Durante más de una década, Tomb Raider ha vivido atrapada en su propio origen. Reboots, precuelas, versiones jóvenes, heridas emocionales y promesas constantes de que “ahora sí” veremos a la Lara Croft definitiva. Pero nunca llegaba. Hasta ahora.
La segunda temporada de Tomb Raider: La leyenda de Lara Croft, recién estrenada en Netflix, no solo continúa la historia donde la dejó la primera tanda de episodios. Hace algo mucho más importante: por fin deja que Lara sea Lara. Y sin proponérselo, ha entregado el manual de instrucciones perfecto para la futura serie de acción real que prepara Prime Video.
Una franquicia que lleva años dando vueltas sobre sí misma
Cuando Tomb Raider debutó en 1996, Lara Croft se convirtió de inmediato en un icono. Aventuras exóticas, ruinas imposibles, acción directa y una heroína autosuficiente que debía tanto a Indiana Jones como al cine de aventuras clásico. Durante años, la saga mantuvo esa identidad sin demasiadas dudas.
Todo cambió en 2013, cuando la franquicia decidió reiniciarse por completo. El llamado Survivor Reboot apostó por una Lara joven, vulnerable y en proceso de convertirse en la heroína que los jugadores conocían. Sobre el papel, la idea tenía sentido. En la práctica, el problema fue que nunca se llegó a cruzar esa línea.
Juego tras juego, película tras película, serie tras serie, Tomb Raider quedó atrapada en el “antes”. En la promesa. En el origen eterno.
El síntoma más claro: las pistolas de Lara
Puede parecer un detalle menor, pero no lo es. Las pistolas gemelas de Lara Croft son un símbolo tan potente como su silueta o su actitud. En los juegos clásicos eran parte esencial del personaje. Sin embargo, desde 2013, la saga se empeñó en retirarlas… para devolverlas solo al final.
Ocurrió en el primer juego del reboot. Pasó en la película de 2018. También en la primera temporada de la serie animada. Siempre el mismo patrón: te las enseñamos al final, como promesa de algo que vendrá después. El problema es que ese “después” nunca llegaba.
La segunda temporada de Netflix rompe por fin el ciclo
La gran diferencia de la segunda temporada de La leyenda de Lara Croft es que ya no está interesada en justificar nada. Lara no necesita aprender a ser una aventurera. Ya lo es.
Desde el primer episodio, la serie la presenta como una exploradora experimentada, con aliados, con recursos, con equipo completo y con la seguridad de alguien que sabe exactamente lo que hace. No hay discursos sobre el trauma constante ni sobre “convertirse en”. Hay aventura.
Ese simple cambio lo transforma todo. Lara se mueve por el mundo como lo hacía en los juegos clásicos. Toma decisiones, lidera, falla y se recompone sin que la narrativa sienta la necesidad de subrayar cada paso. La serie confía en el personaje, y eso es algo que Tomb Raider llevaba años sin hacer.
El espejo en el que debería mirarse Prime Video

Mientras Netflix consolida esta versión de Lara, Amazon MGM Studios prepara su propia serie de acción real, escrita por Phoebe Waller-Bridge y protagonizada por Sophie Turner. El proyecto comenzará su producción en 2026 y, de momento, sigue envuelto en bastante misterio.
Las primeras descripciones oficiales hablan de una “reimaginación ambiciosa”, un concepto que suele generar más nervios que entusiasmo entre los fans. Porque eso suena, otra vez, a empezar desde cero.
Sin embargo, hay motivos para pensar que Prime Video podría evitar ese error… si presta atención a lo que acaba de funcionar.
La idea de una “Lara unificada” empieza a tomar forma
En paralelo a la serie, Crystal Dynamics está impulsando el concepto de una “Lara unificada”, una versión del personaje que combine elementos clásicos y modernos para que todas las adaptaciones hablen el mismo idioma.
Esa filosofía ya se ha dejado ver claramente en los dos nuevos videojuegos de Tomb Raider presentados recientemente, donde Lara recupera su estética, su actitud y su iconografía más reconocible. Un movimiento que apunta directamente a reconciliar pasado y presente.
Amazon ha estado implicada en el desarrollo de esos títulos, y Crystal Dynamics también participa en la serie. Todo indica que las piezas empiezan a alinearse.
Menos origen, más aventura
La gran lección que deja la segunda temporada de Netflix es muy clara: Tomb Raider funciona mejor cuando deja de mirarse el ombligo. Cuando se convierte en una historia de aventuras, no en un estudio psicológico constante sobre el trauma. No hace falta explicar por qué Lara es competente. Basta con mostrarlo. No hace falta retrasar sus elementos icónicos. Basta con usarlos. Es exactamente la misma lógica que ha funcionado durante décadas en sagas como Indiana Jones. Nadie necesita ver cómo Indy aprende a usar el látigo. Simplemente lo usa.
La tercera oportunidad en acción real
La serie de Prime Video será la tercera adaptación live action de Tomb Raider, tras las películas de Angelina Jolie y el reinicio de 2018. Ninguna de ellas logró capturar del todo la esencia del personaje, cada una por motivos distintos.
Ahora existe una oportunidad real de hacerlo bien. Pero solo si se evita repetir el error más persistente de la franquicia: no permitir que Lara Croft llegue nunca a ser Lara Croft.
Netflix ya ha demostrado que el camino no pasa por otro origen, sino por una aventura más. Y ahora la pelota está en el tejado de Prime Video.
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