Hay reyes que gobiernan desde un trono. Y luego está Black Panther, que ahora mismo intenta gobernar un imperio… mientras huye por un planeta extraño con una serpiente gigante pisándole los talones. Marvel acaba de mostrar la primera imagen de esta nueva etapa y, aviso, la cosa se ha vuelto muy loca y muy épica.
La era intergaláctica de Black Panther ya no es una idea abstracta ni un concepto de ciencia ficción elegante. Es una realidad llena de peligros, traiciones, tensiones políticas y decisiones morales que pesan más que un meteorito. Y lo mejor de todo es que esta historia no arranca con discursos grandilocuentes, sino con un rey completamente fuera de lugar.
Black Panther, un emperador lejos de su trono
Tras los acontecimientos de Imperial, T’Challa ha asumido oficialmente el control del Imperio Intergaláctico de Wakanda. Suena imponente, ¿verdad? El problema es que una cosa es tener el título y otra muy distinta poder ejercerlo. Black Panther está atrapado en un planeta desconocido, aislado del corazón de su imperio y sin forma inmediata de regresar.
Las rutas de salto entre galaxias han sido destruidas, dejando a Wakanda y a su emperador, en una situación delicada. Mientras el imperio necesita liderazgo, su rey está literalmente luchando por sobrevivir. Y no, no es una metáfora. Aquí hay arena bajo los pies, un cielo extraño sobre la cabeza y la sensación constante de que algo te observa desde la distancia.
En las primeras páginas de Black Panther: Intergalactic #1 vemos a T’Challa asistiendo a un funeral, un momento silencioso que sirve como contraste brutal con lo que viene después. Ese instante de recogimiento humano hace que el golpe posterior sea aún más fuerte. Un parpadeo… y Black Panther ya no está donde debería estar.
Black Panther contra la naturaleza… y contra sí mismo
Marvel Comics
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En ese planeta misterioso, la amenaza no tarda en aparecer. Una serpiente gigantesca, más propia de una pesadilla cósmica que de un ecosistema amable, comienza a cazar a Black Panther. La escena podría resolverse de forma directa y violenta, pero aquí es donde esta historia deja claro qué tipo de rey es T’Challa.
Podría matarla. Tiene la fuerza, la experiencia y el traje para hacerlo. Pero decide parar, observar y entender. Algo no encaja. ¿Por qué esa criatura ataca con tanta furia? La respuesta no tarda en llegar y dice mucho del tono de esta nueva etapa: la serpiente solo está protegiendo su nido, un grupo de crías vulnerables que perciben a Black Panther como una amenaza.
Este pequeño giro convierte una escena de acción en una declaración de principios. Black Panther no conquista por instinto, gobierna desde la comprensión. Incluso perdido en un planeta hostil, sigue siendo un rey que escucha antes de golpear. Es uno de esos detalles que hacen que la historia respire humanidad en medio del espectáculo cósmico.
El ambiente se siente extraño, casi opresivo. No hay grandes ciudades futuristas ni ejércitos formados. Solo silencio, peligro y la intuición de que cada paso mal dado puede ser el último. Y sí, se nota ese cosquilleo de “esto no va a resolverse rápido”.
Shuri, el poder y la desconfianza en Wakanda
Mientras Black Panther lucha por sobrevivir lejos de casa, el Imperio Intergaláctico de Wakanda no se ha detenido. Shuri intenta mantener el equilibrio político, pero el ambiente está lejos de ser estable. El antiguo líder del imperio, M’Baku, ahora regente designado por el propio T’Challa, se ha convertido en una figura tan poderosa como impredecible.
M’Baku no es el de antes. Tras sobrevivir a un intento de asesinato durante la guerra Imperial, su confianza en cualquiera es mínima. El miedo a los Skrulls, capaces de cambiar de forma y suplantar identidades, ha calado hondo. Tanto, que ni siquiera permite que Shuri se acerque a él sin demostrar antes que no es una impostora.
La escena es tensa, incómoda y muy reveladora. Un imperio gobernado desde la sospecha es un imperio a punto de romperse. M’Baku se rodea de su propia fuerza armada, la Guardia de Ébano, y cada decisión parece más pensada para protegerse a sí mismo que para servir a Wakanda.
Shuri logra acceder a él, pero nada queda resuelto. Las miradas pesan más que las palabras. El lector siente claramente que este conflicto no va a explotar ahora… pero cuando lo haga, va a doler. Y mucho.
Un imperio que puede caer desde dentro
Aquí está una de las claves más interesantes de esta nueva etapa de Black Panther. El peligro no viene solo del espacio exterior, sino del interior del propio sistema. Un emperador ausente, un regente paranoico, una princesa obligada a jugar a la diplomacia en terreno minado. Todo está preparado para que alguien intente reclamar un poder que no le corresponde.
La pregunta flota en el aire: ¿quién controla Wakanda cuando Black Panther no puede hacerlo? Y, más inquietante aún, ¿qué precio habrá que pagar para recuperarlo todo?
Un arranque que promete grandeza… y problemas
Black Panther: Intergalactic #1 no ofrece respuestas rápidas ni finales cerrados. Y eso es precisamente lo que lo hace tan atractivo. Victor LaValle construye una historia que avanza con calma, dejando que los conflictos respiren, mientras Stefano Nesi y CAFU aportan un apartado visual que mezcla majestuosidad cósmica con intimidad emocional.
Esta primera imagen de la era intergaláctica de Black Panther deja claro que no estamos ante una simple aventura espacial. Es una historia sobre liderazgo, miedo, confianza y el peso de gobernar cuando todo parece derrumbarse. Wakanda ya no está solo en la Tierra. Ahora, las estrellas también exigen respuestas.
Y tú, ¿crees que Black Panther logrará recuperar su trono sin que el imperio se le vaya de las manos? Cuéntanos qué te ha parecido esta nueva etapa y no olvides seguirnos en Google News para no perderte ni un solo salto intergaláctico.
