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Fountain of Youth

Crítica de Fountain of Youth: el tesoro perdido de Guy Ritchie que nunca debió encontrarse

John Krasinski y Natalie Portman buscan la Fuente de la Juventud en esta fallida aventura dirigida por Guy Ritchie. Una promesa que se desmorona rápido.
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Una película de aventuras que quiere ser muchas cosas y no logra ser ninguna. Eso es Fountain of Youth, el último intento de Guy Ritchie por subirse al tren de los blockbusters de arqueología, mitos, reliquias ocultas y familiares disfuncionales. Y aunque sobre el papel suena prometedor —John Krasinski, Natalie Portman, Eiza González, Domhnall Gleeson y un viaje global en busca de la mítica Fuente de la Juventud—, el resultado es una cinta vacía, derivativa y frustrante, que se arrastra entre clichés y diálogos torpes sin encontrar nunca su propio tono.

Un Indiana Jones de segunda mano… con PowerPoint

La historia arranca con Luke Purdue (Krasinski), un buscador de tesoros reconvertido en ladrón de arte, que es reclutado por un millonario moribundo (Gleeson) para encontrar la Fuente de la Juventud. Las pistas están repartidas en la parte trasera de seis obras maestras ocultas por el mundo, desde Bangkok hasta El Cairo, pasando por museos y catacumbas como si estuviéramos en una partida de Assassin’s Creed. A regañadientes, Luke arrastra con él a su hermana Charlotte (Portman), una seria y escéptica curadora de museo, que se convierte en la voz del espectador… al menos hasta que la lógica abandona el guion.

El problema no es que la película quiera rendir homenaje a Indiana Jones, National Treasure o incluso El código Da Vinci —eso está más que asumido—, sino que lo hace sin alma ni novedad. Las escenas de acción parecen extraídas de un banco genérico de persecuciones, con peleas en mercados, trenes y ruinas sin verdadero impacto. Ritchie arranca la cinta con energía —una frenética huida en moto por las calles de Bangkok—, pero todo se agota pronto, como si la película ya estuviera cansada antes del segundo acto.

Un protagonista desubicado

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John Krasinski ha demostrado tener carisma como actor de comedia (The Office) y solvencia como director (Un lugar tranquilo), pero aquí está fuera de lugar. Luke Purdue no es ni encantador, ni divertido, ni lo suficientemente trágico como para generar empatía. Sus intentos de parecer un aventurero tipo Harrison Ford se quedan en miradas forzadas, frases huecas y una química inexistente con el resto del elenco. Cuando no está robando arte, está recitando frases de autoayuda o flirteando de forma incómoda con Esme (Eiza González), una agente que lo persigue en nombre de los protectores de la fuente… y que parece tener más presencia que desarrollo real.

Natalie Portman hace lo que puede como Charlotte, la hermana que desaprueba todo pero termina acompañando a su hermano en nombre de “la aventura”. A ella le tocan las escenas más expositivas, los conflictos emocionales (mal desarrollados) y uno que otro momento brillante de ironía. Su personaje es, en teoría, el ancla racional, pero el guion la traiciona una y otra vez con decisiones ilógicas y transiciones forzadas.

Gleeson, por su parte, es lo más cercano a un punto fuerte en la película. Su personaje pasa de ser un excéntrico moribundo a una figura más oscura, y al menos él parece disfrutarlo. Incluso así, se le obliga a protagonizar una escena de comedia en un restaurante que parece escrita por alguien que no ha conocido a un ser humano en su vida.

Una dirección perdida en su propio estilo

Guy Ritchie es un director con una firma visual reconocible. Su uso del montaje frenético, los diálogos entrecortados y los juegos visuales lo convirtieron en un autor con voz propia. Pero aquí, ese estilo está desubicado, sin motivación interna. La cámara lenta se usa sin razón, los flashbacks apenas explican nada y las secuencias que deberían deslumbrar se sienten recicladas. Cuando en Sherlock Holmes sus trucos tenían justificación narrativa, aquí parecen una obligación estética. Como si el director estuviera imitando su propio estilo sin convicción.

Además, el guion —escrito por James Vanderbilt— abusa del diálogo rebuscado. Los personajes hablan como si estuvieran improvisando sobre un guion de Wikipedia, y cada revelación o acertijo suena como un eco lejano de otras películas. Hay referencias a mitología, historia del arte y religión, pero sin pasión, sin entusiasmo real por el misterio o el conocimiento. A diferencia de Indiana Jones, donde el personaje brillaba cuando hablaba del Arca de la Alianza, aquí nadie parece verdaderamente interesado por la Fuente de la Juventud, ni por su simbolismo, ni por su leyenda.

Cuando la nostalgia no es suficiente

natalie portman en fontain of youth

Fountain of Youth no es solo una película derivativa. Es una película que depende por completo de referencias ajenas. Todo en ella remite a otra obra mejor, más divertida o más arriesgada. Incluso el nombre del padre de Luke y Charlotte —Harrison Perdue— es un guiño tan obvio a Harrison Ford que solo provoca vergüenza ajena. Y cuando el clímax llega, con su fuente digital que rejuvenece a los personajes con un filtro de inteligencia artificial, la película cruza la delgada línea entre homenaje y parodia involuntaria.

Hay momentos que funcionan. Una frase perdida aquí, un gesto simpático allá. Pero son momentos sueltos, incapaces de sostener una película entera. Incluso los elementos que deberían funcionar —como la dinámica entre hermanos o el dilema moral del villano— se sienten superficiales, atropellados o mal desarrollados.

Un despropósito con potencial desaprovechado

Fountain of Youth tenía todos los ingredientes para convertirse en un éxito: estrellas de renombre, una premisa atractiva, una fórmula conocida y un director con personalidad. Pero el resultado es una película tan insípida como desorganizada. No es lo suficientemente mala como para provocar furia, ni lo bastante buena como para recomendarla. Es simplemente irrelevante.

Quizá lo más frustrante es que bajo todo este caos hay una idea que podría haber funcionado. Una historia de hermanos marcados por el legado de su padre, una exploración de la obsesión con la inmortalidad, una crítica al culto a la juventud… Todo eso está ahí. Pero se ahoga en una dirección sin foco, un guion plano y un protagonista que no logra sostener el peso de la historia.

Y como la propia Fuente que da título a la película, Fountain of Youth nos promete mucho… pero no rejuvenece a nadie.

Fountain of Youth

NOTA CINEMASCOMICS

TOTAL

Dos hermanos distanciados se asocian en un gran golpe a escala global para encontrar la mitológica fuente de la eterna juventud. Tendrán que usar sus conocimientos de historia para seguir pistas en una aventura épica que cambiará sus vidas... y que puede que les otorgue la inmortalidad.

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carlos gallego guzmán

Carlos Gallego Guzmán

Carlos Gallego Guzmán ISNI: 0000 0005 1791 9571 es fundador y director de Cinemascomics.com, medio líder en información de cine, series, cómics y cultura pop en español. Con más de una década de experiencia en el sector digital, ha desarrollado una línea editorial centrada en grandes franquicias como Marvel, DC, Star Wars, ciencia ficción y animación. Su trabajo ha sido referenciado por múltiples plataformas y bases de datos internacionales, consolidando su identidad digital a través de identificadores oficiales como Wikidata e IMDb.

Ver comentarios (1) Ver comentarios (1)
  1. Yo Vi está película y me gustó, es un Blockbuster. Que hay mejores si, pero tampoco para que se diga que no es entretenida. Los críticos deberían ser directores de películas a ver qué tal les va a ellos, criticar crítica cualquiera

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