El maestro del terror ha vuelto a hablar, y esta vez no sobre payasos asesinos o cementerios embrujados, sino del mismísimo cine de superhéroes. Stephen King, siempre directo y sin pelos en la lengua, ha expresado lo que piensa de la violencia (o mejor dicho, de la falta de ella) en las películas del género que arrasan en taquilla.
Durante una entrevista concedida a The Times UK, el escritor fue claro y contundente: “Si miras estas películas de superhéroes, verás a algún supervillano destruyendo manzanas enteras de la ciudad, pero nunca ves sangre. Y, hombre, eso está mal. Es casi pornográfico”. Con esta declaración, Stephen King pone el dedo en la llaga sobre un tema que los fans llevan años debatiendo: ¿hasta qué punto el género edulcora la realidad de sus historias?
El debate sobre la violencia en los superhéroes
Para King, el problema es evidente. Las películas de superhéroes suelen mostrar destrucciones masivas, ciudades arrasadas y enfrentamientos que harían temblar a cualquiera, pero rara vez enseñan las consecuencias humanas. “Muchas escenas que deberían ser brutales y explícitas se reprimen y se vuelven irreales”, explicó. En otras palabras, los villanos lanzan rayos, destruyen edificios y derriban aviones, pero la cámara nunca muestra a las personas heridas, la sangre ni la crudeza que, en teoría, deberían estar presentes.
Estas declaraciones recuerdan inevitablemente a la polémica que rodeó al clímax de El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013). En aquel entonces, el director Zack Snyder mostró a Superman y Zod destrozando Metrópolis en una batalla colosal. Sin embargo, muchos críticos y fans señalaron que la película nunca se detuvo a mostrar la catástrofe real: las miles de muertes y los heridos que esa destrucción implicaba. Snyder respondió diciendo que buscaba darle un aire “mitológico” a la historia, minimizando los efectos directos en la población civil.
El Hombre de Acero
En palabras del propio director: “Quería que la película tuviera una sensación mitológica”. Es decir, Superman no era solo un héroe salvando al mundo, sino una figura cercana a un dios, con todo lo que eso implica en la narrativa épica. Stephen King, sin embargo, cree que ese tipo de elección creativa le resta autenticidad a las historias.
¿Qué opinan los fans?
Las redes sociales han encendido el debate después de las palabras de Stephen King. Muchos seguidores coinciden en que gran parte del cine de Marvel y DC ha apostado por la acción “limpia”, evitando escenas gráficas para garantizar una clasificación PG-13 que permita llegar a un público masivo. Otros defienden que precisamente ahí reside la magia de este tipo de cine: mostrar la fantasía sin necesidad de realismo sangriento.
Lo cierto es que hay ejemplos de lo contrario. Películas como Logan (2017), Joker (2019) o las irreverentes Deadpool han demostrado que existe un público maduro y entusiasta para los superhéroes con clasificación R. En estos casos, la violencia explícita se convierte en un recurso narrativo que da más fuerza y autenticidad a la historia. Solo hay que recordar las brutales peleas de Logan, donde Hugh Jackman mostró la versión más cruda y humana de Lobezno, o la de Joker, con su descenso a la locura en un contexto mucho más realista y perturbador.
Stephen King y su próximo estreno en cines
Las declaraciones de Stephen King llegan justo en un momento clave: el escritor vuelve a la gran pantalla con la adaptación de una de sus novelas más intensas, La larga marcha (The Long Walk), que se estrena el próximo 14 de noviembre de 2025.
La larga marcha (2025)
La historia se sitúa en un futuro distópico donde cien adolescentes participan en una competición mortal organizada por un gobierno totalitario. El objetivo parece simple: caminar sin detenerse. Si alguno baja de cierto ritmo, recibe una advertencia, y tras varias fallas, la consecuencia es letal. El último que quede en pie gana un premio inimaginable: cualquier cosa que desee para el resto de su vida.
Es un relato brutal y psicológico que, en contraste con lo que King critica en el cine de superhéroes, no tiene miedo de mostrar las consecuencias físicas y emocionales de la violencia. En esta obra, el terror no viene de monstruos sobrenaturales, sino de la crueldad humana y de un sistema dispuesto a sacrificar a los jóvenes por el entretenimiento de las masas.
Entre la fantasía y la crudeza
El contraste no puede ser más interesante: mientras Hollywood suaviza los golpes de Superman o Iron Man para no incomodar al público, Stephen King prepara el estreno de una película que, de entrada, promete ser dura, realista y emocionalmente devastadora. Sus palabras parecen, en cierto modo, una invitación a que los superhéroes asuman un poco más de riesgo narrativo y no escondan las consecuencias de sus batallas.
Porque, al final, la violencia edulcorada de muchas películas puede hacer que los espectadores se desconecten de la historia. Si un villano destruye media ciudad y nadie sangra, ¿cómo nos creemos lo que está pasando? Para King, esa desconexión convierte la violencia en una especie de espectáculo vacío, “casi pornográfico”, como él mismo lo definió.
El futuro del género
El cine de superhéroes sigue siendo el rey de la taquilla, pero también enfrenta un desgaste evidente. La crítica y el público demandan nuevas ideas, más autenticidad y un giro que revitalice las historias. Quizás la clave esté en atreverse a mostrar el lado oscuro con la misma intensidad que las viñetas más violentas de los cómics.
Stephen King, con su nueva película en el horizonte, no sólo lanza una crítica, sino también un recordatorio de lo que significa el buen relato: enfrentarse a la verdad, por más incómoda que sea. Si los superhéroes aceptarán el desafío o seguirán apostando por la acción limpia y colorida, es algo que descubriremos en los próximos años.




