Había ganas de ver qué demonios salía de aquí. Un reboot meta, amigos en crisis vital, una jungla, una serpiente gigante y Paul Rudd con Jack Black desatados. Sobre el papel, Anaconda tenía pinta de locura divertida. Ahora que han llegado las primeras críticas, la cosa está más… irregular de lo previsto.
La nueva Anaconda ya se ha dejado ver en Rotten Tomatoes y, ojo, porque el resultado ha sorprendido a más de uno. No tanto por el número, sino por lo que se esconde detrás de ese porcentaje que ya está dando vueltas por redes y grupos de WhatsApp cinéfilos.
Un estreno navideño con colmillos… pero sin mordisco letal
Con 43 críticas contabilizadas, Anaconda arranca su andadura con un 45% en Rotten Tomatoes. Sí, suena mal, pero hay truco. La película original de 1997 se mueve en cifras muy parecidas, así que igual el reboot ha captado justo ese espíritu deslenguado, torpe y algo caótico que la convirtió en un placer culpable.
La diferencia es que aquí hay conciencia de ello. El director Tom Gormican, que ya jugó al meta-humor en The Unbearable Weight of Massive Talent, vuelve a reírse del propio cine, de Hollywood y de la obsesión por exprimir marcas hasta la última escama. La idea está clara. La ejecución… ahí empiezan los matices.
Anaconda (2025)
La premisa: amigos, crisis y una serpiente que no entiende de bromas
En Anaconda, Doug y Griff, interpretados por Jack Black y Paul Rudd, son amigos desde críos y comparten un sueño absurdo pero sincero: rehacer su peli favorita de todos los tiempos, la mítica Anaconda. Cuando la crisis de los cuarenta aprieta, deciden que es ahora o nunca.
El plan es sencillo. Viajar al Amazonas, montar un rodaje low cost y rendir homenaje a su “clásico”. El problema llega cuando la ficción se cruza con la realidad y una anaconda gigante decide que ese set de rodaje es su territorio. Y ya sabes cómo va esto: risas nerviosas, caos absoluto y una sensación constante de “igual no salimos vivos”.
Críticas divididas: entre carcajadas sueltas y bromas que no aterrizan
Aquí es donde Anaconda empieza a generar debate. Hay quien asegura que no es tan graciosa como debería, incluso comparándola con secuelas como Anacondas: La caza de la orquídea sangrienta, que sin proponérselo resultaba más efectiva en su absurdo. Y claro, eso duele un poco.
Algunos críticos hablan de una sátira perezosa, con diálogos flojos y escenas que parecen sketches alargados sin remate claro. Otros van más allá y la califican como una de las mezclas de comedia y terror menos inspiradas de los últimos años. Palabras duras, sí, pero no es toda la historia.
Porque también están los que destacan justo lo contrario. Que Anaconda funciona cuando deja de intentar ser lista y se entrega al caos. Que Black y Rudd juntos en pantalla ya justifican la entrada. Y que, aunque el tercer acto se desinfla, el viaje merece la pena si entras en el juego.
Tráiler de Anaconda
¿Comedia fallida o diversión imperfecta?
Una de las críticas más repetidas es que Anaconda quiere ser Tropic Thunder y se queda a medio camino. El meta-comentario sobre la industria audiovisual está ahí, pero nunca termina de explotar del todo. Se insinúan ideas muy locas que luego no se desarrollan, como si la película tuviera miedo de pasarse de rosca.
Aun así, muchos coinciden en algo importante: no pretende ser cine de premios. Es una comedia navideña rara, algo tonta, a veces torpe, pero con momentos genuinamente divertidos. Y eso, en medio del aluvión de estrenos clónicos, tiene su aquel.
Un reparto que empuja la película cuando el guion flojea
Además de Black y Rudd, Anaconda cuenta con nombres como Steve Zahn, Thandiwe Newton, Daniela Melchior y Selton Mello. Y se nota. Cuando el texto no acompaña, el reparto tira de oficio, de timing cómico y de pura energía.
Hay críticos que dicen que todo lo realmente importante es ver a Black y Rudd compartiendo plano con una serpiente gigante de por medio. Y, siendo honestos, no les falta razón. Es cine consciente de su propia estupidez, aunque a veces se le vaya de las manos.
El problema aparece cuando la nostalgia entra en juego de forma demasiado evidente. Cameos forzados, música reconocible metida con calzador y una sensación final de “esto ya lo he visto”. Ahí Anaconda pierde personalidad y se apoya en muletas demasiado evidentes.
¿Merece la pena darle una oportunidad?
Si buscas una comedia redonda, afilada y memorable, probablemente Anaconda no sea tu película. Muchos críticos coinciden en que no la recordarán dentro de unos meses. Pero si te apetece algo distinto, un poco gamberro y sin complejos para una tarde navideña, puede funcionar.
De hecho, hay quien la defiende como el contrapunto perfecto a los dramas épicos y los blockbusters solemnes de estas fechas. No es la más grande, ni la más brillante, pero sí una que intenta pasárselo bien, aunque tropiece por el camino.
Anaconda se estrena en cines el 25 de diciembre. Y ahora la pelota está en tu tejado. ¿Te parece una locura con encanto o una oportunidad desperdiciada? Cuéntanos qué opinas y, si te mola el salseo cinéfilo, no olvides seguirnos en Google News, que la jungla del cine siempre tiene algo nuevo que morder.


