Hay películas que suenan, otras que golpean… y luego está RUIDO. El debut de Ingride Santos no solo acaba de arrasar en el Festival Cinespaña llevándose Mejor Dirección, Mejor Directora Novel y Mejor Fotografía: también ha puesto a las batallas de freestyle en el mapa del cine español como si fueran el nuevo superpoder urbano. Y sí, hemos hablado con ella. Y sí, nos hemos flipado un poco.
Porque RUIDO tiene esa mezcla perfecta entre energía callejera, duelo emocional y chispas creativas que solo salen cuando una directora vive la historia desde dentro. Quizá por eso Santos necesitó cuatro años de calle, de plazas, de rimas al vuelo y de quedarse helada viendo batallas en Sants para encontrar la chispa que convirtió su corto BEEF en una película que ahora, por fin, escucha todo el mundo.
Una película que empezó con un corto y terminó en una plaza de Barcelona
Ingride nos confesó que aquel corto, BEEF, fue solo la antesala. En 2019 el trap y el freestyle estaban explotando en España, con chavales colgando barras en YouTube como si fueran explosivos de bolsillo. Ella se enganchó. Empezó a seguir raperos, raperas, crews, colectivos… hasta que descubrió las batallas reales de Barcelona. No las de focos y patrocinadores: las de verdad, las que se improvisan en una plaza con más ganas que presupuesto.
Ahí nació RUIDO. Ahí nació esa necesidad de retratar un universo efímero, visceral y absolutamente real. Ahí nació Lati, la protagonista interpretada por Latifa Drame, una actriz no profesional que atraviesa la pantalla con la misma fuerza que una rima que entra justo en el beat.
Lati, Judy y una madre que podría romperte el alma en dos planos
La historia de RUIDO podría parecer simple: una chica que quiere rapear, una madre que no lo entiende y una mentora que la impulsa. Pero Santos lo convierte en una batalla interna tan potente como cualquier punchline. Porque cuando Lati se sube a un escenario, no pelea solo con quien tiene delante: pelea con lo que el duelo, el miedo y las expectativas le han ido construyendo dentro.
En la entrevista, la directora nos explicó cómo el casting fue prácticamente un freestyle emocional. Para Judy, interpretada por Judith Álvarez Vargas, buscaba “calle, barrio, gasolina”. Cuando la vio, lo supo. Para Lati, entrevistó a casi todas las freestylers activas del país. Pero Drame tenía algo diferente: una pureza brutal y una verdad que no se puede fingir. Y luego llegó Asaari Bibang, la madre. La elegancia emocional. La grieta que sostiene todo el conflicto sin romperlo.
¿Improvisación? ¿Guion? ¿Magia? La verdad está en las batallas

En el freestyle la improvisación es religión. Pero en un rodaje español, improvisar es casi ciencia ficción. Santos nos lo contó sin filtros: quería rodarlo todo a lo Andrea Arnold, dejando respirar la vida real, pero la lluvia, el tiempo y el presupuesto dijeron lo contrario.
Aun así, lograron una fórmula híbrida que funciona como un beat perfecto: barras escritas, ensayos intensos y espacio para que las actrices explotaran lo aprendido. La batalla de Sants, por ejemplo, se rodó en dos horas porque el cielo decidió que ese día tocaba freestyle acuático. Aun así, el equipo salió adelante como si fuera una final internacional. Puro flow. Pura supervivencia técnica.
Dos formatos de pantalla. Dos mundos. Un mismo corazón
Uno de los detalles más llamativos de RUIDO es el cambio de formato: 4/3 en los interiores, panorámico en el exterior. Y no es un capricho hipster, sino pura narrativa visual.
Cuando Lati está en casa, atrapada emocionalmente, el encuadre se estrecha. Cuando sale al mundo, cuando se sube a una batalla o se acerca a esa parte de sí misma que quiere vivir, el plano se abre. Literalmente. Es cine que te grita cosas sin decir una palabra.
Rodar en México: tres días, cero margen y una comunidad que nunca falla

En la película hay un viaje a México que parece sacado de un documental íntimo sobre el freestyle latinoamericano. Y casi lo fue. Tres días de rodaje, sin margen para repetir planos, pero con una comunidad que les abrió las puertas como si fueran familia. Santos nos lo resumió perfecto: “Hacer esta película fue como freestylear: lo que no sale hoy, no sale nunca”.
Por qué *RUIDO* merece que la veas en el cine
Aquí viene la parte bonita. La directora dice que RUIDO no es una película de rap. Es una película sobre convertir lo que te duele en lo que te impulsa. Sobre encontrar tu voz, incluso cuando tu entorno te dice lo contrario. Sobre amistad, música, raíces, duelo, rabia, esperanza. Y sobre palabras que, cuando salen bien, dejan de ser ruido para convertirse en verdad.
Y después de la entrevista, de ver la película y de escuchar a Ingride hablar con tanta pasión… sí, te lo decimos sin rodeos: esta película merece tu entrada de cine.
Porque RUIDO es de esas que se sienten. De esas que sales pensando. De esas que quizá te cambian algo. Y, sinceramente… ¿no es eso lo que buscamos siempre?
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