Hay películas que parecen haber nacido para convertirse en obras de culto. Historias que, aunque intenten ser replicadas con más presupuesto, actores de renombre y efectos de última generación, guardan un aura imposible de clonar. Ese es el caso de Highlander (1986), o como se le conoció en España, Los Inmortales.
Por mucho que Henry Cavill se vista de MacLeod, que Dave Bautista saque músculo como Kurgan y que Russell Crowe reparta sabiduría en el rol de Ramírez, el reinicio tiene un problema insalvable: nunca será tan único como la primera vez.
Highlander es un clásico que cortó cabezas y expectativas
Dirigida por Russell Mulcahy, Highlander nos presentó un concepto innovador: una raza de guerreros inmortales destinados a luchar a lo largo de la historia hasta que solo quede uno. La película viajaba de la Escocia medieval al Nueva York de los 80 con un estilo visual rompedor, transiciones alucinantes y una energía que mezclaba fantasía con videoclip. Todo el factor sorpresa ya se ha perdido para nuevas versiones.
Christopher Lambert dio vida a Connor MacLeod con esa aura enigmática que lo convirtió en un héroe atípico. Sean Connery, como Ramírez, demostró que podía ser mentor y robaescenas al mismo tiempo. Y Clancy Brown dejó al Kurgan marcado a fuego como uno de los villanos más aterradores de los 80. Cuatro décadas después, estas interpretaciones siguen siendo un referente.
Los inmortales (Highlander)
El remake: estrellas al servicio de una misión imposible
En el nuevo Highlander, Henry Cavill toma el relevo como Connor, Karen Gillan interpretará a Heather, mientras Dave Bautista promete un Kurgan brutal y Russell Crowe se calza el sombrero de Ramírez. Además, el director es Chad Stahelski, el responsable de la saga John Wick. Si alguien sabe de coreografías de acción imposibles, es él.
Sobre el papel, el proyecto lo tiene todo para brillar: reparto de lujo, un director experto en peleas y una saga con un legado enorme. Pero aquí llega la paradoja: el problema no es lo que suma, sino lo que nunca podrá imitar.
Cuando el tiempo juega a favor del original
Con el paso de los años, Highlander se ha convertido en un fenómeno mayor de lo que fue en su estreno. Cada revisión muestra lo adelantada que estaba a su época: la mezcla de historia, fantasía y modernidad no tenía rival. Y su estilo visual, con cámara inquieta, giros inesperados y ese aire de videoclip ochentero, definió una personalidad imposible de replicar hoy.
Cualquier remake, por muy espectacular que luzca, ya parte con la sombra de la comparación. Y esa batalla, como las de los propios inmortales, siempre termina con un solo ganador: el original.
La banda sonora que nadie podrá destronar
Si hay un arma secreta que hizo inmortal a Highlander, fue su música. La banda sonora de Michael Kamen, unida a las canciones de Queen, convirtió la película en un himno pop-cultural. Who Wants to Live Forever no solo acompañaba la tragedia del amor eterno condenado, sino que elevaba cada escena a un nivel mítico.
¿Cómo superas eso en 2025? Por mucho que se intente con compositores modernos o bandas de moda, la química entre Queen y el cine de Mulcahy es irrepetible. No se trata solo de canciones pegadizas: era el ADN de la película. El remake podrá sonar bien, pero nunca con esa mezcla perfecta de melancolía y épica.
Nostalgia contra modernidad
El reinicio de Highlander tiene el reto de presentarse a una generación que quizá no ha visto la original. Para esos espectadores, la historia puede ser nueva, fresca y emocionante. Pero para quienes crecieron con Los Inmortales, lo que llega ahora siempre será una reinterpretación de algo sagrado. Y ese peso es difícil de levantar incluso para un Superman como Cavill.
Henry Cavill
La nostalgia juega un papel fundamental: Los Inmortales no solo es una película, es un recuerdo colectivo de los 80. El vestuario, la música, los escenarios urbanos de Nueva York y la épica de Escocia construyen un universo que se siente auténtico. Y por más que la tecnología actual permita batallas impresionantes, el alma no se puede renderizar.
El veredicto
El remake de Highlander tiene todos los ingredientes para ser entretenido y espectacular. Puede que hasta enganche a una nueva generación que nunca escuchó aquello de «solo puede quedar uno». Pero, al final del día, seguirá siendo una sombra proyectada sobre un clásico que se volvió eterno por méritos propios.
Porque algunos duelos no se ganan con espadas ni efectos visuales. Algunos se ganan con carisma, con una estética irrepetible y con la voz de Freddie Mercury resonando como si también fuera inmortal. Y ahí, guste o no, Los Inmortales ya venció para siempre.
