El verano de 2025 está siendo un espejo incómodo. Los incendios forestales avanzan en distintos puntos del planeta con una ferocidad que no entiende de fronteras. Y mientras los informativos muestran imágenes de montes arrasados y comunidades evacuadas, el cine nos recuerda que ya habíamos visto algo parecido… pero en ficción.
Durante décadas, distintas películas han tratado de dar forma al horror del fuego: unas desde la épica del heroísmo, otras desde la poesía íntima y otras desde la crudeza de la tragedia. Revisarlas hoy no es un simple ejercicio de cinefilia: es un recordatorio de lo que estamos perdiendo.
Only the Brave (2017)

En 2017, Joseph Kosinski llevó al cine la historia real de los Granite Mountain Hotshots, la primera brigada municipal en ser reconocida como equipo de élite. La película sigue a Eric Marsh (Josh Brolin), un líder obsesionado con proteger su comunidad, y a Brendan McDonough (Miles Teller), un joven que busca redención en un equipo que pronto se convierte en su familia.
El relato culmina en el incendio de Yarnell Hill, donde 19 de los 20 miembros murieron atrapados por un giro inesperado del viento. Solo McDonough sobrevivió, cargando con el peso de la memoria de sus compañeros.
Con un tono íntimo, Kosinski se aleja del espectáculo para mostrar la hermandad, el sacrificio y la fragilidad humana frente al fuego. La cinta fue alabada por su respeto hacia la profesión y hoy sigue siendo un homenaje conmovedor. Puedes verla con tu suscripción a Movistar +.
Firestorm (1998)

En pleno auge del cine de catástrofes, Dean Semler —director de fotografía de Bailando con lobos— estrenó Firestorm, un thriller de acción con incendios forestales como telón de fondo. Howie Long interpreta a un bombero que debe enfrentarse no solo a las llamas, sino a un grupo de criminales que aprovechan el caos para huir.
La película, cargada de adrenalina, utiliza el fuego como un enemigo espectacular e incontrolable. Si bien no alcanzó grandes cifras en taquilla, se recuerda como un ejemplo del cine noventero que convertía los desastres naturales en villanos masivos y visualmente atractivos.
Vista hoy, puede parecer exagerada, pero ilustra cómo Hollywood moldeó la percepción popular del fuego: no solo como amenaza, sino como escenario de aventura.
Those Who Wish Me Dead (2021)

Taylor Sheridan, creador de Yellowstone, construyó un thriller de supervivencia en el que el fuego es tan letal como los villanos humanos. Angelina Jolie interpreta a Hannah, una bombera paracaidista atormentada por un error pasado, que encuentra una segunda oportunidad cuando un niño perseguido por asesinos cae bajo su protección.
Ambientada en los bosques de Montana, la película combina acción y tensión psicológica. El incendio se convierte en un depredador invisible, presente en cada plano aunque rara vez mostrado de forma explícita. Esa decisión narrativa convierte al fuego en un enemigo omnipresente, que condiciona cada movimiento y recuerda lo frágil que puede ser la vida en un entorno seco y cambiante.
Más allá de la trama, Sheridan logra transmitir el peso de una naturaleza desatada que no entiende de justicia ni de redención. Puedes verla con tu suscripción a Movistar +.
Always (1989)

Spielberg transformó el clásico Dos en el cielo en una fábula romántica con el fuego como catalizador. Richard Dreyfuss interpreta a Pete Sandich, un piloto especializado en apagar incendios forestales que muere en una misión. Desde el más allá, sigue cuidando de su novia (Holly Hunter), mientras ella intenta rehacer su vida.
Con Audrey Hepburn en un papel angelical, Always es una mezcla de espectáculo aéreo, comedia ligera y reflexión sobre el amor y la pérdida. Spielberg utiliza las llamas como metáfora de lo efímero de la vida y de la necesidad de dejar ir aquello que ya no podemos retener.
Aunque en su estreno recibió críticas mixtas, con el tiempo ha ganado reconocimiento como una de las obras más personales del director. Una película donde el fuego no destruye, sino que enciende la posibilidad de un nuevo comienzo.
Lo que arde (2019)

Ganadora del Premio del Jurado en Cannes (Un Certain Regard), esta producción gallega de Óliver Laxe es una de las representaciones más íntimas y poéticas sobre el fuego. Con actores no profesionales, la película narra el regreso de Amador, un hombre que cumplió condena por provocar un incendio, a la aldea de su madre Benedicta.
El relato avanza entre el silencio, la desconfianza de los vecinos y la cotidianidad de un mundo rural que vive siempre bajo la amenaza de las llamas. Cuando un nuevo incendio arrasa la montaña, la historia adquiere un carácter trágico y universal.
Más que un drama, es un retrato de cómo el fuego hiere memorias, comunidades y vínculos invisibles. Una obra que emociona sin artificios y que se ha convertido en una referencia del cine español reciente. Puedes verla en Filmin.
Sólo en la Tierra (2025)

No todas las historias de fuego necesitan héroes armados con mangueras o helicópteros para conmover. A veces, basta con observar a un grupo de caballos salvajes en medio de un monte gallego envuelto en humo. Esa es la propuesta de Sólo en la Tierra, la segunda película documental de este ranking, dirigida por Robin Petré.
La cinta retrata la convivencia entre humanos y naturaleza en un territorio que cada verano se enfrenta a las llamas. Los brigadistas luchan con medios limitados mientras los caballos resisten en un ecosistema que se tambalea. No se trata solo de registrar la catástrofe, sino de mostrar cómo la vida insiste incluso en el borde del abismo.
Con un estilo poético y visualmente impactante, Petré convierte Galicia en un personaje más, un paisaje herido que reclama atención y respeto. El documental es tanto una advertencia como un canto a la resistencia: el fuego puede arrasar los bosques, pero no debería consumir nuestra voluntad de protegerlos.
El fuego en pantalla, la urgencia fuera de ella
Todas estas películas, tan diferentes entre sí, coinciden en algo: nos recuerdan que el fuego nunca es solo fuego. Es memoria, es pérdida, es advertencia. A veces se muestra como villano cinematográfico, otras como símbolo espiritual, otras como realidad cotidiana. Pero siempre deja una huella.
Cuidar del bosque es cuidarnos a nosotros
Cada verano nos enfrentamos a las mismas imágenes de humo y
cenizas. Y cada año prometemos aprender la lección. Pero la
realidad es que seguimos llegando tarde.
Estas películas no deben verse como simple entretenimiento. Son un
recordatorio de lo que está en juego: nuestros bosques,
nuestro aire, nuestra memoria y nuestro futuro.
Prevenir no es un eslogan: es limpiar montes, invertir en vigilancia, educar en respeto, apoyar a brigadistas y bomberos. Porque, como bien nos enseñan estas historias, el fuego no perdona. Y cuidando del bosque, al final, nos estamos cuidando a nosotros mismos.




