Tron: Ares ha llegado a los cines con tanta luz, color y ruido que parece que alguien metió una rave en una placa base, y sin embargo… la crítica no está tan impresionada. Mientras los espectadores salen del cine con la mandíbula desencajada, los críticos en Rotten Tomatoes parecen haber olvidado cómo sonreír. ¿Quién lleva la razón esta vez? ¿El público o los que viven de ponerle nota al trabajo de los demás?
Tron: Ares es una película de ciencia ficción que divide como un rayo de neón
Tron: Ares ha debutado en Rotten Tomatoes con un 57 % de valoración por parte de la crítica. No es un desastre, pero tampoco el regreso glorioso que Disney esperaba para su franquicia digital más mítica. Y, sin embargo, cuando uno mira el marcador del público, la historia cambia por completo: un 87 % de puntuación positiva, convirtiéndose así en la entrega mejor valorada de toda la saga Tron entre los espectadores.
Tron: Ares (2025)
Sí, has leído bien: treinta puntos de diferencia entre críticos y público. Es como si unos hubieran visto una película distinta, o como si hubiesen olvidado ponerse las gafas 3D.
La paradoja de Tron: Ares
Los críticos, encabezados por reseñas como la de Tessa Smith, la califican como “una película visualmente deslumbrante, con una banda sonora brillante, pero con una trama básica y personajes planos”. Y claro, eso suena a “me gustó, pero no quiero admitirlo”.
En cambio, la audiencia está encantada. Algunos la llaman “la película del año”, otros dicen que es “un festín sensorial”, y muchos la comparan con la magia que sintieron viendo la Tron original de 1982.
Uno de los comentarios más repetidos entre los fans es que Tron: Ares recupera la esencia del primer film, pero con el músculo técnico del siglo XXI. Y sí, puede que los diálogos no sean dignos de Shakespeare, pero la experiencia en pantalla grande es tan intensa que poco importa.
Tron: Ares (2025)
Jared Leto, luces y sombras en el Grid
Aquí hay otro punto de fricción: Jared Leto. Hay quien dice que su Ares es frío como un microchip, y otros que es su interpretación más humana en años. Curioso, ¿no? En Tron: Ares interpreta a un programa rebelde que cruza al mundo real, y quizás ese choque entre lo sintético y lo emocional es justo lo que muchos no han sabido leer.
Entre los compañeros de reparto destacan Greta Lee, Evan Peters y el legendario Jeff Bridges, que vuelve a aportar ese aire místico de las primeras entregas. El resultado es una mezcla rara pero hipnótica: mitad blockbuster visual, mitad experimento sobre identidad digital.
Luces, ruido y pura adrenalina
Si algo está fuera de toda duda, es que Tron: Ares es un espectáculo visual. Los críticos la acusan de ser “todo luces y poco alma”, pero para muchos espectadores, eso es precisamente el alma de Tron. La música de Nine Inch Nails convierte la película en una experiencia física: sientes las vibraciones en el pecho y te dan ganas de aplaudirle a la pantalla.
Uno de los comentarios más divertidos en redes lo resumía así: “Ares es como un concierto de Nine Inch Nails con trama opcional”. Y oye, razón no le falta. La película es puro ritmo, una explosión audiovisual que brilla con la misma intensidad que el circuito del Grid.
¿Y por qué tanta diferencia en las notas?
Quizás el secreto está en lo que cada grupo busca. Los críticos entran a analizar estructura, arcos de personaje y discurso temático. El público entra al cine a dejarse llevar. Y Tron: Ares no pretende reinventar el cine de ciencia ficción; solo quiere que durante dos horas te olvides del mundo real y flotes entre luces, sintetizadores y motocicletas imposibles.
Tron: Ares (2025)
Algunos espectadores incluso han encontrado paralelismos con Blade Runner o 2001: “Una ciencia ficción que no se detiene en lo racional, sino en lo sensorial”. Puede sonar exagerado, pero lo cierto es que Tron: Ares logra algo que pocas películas recientes consiguen: hacerte sentir que estás dentro del espectáculo.
Críticas que disparan en todas direcciones
Hay opiniones para todos los gustos. Unos dicen que “la historia es floja pero la experiencia lo compensa”, otros que “es una obra maestra visual con alma de videojuego”. Incluso hay quien se queja de que “los personajes hablen demasiado”. Pero eso también formaba parte del encanto original: Tron nunca fue sobre la conversación, sino sobre el viaje a un mundo que no entendemos del todo.
Y entre tanta queja, surge una idea clara: Tron: Ares se disfruta mejor en pantalla grande. En IMAX, 3D, o con el sonido al máximo. Es un tipo de película que no está hecha para el sofá, sino para sentir el zumbido de la energía a tu alrededor.
Más allá de la puntuación
Hay algo curioso en todo esto: mientras los críticos escriben párrafos enteros sobre la falta de profundidad, el público está comprando entradas para repetir. Quizás Tron: Ares no sea perfecta, pero ha conseguido lo que Tron: Legacy nunca logró del todo: volver a conectar con una generación nueva y con los que crecimos soñando con motos de luz.
Y, siendo sinceros, ¿no era eso lo que importaba? A veces el cine no necesita filosofar para ser memorable; basta con que te haga sentir algo. Y Tron: Ares, con su exceso, su ruido y su descaro visual, lo consigue.
Un futuro con luz propia
Disney puede respirar tranquilo. Tron: Ares no solo ha devuelto a la franquicia a la conversación, sino que ha reavivado las ganas de explorar ese universo de neón. Las cifras del público hablan por sí solas, y todo apunta a que no será la última vez que veamos a Jared Leto enfundarse en un traje de luz.
¿Será este el renacer definitivo del Grid? Nadie lo sabe. Pero una cosa está clara: Tron: Ares no deja indiferente a nadie, y en estos tiempos, eso ya es un triunfo.
¿Y tú qué opinas? ¿Estás más del lado del público o de la crítica? Cuéntanoslo en los comentarios y síguenos en Google News para no perderte ninguna de las próximas batallas del mundo del cine.
Puedes ver las otras 2 entregas en Disney Plus con este enlace.




