Resulta curioso, casi un episodio más de Black Mirror, que Charlie Brooker, el hombre que nos ha hecho sudar frío con historias sobre pantallas, algoritmos y futuros oscuros, ahora tema a la misma tecnología que inspiró muchas de sus tramas: la Inteligencia Artificial.
Durante el Festival de Televisión de Edimburgo, el guionista británico confesó que no puede evitar preocuparse por cómo los grandes estudios podrían usar la IA en los procesos creativos. Y su escenario suena inquietantemente plausible.
Como diría un episodio de Black Mirror: «El guion se convierte en un prompt»
Charlie Brooker explicó lo que puede suceder dentro de poco: «Eso me pareció plausible, porque básicamente el guion se convierte en un prompt. Eso me preocupa», dijo el escritor ante el público.
¿La idea? Que los estudios tomen el libreto de un guionista, lo metan en una IA, y esta genere un boceto animado de la película (lo que él llama un AI animatic). A partir de ahí, los ejecutivos podrían pedir cambios al guion… sin pasar por la visión original del creador. Una especie de futuro donde la creatividad humana queda reducida a darle forma inicial a algo que después «perfecciona» la máquina.
Black Mirror
¿Puede una máquina escribir como un humano?
El creador de Black Mirror matizó que no cree que la IA vaya a sustituir del todo a los guionistas: «Espero que todavía quede trabajo para mantener los teclados calientes con carne», ironizó Brooker.
Para él, el matiz humano, las emociones y la experiencia personal siguen siendo imposibles de reemplazar por un modelo entrenado con datos. Pero lo que sí teme es el uso corporativo de la IA: que sirva como excusa para reducir tiempos, recortar costes y poner en riesgo la autoría creativa.
Una serie que ya predijo este miedo
No deja de ser irónico que Black Mirror, la antología de ciencia ficción que Netflix lanzó al estrellato mundial, lleva más de una década explorando los excesos de la tecnología. Desde las redes sociales que miden tu valor personal, hasta realidades virtuales donde el amor parece eterno, Brooker siempre jugó a adelantarse a la conversación cultural sobre la tecnología.
Y ahora, en pleno 2025, se encuentra atrapado en la paradoja de ser víctima de aquello que él mismo anticipó.
Black Mirror
Los finales oscuros y la era de Netflix
Brooker también aprovechó su charla en Edimburgo para recordar la evolución de Black Mirror. Algunos seguidores le han confesado que prefieren la primera etapa británica, cuando cada episodio terminaba en tragedia.
«Cada episodio era sombrío y horrible, con un final terrible, y luego la serie pasó a Netflix. A veces la gente me dice: Me gustaba más cuando no había estadounidenses y todos tenían los dientes mal… y luego morían. ¿Puedes volver a hacer eso?»
Pero, lejos de repetir la fórmula, Brooker se arriesgó con capítulos distintos. El ejemplo más claro fue San Junipero: «Estaba experimentando y pensé: ¿Puedo escribir una historia optimista? Fue aterrador. Y se convirtió en uno de los episodios más populares que hemos hecho».
¿Qué es exactamente Black Mirror?
Para los despistados, Black Mirror es una serie antológica de ciencia ficción que imagina futuros cercanos donde la tecnología suele convertirse en una pesadilla. Cada episodio es independiente, con nuevos personajes, ambientaciones y dilemas éticos. Desde su estreno en 2011 en Reino Unido hasta su salto a Netflix en 2016, la producción se convirtió en un referente cultural que incluso se estudia en universidades.
La séptima temporada se estrenó en abril de 2025 y fue recibida como un regreso a las raíces de la serie, recuperando esa mezcla de sátira tecnológica y crítica social que la hizo única.
¿Habrá octava temporada?
Por ahora no hay confirmación oficial de una octava tanda de episodios. Y, mientras tanto, Brooker sigue reflexionando sobre el impacto de la IA, tanto dentro como fuera de la pantalla. Lo curioso es que Black Mirror parece más real que nunca: lo que antes era ciencia ficción, ahora es un tema de debate en festivales y redacciones de Hollywood.
Un futuro extraño nos aguarda
Charlie Brooker siempre quiso que su serie actuara como un espejo oscuro de la sociedad. Y ahora, ese espejo parece devolvérselo a él. Si hasta el creador de Black Mirror teme que una IA pueda condicionar su trabajo, quizá estemos más cerca de uno de sus episodios de lo que pensamos.
La pregunta es inevitable: ¿nos reímos de la ironía o nos preocupamos de que Hollywood realmente empiece a darle a «generar episodio» en lugar de contratar guionistas?
