¿Puede un gato enseñarnos más sobre la historia de España que un manual escolar? ¿Puede un relato ilustrado convertirse en una oda a la cultura, la ciencia, la libertad y el arte? Con El gato más culto del mundo, la respuesta es un sí rotundo. Este pequeño gran libro, escrito por Mar Abad e ilustrado por Laura Agustí, es una joya inesperada que logra lo imposible: convertir al lector en testigo privilegiado del vibrante Madrid de los años 20 y 30, a través de los ojos —y el alma— de Fígaro, un minino callejero que acabó siendo el espectador más culto del Ateneo de Madrid.
Fígaro, el felino ilustrado
El protagonista de El gato más culto del mundo no podía ser más cinematográfico: Fígaro, un gato negro como el carbón, inspirado en uno real que deambulaba por los pasillos del Ateneo. No maúlla ni persigue ratones, sino palabras, ideas y versos. Fígaro escucha debates, presencia tertulias, se pasea entre las piernas de escritores y políticos, y se empapa del alma de una época que bullía de creatividad, progreso y pensamiento crítico. Es un personaje adorable y al mismo tiempo simbólico, un animal con la mirada de quien ha vivido lo suficiente como para comprender la fragilidad de la libertad y el valor de la inteligencia.
Y esa es la primera gran virtud del libro: lograr que un gato se convierta no solo en narrador creíble, sino en hilo conductor emocional e histórico. Fígaro no solo observa, sino que siente y reflexiona. Tiene pensamientos y ternura, nostalgia y humor. Su voz, aunque construida en modo «freestyle» por la autora, es tan evocadora que uno termina creyendo que realmente existió y que fue el gato más culto del mundo. Tal cual.
El gato más culto del mundo. Una carta de amor al conocimiento

Leer El gato más culto del mundo es sumergirse en un poema visual que recorre el Madrid cultural de entreguerras con una sensibilidad difícil de encontrar hoy en día. Es una obra profundamente literaria, no por su densidad, sino por su amor sincero a la palabra, al conocimiento y a la creación. Mar Abad escribe como quien borda: con mimo, con ritmo, con metáforas que acarician más que explican. Su prosa es ligera pero refinada, salpicada de pequeñas rimas y juegos de lenguaje que otorgan a la lectura una musicalidad muy especial.
A lo largo del libro se nos presentan personajes reales —Valle-Inclán, Ramón y Cajal, Azaña, Hildegart, Josefina Carabias, entre muchos otros—, cuyas voces han sido rescatadas con un nivel de documentación digno de un ensayo académico, pero presentadas con la naturalidad y belleza de una novela ilustrada. Las entrevistas y textos citados nos permiten escuchar directamente a estos gigantes culturales, y esa cercanía humaniza a figuras que a veces parecen demasiado lejanas.
Ilustraciones que laten
Si el texto es el corazón, las ilustraciones de Laura Agustí en El gato más culto del mundo son el alma visual del libro. Cada página ilustrada es una obra en sí misma, con trazos elegantes, nostálgicos y llenos de simbolismo. Figuras con ojos melancólicos, atmósferas de cafés literarios, teatros y tertulias, todo bañado por una luz tenue que huele a papel antiguo y tinta fresca.
Las ilustraciones no solo acompañan: narran. Completa lo que Fígaro no dice, lo que no se puede poner en palabras. En ese sentido, este libro no se puede describir simplemente como una novela gráfica ni como un álbum ilustrado. Es otra cosa. Es una experiencia sensorial.
Cultura y política en equilibrio
Aunque El gato más culto del mundo no esquiva el contexto político —la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, el golpe de Estado y la posterior dictadura franquista—, su objetivo no es adoctrinar, sino sensibilizar. El foco no está en los bandos, sino en cómo la política afectó directamente al latido cultural de Madrid. El Ateneo, como símbolo de libertad y pensamiento, se convierte en víctima de un sistema que primero lo vio florecer… y luego lo apagó a golpe de represión.
Algunos lectores podrán sentir que la obra tiene un sesgo ideológico, y es cierto que la mirada de la autora es clara: se posiciona del lado de la cultura, del arte libre, de las voces silenciadas. Pero no hay dogmatismo. Hay ternura, hay crítica, hay memoria. En definitiva, hay una defensa apasionada del pensamiento como refugio y trinchera.
Una joya para jóvenes y adultos
Quizás una de las cosas más sorprendentes de este libro es que funciona a varios niveles. Para un lector adulto, es una obra rica en referencias, con muchas capas y una lectura entre líneas que invita a la reflexión. Para estudiantes de Bachillerato, puede ser una introducción ideal a la historia cultural del siglo XX en España, sin caer en academicismos, con un tono accesible y emotivo.
La narrativa es lo suficientemente sencilla como para atraparte, pero lo bastante poética como para emocionarte. Y eso no es fácil de lograr. A veces puede pecar de intensidad o incluso de una lírica excesiva, como apuntan algunos lectores, pero lo compensa con creces con la belleza de su propuesta.
Un imprescindible para amantes de la cultura
El gato más culto del mundo es, en esencia, un libro sobre la importancia de recordar. Recordar que la cultura no nace de manuales sino de cafés, de tertulias, de artistas, de científicos… y de gatos que escuchan. Es un homenaje a un tiempo en el que Madrid respiraba letras, ciencia, música y libertad.
Desde Cinemascomics, no puedo hacer otra cosa que recomendarlo con entusiasmo. Es un libro entrañable, de esos que se acarician más que se leen. Y Fígaro, con sus andares suaves y su mirada sabia, ya ocupa un lugar especial en la biblioteca de los personajes inolvidables de la literatura española.
Un relato entrañable, culto y bellamente ilustrado que rescata el espíritu de una época. Ideal para los que aman los libros, la historia… y los gatos.
El gato más culto del mundo
NOTA CINEMASCOMICS
TOTAL
Un libro fascinante que nos traslada a una época vibrante y convulsa de la historia de España.




