Al principio, Disney+ empezó muy fuerte. Nos trajo The Mandalorian, WandaVision y esa sensación de que el futuro del entretenimiento estaba en casa, a golpe de clic. Pero ahora, varios años después de su lanzamiento, el panorama es muy distinto. Y un informe reciente ha encendido todas las alarmas: lo que parecía una jugada maestra ha terminado por desgastar a las marcas más valiosas de la compañía.
Marvel, Star Wars y Pixar, tres pilares fundamentales del universo Disney, han sufrido las consecuencias de una estrategia que, según algunos expertos, priorizó la cantidad sobre la calidad. ¿El resultado? Una fatiga del espectador cada vez más visible, suscriptores en fuga y una pérdida de relevancia que nadie habría imaginado cuando Disney+ comenzó su andadura.
Marvel y la sobreexposición en Disney+ que terminó dañando su imagen

Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, no suele hacer declaraciones polémicas. Pero el mes pasado se sinceró en una entrevista y reconoció lo que muchos ya intuían: Disney+ ha devaluado la marca del UCM. Y lo dijo sin rodeos: «Fue demasiado. Había una presión corporativa enorme. No hacía falta mucho para empujarnos, y lo hicieron».
¿La razón? El mandato era claro: más contenido para alimentar la
plataforma.
Eso significaba series nuevas, personajes secundarios convertidos
en protagonistas, y una agenda apretada que dejaba poco espacio
para la planificación cuidadosa que caracterizó las primeras fases
del UCM. Moon Knight, She-Hulk, Ms. Marvel… todas tuvieron su
momento. Pero el entusiasmo inicial pronto se diluyó.
Según The Wrap, Disney+ perdió 700.000 suscriptores en el primer trimestre de 2025. Una cifra preocupante que coincide con el declive en la taquilla de las películas Marvel y el tibio recibimiento de algunas de sus series más recientes. Lo que empezó como una oportunidad de expansión creativa, terminó siendo un desgaste acelerado del universo que reinventó el cine de superhéroes.
Star Wars: de evento cinematográfico a rutina semanal
logo Star Wars
Star Wars no ha salido indemne de esta estrategia. Uno de los testimonios recogidos en el informe es especialmente claro: «Ir al cine a ver Star Wars era algo especial. Pero no es lo mismo tener una película cada cuatro años que tres series simultáneas en emisión y otra película anual».
Ese cambio de percepción ha pasado factura. Aunque producciones como Andor y The Mandalorian han mantenido un nivel alto, otras como Obi-Wan Kenobi o The Book of Boba Fett no cumplieron las expectativas. Y al final, lo que antes generaba expectación global ahora se consume con indiferencia.
Eso sí, Lucasfilm parece haber aprendido la lección. Por ahora, aparte de la temporada 2 de Ahsoka, no hay más series en el horizonte de Disney+. En su lugar, la saga vuelve a apostar por la gran pantalla, con The Mandalorian and Grogu como punta de lanza de una nueva etapa cinematográfica.
Pixar, el gran damnificado de la era del streaming
logo pixar
Si hay un estudio que ha salido especialmente mal parado en esta historia, ese ha sido Pixar. Sus películas, antaño eventos imprescindibles, se han estrenado en Disney+ casi sin ruido. Producciones como Soul, Luca o Red llegaron directamente a la plataforma durante la pandemia, y aunque algunas fueron muy bien recibidas, la decisión acabó perjudicando su imagen.
Lo que antes era sinónimo de innovación y emoción, ahora parece contenido «para rellenar catálogo». Y eso ha hecho que Pixar pierda parte de la magia que la diferenciaba del resto. Según el informe, el público ha dejado de prestar atención. Ya no hay conversación en redes, ni grandes estrenos en cines. Solo títulos que pasan de puntillas, incluso si son técnicamente brillantes.
Curiosamente, Walt Disney Studios y Disney Animation han sufrido menos. ¿Por qué? Porque sus proyectos no han sido tan explotados en Disney+ como los de Marvel o Pixar. Al estar menos presentes en la plataforma, han conseguido mantener cierta exclusividad. EL ejemplo perfecto es Moana 2, que iba a ser una serie de Disney+ y se transformó en película que recaudó más de 1.000 millones de dólares en 2024.
Cuando hacer más no significa hacerlo mejor
Dave Gonzales, coautor del libro MCU: The Reign of Marvel Studios, lo resume con claridad: «Marvel cambió la forma de hacer cine de franquicia, pero pensó que podía hacer lo mismo con la televisión. Y no es así». Según él, convertir las series en películas disfrazadas, con presupuestos desorbitados y sin margen, fue un error estructural.
Producciones como WandaVision o Secret Invasion costaron cientos de millones, pero no lograron generar el impacto necesario para justificar su inversión. Y mientras tanto, la narrativa del UCM se volvía más confusa, fragmentada y difícil de seguir para el espectador medio.
¿Y ahora qué? El futuro tras la tormenta
Disney+ sigue siendo una plataforma poderosa. Pero ya no es la promesa infalible que parecía en sus primeros años. Ahora, Disney tiene que reconstruir la confianza en sus marcas más icónicas, y eso implica cambios importantes.
En el caso de Marvel, ya hay un nuevo plan en marcha: reducir la producción anual de series a una o dos, que estén más centradas y menos conectadas con la trama general del UCM. Thunderbolts y Fantastic Four: First Steps han tenido problemas en taquilla, pero las críticas positivas indican que el rumbo podría estar cambiando.
Star Wars regresa al cine. Pixar está preparando su gran regreso con nuevos proyectos originales y secuelas de sus grandes éxitos. Pero todo esto depende de una premisa clave: que Disney+ deje de ser el vertedero de contenido y vuelva a ser una plataforma de prestigio.
Conclusión: la plataforma que tocó el cielo… y casi lo pierde todo
Lo que comenzó como una revolución en el streaming se ha convertido en un campo minado de decisiones apresuradas. Disney+ sigue teniendo potencial, pero ha aprendido por las malas que exprimir demasiado sus marcas puede acabar quemándolas.
El público no quiere más, quiere mejor. Y si Disney quiere que sus franquicias sigan siendo referentes culturales, deberá tratarlas con el mismo cuidado que cuando las lanzó al mundo por primera vez. Porque si algo ha quedado claro es que incluso los gigantes pueden tropezar… cuando se olvidan de por qué fueron grandes.




