En una época en la que muchas películas parecen más una reunión de viejos conocidos que una historia nueva, Christopher McQuarrie lanza una bomba: «El fan service es veneno». Así de contundente se mostró el director de Misión imposible: Sentencia final al hablar sobre uno de los males más comunes del cine de franquicias. Y no lo dijo ayer, ni como parte de una polémica promocional. Esta frase viene de una entrevista rescatada de 2023… Pero hoy suena más actual que nunca.
Con el estreno de la nueva entrega protagonizada por Tom Cruise a la vuelta de la esquina, 23 de mayo en cines, las palabras de Christopher McQuarrie han vuelto a escena.
¿Qué es eso del fan service (y por qué le molesta tanto)?
Vamos por partes. El término fan service se refiere a ese momento en una película en el que aparece un guiño, una escena, un personaje o un chiste que no aporta nada a la historia, pero está ahí «porque sí». ¿El objetivo? Sacar una sonrisa o una exclamación de reconocimiento, ya que hace referencia a eventos anteriores de la saga o franquicia. Pero para Christopher McQuarrie, esa búsqueda del aplauso fácil tiene un coste alto.
«Es como usar una especia muy fuerte: si te pasas, arruinas el plato», explicó el director en el podcast The Filmmakers Podcast. «Si viste las otras películas, perfecto. Pero no cuento con eso. Porque en cuanto te lanzo un guiño, te estoy pidiendo que salgas de esta historia para recordar otra. Y eso rompe el hilo».
Y lo explica con claridad meridiana: si el espectador entiende la referencia, se desconecta del presente para pensar en otra película. Y si no la entiende… Se siente fuera del juego. En ambos casos, el efecto es el mismo: una interrupción. Y si estás construyendo una historia que quiere atrapar al espectador durante tres horas, eso es un problema.
Tom Cruise en Mision Imposible
No es una cruzada personal de Christopher McQuarrie, es una elección de estilo
Lo interesante es que McQuarrie no niega la existencia del fan service. De hecho, reconoce que, si se usa bien, puede tener sentido. Pero insiste en que hay que aplicarlo con mesura, con inteligencia, y sobre todo, sin que afecte al ritmo del relato.
«Quiero que pienses en la película después de verla, no que estés haciendo conexiones mientras la ves», dijo.
Y aquí es donde entra Top Gun: Maverick, un ejemplo que conoce de primera mano porque coescribió el guion. A pesar de ser una secuela directa del clásico de 1986, la película se las arregla para contar una historia completa y autónoma. El espectador no necesita repasar el pasado para disfrutar el presente. Cada momento está diseñado para funcionar por sí solo. Y eso, según Christopher McQuarrie, fue clave para su éxito.
La paradoja de Misión imposible: Sentencia final
Lo más curioso y un poco irónico es que Misión imposible: Sentencia final está recibiendo algunas críticas precisamente por lo contrario: por incluir demasiadas referencias a las películas anteriores. Con una duración cercana a las tres horas, muchos apuntan que esta entrega actúa como cierre de ciclo y homenaje a la saga completa. Y eso la vuelve más «pesada» en términos de guion.
¿Está Christopher McQuarrie cayendo en lo mismo que critica? Es posible. Pero también cabe la posibilidad de que, como buen narrador, haya intentado equilibrar ambos mundos: dar coherencia al final de una etapa sin perder la frescura de cada escena. ¿Lo habrá conseguido? Pronto lo sabremos.
Marvel y la saturación de la nostalgia
El caso de Marvel es casi de manual. Durante más de una década, el estudio construyó un universo interconectado que parecía funcionar como un reloj. Pero en los últimos años, la fórmula empezó a dar señales de desgaste. El exceso de conexiones, referencias cruzadas y necesidad de haberlo visto todo convirtió muchas películas y series en una especie de tarea.
Incluso Kevin Feige, máximo responsable del UCM, ha reconocido recientemente que la «fatiga de superhéroes» tiene que ver con esa sensación de que ya no se va al cine a disfrutar, sino a «hacer los deberes». Justo lo que Christopher McQuarrie quiere evitar.
Misión cumplida… o casi
Misión imposible: Sentencia final se ha presentado ya en el Festival de Cannes, donde recibió una ovación de cinco minutos. ¿Es una despedida por todo lo alto? Puede que sí. La película ha costado más de 400 millones de dólares, una cifra que pone el listón muy alto para su rendimiento en taquilla.
Y si hablamos de espectáculo, nadie puede negar que Tom Cruise y compañía han tirado la casa por la ventana: helicópteros, secuencias submarinas, persecuciones imposibles… Todo lo que uno espera de una entrega de Misión Imposible, pero con un giro de guion que, si Christopher McQuarrie ha sido fiel a su estilo, nos mantendrá inmersos de principio a fin.
Misión Imposible 8
¿Y ahora qué?
Lo que está claro es que el debate sobre el fan service no ha terminado. De hecho, es más relevante que nunca. En un panorama saturado de secuelas, reboots, remakes y universos compartidos, la voz de alguien que apuesta por historias autónomas, sin necesidad de nostalgia constante, es refrescante.
Christopher McQuarrie no quiere que te emociones por un logo antiguo ni que celebres un cameo sorpresa. Quiere que te olvides del mundo durante dos o tres horas. Que te sumerjas. Que vivas la historia como si fuera la primera vez. Y en un mundo de pantallas, notificaciones y spoilers, eso… Ya es bastante.
