Puede que en 2018 pasara sin pena ni gloria por los cines, pero en 2025, esa misma película está arrasando en streaming. Y no es un clásico como Pulp Fiction ni una favorita navideña como La jungla de cristal, sino un título que muchos olvidaron… hasta ahora. Porque sí, Bruce Willis vuelve a estar en boca de todos, y lo ha hecho desde MGM+, donde su regreso al top 10 ha pillado por sorpresa a más de uno.
En medio del aluvión de estrenos nuevos, secuelas interminables y multiversos imposibles, una cinta de acción directa y sin filtros ha vuelto a abrirse paso entre las más vistas de Estados Unidos. ¿El motivo? Una mezcla explosiva: venganza, justicia callejera, un Bruce Willis imparable y una historia que, aunque criticada en su día, ahora conecta con un público que la ha redescubierto.
Una película de Bruce Willis con cuentas pendientes
La película en cuestión es Death Wish (El justiciero – 2018), remake del clásico de 1974, y dirigida por Eli Roth. Sí, el mismo que años después se estrellaría con la adaptación de Borderlands, pero que aquí firmó un thriller callejero cargado de testosterona, pólvora y decisiones morales cuestionables.
En Death Wish, Bruce Willis interpreta al doctor Paul Kersey, un cirujano de urgencias en Chicago que se ve arrastrado a una espiral de violencia cuando su mujer es asesinada y su hija queda en coma tras un brutal asalto en su hogar. A partir de ese momento, lo que era un médico entregado se transforma en algo muy distinto: un justiciero en busca de venganza. Y no precisamente con la ley de su lado.
Bruce Willis
El regreso del justiciero
La historia no tiene rodeos: cuando la policía no avanza en su investigación, Kersey toma la justicia por su cuenta. Primero por impulso, luego por convicción. Lo apodan El Segador (Grim Reaper), y sus acciones empiezan a dividir opiniones: ¿es un héroe o solo otro criminal con una pistola?
Mientras tanto, las redes se llenan de vídeos virales de sus “intervenciones”, y la ciudad empieza a verlo como un símbolo de algo más grande. Pero la película de Bruce Willis no se detiene en glorificarlo. Muestra también el coste personal, la deshumanización, y cómo la venganza deja huellas que no se borran con balas.
De fracaso a fenómeno en streaming
En su momento, Death Wish fue un desastre en crítica. Con un 17% en Rotten Tomatoes, fue señalada como una de las peores películas de 2018. Sobe todo porque se criticó duramente su mensaje, acusándola de celebrar la violencia con armas y de promover la fantasía del «hombre bueno armado».
En taquilla tampoco logró destacar. Costó 30 millones de dólares y recaudó solo 48,5 millones en todo el mundo. Ni siquiera logró doblar su presupuesto, algo necesario para que un título sea rentable. Acabó en el puesto 82 del ranking de ese año en Estados Unidos. Un número olvidable. Como su destino… hasta ahora.
Porque en julio de 2025, según FlixPatrol, Death Wish se coló en el top 10 de lo más visto en MGM+ en EE.UU. Una plataforma que no suele ser protagonista, pero que ha encontrado en esta cinta un inesperado éxito tardío. El motivo parece estar en el factor Bruce Willis.
Bruce Willis, eterno
Desde que se anunció su retirada por razones médicas hace tres años, la figura de Bruce Willis ha cobrado una nueva dimensión. Ya no solo es una estrella de acción de los 90, sino también un símbolo de resistencia y legado cinematográfico. Cada vez que una de sus películas aparece en plataformas, el público responde. Con nostalgia, con curiosidad, con cariño. Y Death Wish encaja perfectamente en ese fenómeno.
Además, su reparto no es nada despreciable: Elisabeth Shue, Dean Norris (de Breaking Bad) y Vincent D’Onofrio completan un elenco que aporta más peso del que muchos recordaban.
Death Wish
La trama, sin filtros
Aunque la película de Bruce Willis es lineal y sencilla, su ritmo y tono no dan respiro. Tras el ataque a su familia, Paul encuentra un arma de forma casual y empieza a entrenarse en secreto. La primera vez que actúa, lo hace casi sin querer: detiene un intento de robo de coche. Pero el vídeo se hace viral y el apodo de El Segador empieza a extenderse.
A partir de ahí, el camino ya está marcado. Paul va identificando poco a poco a los criminales que destrozaron su hogar. Uno por uno. Con métodos más duros, más personales. Hasta el enfrentamiento final con Knox, el cabecilla de la banda, en una escena de tensión máxima en su propia casa.
La película de Bruce Willis no es sutil. No quiere serlo. Su mensaje es claro, aunque polémico: si el sistema no funciona, ¿es legítimo actuar por cuenta propia? Una pregunta que, años después, sigue generando debate… y clics.
¿Un producto de su época o un eco del presente?
Parte del renovado interés por Death Wish podría deberse al contexto actual. En un mundo donde la seguridad, la justicia y la violencia urbana siguen estando en el centro del debate social, películas como esta, aunque cuestionables, ofrecen una vía de escape directa. Una fantasía incómoda, sí, pero eficaz narrativamente.
También es un tipo de cine que ya casi no se produce. Directo, sin subtramas complicadas ni giros forzados. Acción pura. Y Bruce Willis, incluso en piloto automático, consigue mantener el tipo como pocos.
El dato final que muchos ignoran
Death Wish tiene solo un 17% de aprobación entre la crítica, pero un 70% de valoración por parte del público en Rotten Tomatoes. Y eso lo dice todo. Puede que no fuera la película que el cine pedía en 2018, pero es exactamente el tipo de historia que, en 2025, muchos han querido volver a ver.
Y ahí está, en el top de MGM+, superando a estrenos recientes y recordándonos algo simple pero potente: Bruce Willis, incluso en sus películas menores, sigue teniendo más fuerza que la mayoría.
