El monstruo de Mary Shelley nació en papel, pero su destino siempre estuvo ligado a la gran pantalla. Desde los albores del cine mudo hasta reinterpretaciones modernas en clave de comedia o fábula suburbana, Frankenstein ha sido un espejo donde distintas generaciones se han mirado. Su historia habla de miedo, ternura y poder, y por eso cada década lo reinventa.
Aquí repasamos once películas fundamentales para entender la evolución del mito en el cine. No están ordenadas por notas ni listas técnicas, sino por su peso histórico, su influencia en la cultura pop y su capacidad para mantener viva la chispa de la criatura.
11. Frankenweenie (2012)

Tim Burton reimaginó su propio cortometraje ochentero en formato stop-motion, creando una fábula sobre un niño que revive a su perro. Con su estética gótica y su tono entre tierno y melancólico, la cinta conecta directamente con la esencia del mito: el amor como motor de la resurrección y el miedo como consecuencia inevitable. Aunque está pensada para toda la familia, su atmósfera oscura hace que funcione también como homenaje a los clásicos de Universal.
10. The Curse of Frankenstein (1957)

Hammer Films revolucionó la leyenda con una puesta en escena a color que devolvía la sangre al centro del espectáculo. Peter Cushing brilló como un doctor Frankenstein más cínico y despiadado que nunca, mientras Christopher Lee aportaba una criatura aterradora y trágica. La película no solo redefinió al monstruo para el público británico, sino que abrió la puerta a una nueva era del terror gótico, con secuelas que expandieron su universo durante más de una década.
9. Son of Frankenstein (1939)

La última vez que Boris Karloff interpretó al monstruo quedó grabada en esta tercera entrega de la saga de Universal. El heredero del doctor regresa al castillo y se enfrenta a un personaje decisivo: Ygor, interpretado por Bela Lugosi, que añadiría una capa de manipulación y ambigüedad al mito. La película respira un aire expresionista tardío, con decorados imposibles y sombras que parecen acusar al protagonista a cada paso. Una obra que mantiene viva la tensión entre la ciencia, la herencia y la maldición familiar.
8. Abbott and Costello Meet Frankenstein (1948)

Esta insólita mezcla de comedia y terror supuso una jugada maestra de Universal: unir a sus monstruos más icónicos con la pareja cómica del momento. Abbott y Costello se cruzan con Drácula, el Hombre Lobo y, por supuesto, la criatura de Frankenstein. Lo que podría haber sido una parodia ligera se convirtió en un homenaje respetuoso y entrañable, donde los monstruos nunca pierden su seriedad, incluso rodeados de gags. Un punto de inflexión que cerró una era y mantuvo viva la franquicia en clave de humor.
7. The Rocky Horror Picture Show (1975)

Aunque no adapta directamente la novela, este musical es hijo directo de Frankenstein. El doctor Frank-N-Furter fabrica a su “hombre ideal” en una historia que mezcla glam, rock y liberación sexual. Con canciones inmortales y un estilo irreverente, la película convirtió el laboratorio en una pista de baile. Más que terror, ofreció libertad y transgresión, convirtiéndose en un fenómeno de culto que aún hoy sigue vivo en pases de medianoche alrededor del mundo.
6. Frankenstein (1931)

James Whale filmó la que aún hoy sigue siendo la imagen definitiva del monstruo. Boris Karloff, con su frente cuadrada y sus tornillos en el cuello, no necesitó palabras para transmitir la tragedia de una criatura que solo buscaba ser aceptada. El grito “¡Está vivo!” marcó a varias generaciones, y escenas como la del encuentro con la niña junto al lago siguen siendo un espejo de inocencia rota. Más de noventa años después, sigue siendo un referente absoluto del cine de terror.
5. El espíritu de la colmena (1973)

