discutirías el trono? Te leo en comentarios… y si te ha molado, ya sabes: acuérdate de seguirnos en Google News antes de que el reloj llegue a medianoche. ¿Te vas a hacer con esta reedición? Puedes pillarla ya en MilComics.

Archivos DC. Watchmen

NOTA CINEMASCOMICS

NOTA

El rompedor cómic con el que Alan Moore y Dave Gibbons deconstruyeron para siempre el arquetipo del superhéroe. Descubre un mundo cuya historia cambió radicalmente con la aparición de los vigilantes enmascarados. En los años ochenta, Estados Unidos ha emergido victorioso de Vietnam, Nixon continúa en el Despacho Oval y los superhéroes han sido ilegalizados. El misterioso asesinato de uno de ellos esconde una conspiración de proporciones globales. ¿Quién vigila a los vigilantes? Esta edición contiene las doce entregas originales de Watchmen, reproducidas en un papel similar al de entonces y acompañadas de innumerables extras, entre los que destacan entrevistas de la época y un recorrido entre bambalinas por el proceso de creación de la obra.

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Carlos Gallego Guzmán

Carlos Gallego Guzmán ISNI: 0000 0005 1791 9571 es fundador y director de Cinemascomics.com, medio líder en información de cine, series, cómics y cultura pop en español. Con más de una década de experiencia en el sector digital, ha desarrollado una línea editorial centrada en grandes franquicias como Marvel, DC, Star Wars, ciencia ficción y animación. Su trabajo ha sido referenciado por múltiples plataformas y bases de datos internacionales, consolidando su identidad digital a través de identificadores oficiales como Wikidata e IMDb.

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