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Bruno Dumont el imperio

Bruno Dumont y su imperio cósmico: cuando el bien y el mal libran batalla en un pueblo del norte de Francia

Bruno Dumont mezcla ciencia ficción y sátira en L’Empire, ganadora del Oso de Plata. Una guerra divina filmada desde un pueblo del norte de Francia.
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Durante años, Bruno Dumont fue el gran hereje del cine francés. Un autor capaz de filmar lo divino desde lo cotidiano, de encontrar la trascendencia en el barro, en los rostros anónimos y en la fe más dudosa. Pero con L’Empire, su nueva película —ganadora del Oso de Plata en la Berlinale—, el director ha decidido mirar al cielo… y llenarlo de naves, demonios y pescadores.

Una combinación imposible, que solo Dumont podía convertir en un experimento tan audaz como hipnótico. En conversación con Cinemascomics.com, el cineasta explica que su objetivo era hacer coexistir lo ordinario y lo extraordinario, lo humano y lo divino”.

Bruno Dumont: Así nació el delirio celestial de L’Empire

Cuando se le pregunta de dónde surgió el proyecto, Dumont responde sin dudar: “Quería oponer dos mundos. El más común, el de un pescador anónimo, y el más alto, el de las fuerzas infernales y celestiales. Dos universos totalmente opuestos que conviven dentro de nosotros.”

La película parte de esa idea simple y monumental a la vez: la guerra entre el bien y el mal librada en la costa del norte de Francia, un territorio que el director conoce y ama. Allí, entre nubes, barcas y acantilados, sitúa un relato donde lo sagrado y lo profano se dan la mano. Somos dioses y hombres al mismo tiempo, afirma Dumont. “Y el cine puede representar esas dos dimensiones: nuestros ideales y nuestra realidad banal.”

Un choque de galaxias: el naturalismo y los superhéroes

L’Empire es también un encuentro entre géneros que parecían irreconciliables. El cineasta los define como la unión del naturalismo europeo y la ciencia ficción americana”. O, dicho de otro modo, un duelo respetuoso entre el autor de La humanidad y el universo de Star Wars.

Muchos espectadores han descrito la película como una “Star Wars de provincia”. Dumont sonríe ante la comparación: “El espectador lleva Star Wars en la cabeza. Es un modelo de cine. Pero L’Empire no se burla de eso; lo enfrenta con respeto. Es una batalla entre dos cinematografías, la americana y la europea, dos formas distintas de entender lo heroico.”

Así, el filme convierte lo épico en doméstico, y lo doméstico en épico. Las naves se alzan sobre los prados flamencos, los extraterrestres habitan cuerpos comunes y el destino del universo depende del gesto más humano: resistir la tentación del mal.

Naves góticas y almas en conflicto

el imperio

Una de las imágenes más impactantes del film son las naves espaciales, diseñadas con una estética casi medieval. Dumont explica que no buscó inspiración en la ciencia ficción, sino en la arquitectura sagrada: “Busqué en el mundo humano sus obras maestras. Las naves son como la Sainte-Chapelle o los castillos italianos: símbolos de elevación espiritual. Son medios de transporte, sí, pero hacia nuestro interior. La película viaja dentro del alma.”

Esa idea —que el viaje espacial es también un viaje interior— atraviesa toda su filmografía. Desde La vida de Jesús hasta Hadewijch, el director ha filmado siempre el conflicto entre lo material y lo trascendente. En L’Empire, ese combate adopta una forma visible, casi mítica, pero sin perder su raíz existencial: las guerras del alma convertidas en espectáculo visual.

Entre lo divino y lo vulgar: su Norte

El paisaje del norte de Francia no es solo un escenario, sino una firma autoral. Dumont lo describe como su “territorio espiritual”: “Los pintores flamencos representaban el más allá pintando Flandes. No salían de su tierra: filmaban colinas, campesinos, y ahí encontraban lo divino. Yo hago lo mismo. Represento lo sagrado a través de lo profano.”

Para el cineasta, no hace falta viajar al espacio para hablar del cosmos. Basta con mirar alrededor. “Si hubiera nacido en España —bromea—, filmaría en España. La verdad está a nuestros pies.”

Un reparto entre el cielo y la tierra

El elenco de L’Empire también encarna esa dualidad. Junto a Anamaria Vartolomei, Lyna Khoudri y Fabrice Luchini, Dumont vuelve a trabajar con actores no profesionales, esos rostros anónimos que dan a su cine un aire casi documental. “Los actores conocidos ya son héroes, casi superhéroes en la imaginación del público. Los no profesionales, en cambio, representan al hombre común. Necesitaba ambos para que el film respirara humanidad y mito a la vez.”

El resultado es un reparto que oscila entre la comicidad absurda y la solemnidad bíblica, donde lo celestial se confunde con lo grotesco y lo sublime con lo cotidiano.

La sátira como espejo del alma

el imperio de bruno dummont

Aunque L’Empire está llena de humor, Dumont lo utiliza como un arma filosófica. Su intención no es burlarse, sino reflejar el absurdo de nuestra condición. “Las guerras del bien y del mal ocurren dentro de cada uno. Son batallas diarias, incluso cuando te afeitas por la mañana”, dice riendo. “No hay nada extraordinario en eso. Es lo más común del mundo.”

Esa mezcla de misticismo y sarcasmo convierte la película en una experiencia única: una comedia cósmica sobre la fragilidad humana, filmada con el rigor de un tratado teológico y la ligereza de una farsa.

Del barro al infinito

Desde su ópera prima La vida de Jesús hasta France o su díptico sobre Juana de Arco, Dumont ha transitado el drama, la sátira y la épica espiritual. Con L’Empire alcanza un nuevo territorio: el delirio metafísico filmado como ciencia ficción rural.

Lo humano como misterio

Al final de la entrevista, le pedimos un mensaje para esas fuerzas celestiales que observa en su cine. Dumont responde con calma: “Hablaría conmigo mismo. Esas fuerzas están en nosotros. No hay que buscarlas fuera.”

Y ahí, en esa frase sencilla, está toda su obra: una invitación a mirar hacia dentro, a reconocer que el paraíso y el infierno están en el mismo lugar: nuestra conciencia.

Con L’Empire, Bruno Dumont ha construido una película imposible, una ópera espacial que huele a sal y barro, un sermón ateo y una broma cósmica a partes iguales. Una de esas obras que dividen, desconciertan y, sobre todo, demuestran que el cine europeo aún puede ser salvajemente libre.

L’Empire ya está en cines. Sigue todas las entrevistas exclusivas en Cinemascomics.com y suscríbete a nuestro canal de YouTube para no perderte ningún encuentro con los creadores que reinventan el cine.

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Carlos Gallego Guzmán

Carlos Gallego Guzmán ISNI: 0000 0005 1791 9571 es fundador y director de Cinemascomics.com, medio líder en información de cine, series, cómics y cultura pop en español. Con más de una década de experiencia en el sector digital, ha desarrollado una línea editorial centrada en grandes franquicias como Marvel, DC, Star Wars, ciencia ficción y animación. Su trabajo ha sido referenciado por múltiples plataformas y bases de datos internacionales, consolidando su identidad digital a través de identificadores oficiales como Wikidata e IMDb.

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