Víctor Erice llevó el mito a la España de posguerra desde una mirada infantil. Ana, una niña en un pequeño pueblo, ve Frankenstein en una proyección itinerante y queda fascinada. Cuando se cruza con un fugitivo, lo confunde con la criatura y decide protegerlo. La película es un poema visual sobre la inocencia, el miedo y el poder de las imágenes, y demuestra que Frankenstein no necesita aparecer físicamente para impregnar cada fotograma con su esencia.
4. Edward Scissorhands (1990)

Burton vuelve a aparecer, esta vez con una fábula romántica. Edward es una criatura incompleta, condenada a vivir con tijeras en lugar de manos. El contraste entre su ternura y el rechazo social lo acercan directamente al monstruo de Shelley. Es una de esas películas que demuestran que Frankenstein puede ser también una historia de amor y soledad.
3. La novia de Frankenstein (1935)

James Whale llevó su imaginación al límite con esta secuela, que muchos consideran más rica que la original. El monstruo ahora habla, busca amistad y, finalmente, enfrenta el rechazo más devastador cuando su compañera lo rechaza en cuestión de segundos. Elsa Lanchester, con su peinado eléctrico y su grito inmortal, se convirtió en icono eterno. Una obra maestra que mezcla humor negro, tragedia y poesía visual, consolidando al monstruo como un personaje complejo y humano.
2. Pobres criaturas (2023)
Emma Stone
Yorgos Lanthimos ofreció la relectura más radical de los últimos años. Emma Stone es Bella Baxter, una mujer devuelta a la vida por el excéntrico doctor Baxter, interpretado por Willem Dafoe. Lo que empieza como un experimento grotesco se convierte en un viaje de descubrimiento, deseo y libertad. Ganadora del León de Oro en Venecia y varios Oscar, la película redefine el mito al darle a la criatura un arco de emancipación que invierte las reglas del juego: ya no es un monstruo incomprendido, sino una mujer que se niega a ser controlada.
1. Young Frankenstein (1974)

Mel Brooks firmó la comedia definitiva sobre el mito. Gene Wilder, empeñado en pronunciar “Fronkensteen”, se sumergió en un homenaje que recreaba decorados y atmósferas de los clásicos de Universal, pero los llenaba de gags inolvidables. El resultado fue una parodia que nunca dejó de ser también un tributo respetuoso, capaz de hacer reír y, al mismo tiempo, recordar por qué el mito de Shelley sigue siendo tan poderoso.
¿Por qué estos diez y no otros?
Si algo demuestra este listado es que Frankenstein es un género en sí mismo. Ha sabido moverse del horror más puro a la comedia, el musical, el melodrama o incluso el cine infantil. Dejamos fuera películas queridas —como Frankenstein Created Woman (1967), con su audaz juego de almas y cuerpos, o Flesh for Frankenstein (1973), desbordante de exceso visual y culto— porque la idea fue combinar calidad, relevancia e impacto cultural. Y aun con esa selección, caben miradas muy distintas que enriquecen el mito, desde la lectura poética de Erice hasta la reinvención social de Hammer.
Frankenstein hoy: más allá del trueno y la mesa basculante
Volver a Shelley es volver a la pregunta eterna: ¿hasta dónde llega la responsabilidad del creador? Por eso su criatura funciona tan bien como metáfora de nuestro presente: algoritmos que “aprenden”, corporaciones que crean y abandonan, comunidades que deciden si acogen o linchan. El cine ha mutado la figura —del kaiju irradiado a la novia de cabellos en zigzag—, pero nunca ha traicionado el dolor infantil del monstruo: nació queriendo un abrazo y encontró una antorcha.
Si algo nos enseña este top es que la criatura siempre regresa. A veces con tacones y una sonrisa torcida; otras, con manos de tijera o con la mirada perdida de Karloff. Y cada regreso reescribe la leyenda para una nueva generación de espectadores.
El mito de Frankenstein nunca descansa. Cada película reescribe al monstruo y nos recuerda que siempre está listo para volver a la vida. Y ahora la gran pregunta es inevitable: ¿cómo reinventará Guillermo del Toro esta criatura inmortal?




