Hay semanas en las que Netflix sorprende… y luego están esas otras en las que lo revienta. Y lo que ha pasado con Frankenstein, la nueva visión de Guillermo del Toro, no es simplemente éxito: es la confirmación de que un clásico del terror puede renacer de forma tan potente que devore el Top 10 mundial como si acabara de despertar en un laboratorio.
Quizá en 2025 no esperabas que el Monstruo volviera a estar en todas las conversaciones. Pero aquí estamos. Y Del Toro acaba de demostrar que el terror nunca muere… solo evoluciona.
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Lo que significa que Frankenstein haya arrasado el ranking global
La película ha irrumpido en el Top 10 de películas de habla inglesa de Netflix con una fuerza que pocas producciones logran: 29,1 millones de visualizaciones, lo que equivale a 73,6 millones de horas vistas en apenas una semana. No es un ascenso. Es una explosión.
La cinta se quedó directamente en el puesto número 1, superando sin despeinarse al resto de estrenos internacionales… y eso no es lo más espectacular. Según la plataforma: Nº1 en 72 países. Presente en el Top 10 de 93 territorios
El Monstruo ha cruzado mares, husos horarios y algoritmos para convertirse en el nuevo fenómeno global de Netflix. Lo que empezó como un proyecto íntimo para Del Toro ha terminado como un fenómeno de escala mundial. Ese contraste —esa mezcla de artesanía y viralidad— es justo lo que está enamorando al público.
La reinvención del clásico: por qué esta versión funciona tan bien
Jacob Elordi como Frankenstein
El monstruo de Shelley nunca había sido tan… humano. Y eso es mérito directo de Jacob Elordi, cuya interpretación ha sido descrita como la más vulnerable, feroz y compleja de cuantas han tenido este personaje en pantalla.
Del Toro siempre soñó con dirigir Frankenstein. Lo contó tantas veces que parecía casi un anhelo imposible. La industria lo citaba, los fans lo pedían, pero el proyecto nunca terminaba de materializarse. Hasta ahora. Y su aproximación es justo la que esperábamos de él: Una estética artesanal. Un corazón roto latiendo bajo capas de horror. Y la idea de que, detrás del monstruo, siempre hay alguien que solo está buscando un lugar donde encajar.
La pregunta que flota entre fotogramas es devastadora: ¿Quién es realmente el monstruo aquí? Del Toro no la responde, porque sabe que tú ya lo estás haciendo mientras ves la película.
Guillermo del Toro y su círculo perfecto de 50 años
El propio director ha reconocido que ver esta acogida global le ha tocado la fibra como pocas veces: “Ver a la gente abrazar Frankenstein de la forma en que yo lo he hecho durante más de 50 años es realmente significativo. Lo llevo conmigo toda mi vida… y ver que ahora resuena en todo el mundo es un momento de círculo completo”, confesó.
Estas palabras no suenan a marketing. Suenan a alguien que por fin logró filmar el relato que se prometió a sí mismo cuando era niño.
El resultado se nota: el público está repitiendo visionado, recomendándola, analizándola. Las redes se han llenado de capturas, de debates, de relecturas del mito clásico. Y eso solo pasa cuando una película deja huella.
Del laboratorio a los premios: el monstruo ya huele a estatuilla
Más allá de los datos de Netflix, Frankenstein está metido de lleno en la conversación de la temporada de premios. Su première en el Festival de Venecia ya apuntaba maneras: ovaciones largas, críticas rendidas al diseño estético y al retrato emocional de los personajes. Las valoraciones iniciales ya sugerían que Del Toro había tocado un nervio sensible.
Y ahora, con el huracán en Netflix, el ruido es todavía mayor. Cuando coinciden éxito popular y prestigio crítico, Hollywood suele ponerse nervioso… y mirar a la película con otros ojos.
2025 podría ser un año interesante para reconocer que el terror —cuando está hecho con amor y artesanía— también merece su sitio en la alfombra roja.
Jacob Elordi y una criatura que reescribe su propio mito

Hablar del éxito de Frankenstein sin mencionar a Jacob Elordi sería injusto. No solo por la transformación física, sino por la emocional. Su Monstruo no es un bruto ni un villano. Es un espejo.
Del Toro ha contado en más de una ocasión que él veía en la criatura un reflejo de su propia adolescencia: sentirse fuera de lugar, incomprendido, demasiado grande para un mundo demasiado pequeño.
Elordi lo lleva a pantalla con una mezcla de fragilidad y terror que está generando debates encendidos entre fans, críticos y hasta psicólogos en redes. El “monstruo que duele” está de vuelta, y esta vez no es por los tornillos.
Netflix y el fenómeno que nadie se esperaba (pero todos estaban deseando)
Netflix sabía que tenía un estreno fuerte. Lo que quizá no esperaba es que Frankenstein se convirtiera en una de sus películas más vistas del año en menos de siete días. El propio algoritmo parece enamorado. La plataforma la está recomendando incluso en perfiles que no suelen ver terror, lo cual es un indicio claro de que el “efecto Del Toro” está favoreciendo la expansión del título a nuevos públicos.
Los datos del Top 10 confirman que Frankenstein está funcionando no por moda ni por curiosidad: está funcionando por boca a boca. Y cuando eso ocurre, la vida de una película en streaming suele ser mucho más larga de lo normal.
¿Qué significa todo esto para el género?
El éxito de Frankenstein es una especie de declaración de intenciones global: la gente sigue queriendo historias clásicas… siempre que alguien tenga el valor de reinventarlas. Del Toro lo ha hecho sin perder lo esencial: la monstruosidad, la belleza trágica, el dolor de existir. Pero, además, ha añadido ese toque que solo él sabe manejar: la humanidad dentro del horror. Puede que en un futuro cercano volvamos a ver resurrecciones de clásicos del terror, pero será difícil que alguna tenga el pulso emocional y el músculo visual que ha conseguido ésta. El listón ha quedado altísimo.
Un cierre que deja cicatriz (de las buenas)
Frankenstein no solo está dominando Netflix. Está reclamando un lugar en la cultura popular de 2025. Y lo está haciendo con la fuerza de algo que llevaba décadas esperando su momento. Es la prueba de que cuando Guillermo del Toro persigue un sueño… lo alcanza. Y cuando lo alcanza, el mundo entero lo mira.
Quizá esa sea la mejor definición posible de este fenómeno.




