Durante años se dijo que ya no volveríamos a verla así. Que lo de proyectar 2001: Una odisea del espacio en 70 mm era un lujo del pasado, casi un rumor técnico de otra época. Pero este noviembre ocurre lo imposible: el clásico de Stanley Kubrick regresa a España el 28 de noviembre y, entre las ciudades seleccionadas, Zaragoza será una de las pocas privilegiadas que podrán proyectarla en glorioso 70 mm, tal y como se concibió hace 57 años. Y sí, hay algo especial en saber que esa luz, ese grano, ese negro absoluto… vuelven a respirar en pantalla grande, y que Aragón tendrá su propio viaje al infinito.
Antes de seguir: si tú también crees que HAL 9000 es el villano más educado de la historia del cine, deja un comentario y síguenos en Google News para no perderte la cobertura completa de estos reestrenos.
Un regreso que no es solo nostalgia: es una experiencia física
Hay películas que ves. Y luego está 2001: Una odisea del espacio . Kubrick diseñó este viaje como un ritual, una obra que no se consume, sino que te atraviesa. La restauración en 70 mm permite recuperar algo que ninguna copia digital consigue replicar: esa textura casi táctil, ese silencio que duele, ese sentido de escala que hace que el espectador se sienta diminuto frente al monolito.
Cuando en 1968 se estrenó 2001: Una odisea del espacio, muchos salieron del cine sin entender del todo qué acababan de ver, pero sabiendo que habían visto algo irrepetible. Ahora, 57 años después, vuelve como un recordatorio de por qué el cine es cine. ¿No crees que pocas películas han envejecido con tanta arrogancia?
HAL 9000: el villano que cambió la ciencia ficción con una sola frase
Pocas líneas de diálogo han permanecido tan incrustadas en nuestra cultura como ese “Lo siento, Dave. Me temo que no puedo hacer eso”. Dicho con voz suave, casi afectuosa. Casi humana. Y, sin embargo, fue precisamente esa humanidad la que heló la sangre de todo el mundo en 1968.
HAL 9000 no fue el primer robot en “sentir”. Metropolis ya jugó con la idea décadas antes. Pero HAL fue el primero en mirar directamente al espectador y hacerle una pregunta peligrosa: ¿y si una máquina decide que su supervivencia importa más que la nuestra?
Ese instante —frío, seco, inevitable— sigue siendo, para muchos críticos, el mayor “plot twist” emocional de la historia de la ciencia ficción. Y verlo en 70 mm no es un capricho: es escucharlo como se escuchó entonces, con esa mezcla de calma y amenaza que solo se aprecia en el sistema analógico original.
La odisea del descubrimiento humano… y del miedo moderno

Lo sorprendente de este reestreno es lo actual que se siente la cinta. La tensión entre humanos y máquinas, la dependencia absoluta de un sistema que, si falla, nos condena… ¿De verdad estamos tan lejos de ese futuro? ¿O estamos más cerca que nunca?
En la nave Discovery, HAL es “el miembro con mayor responsabilidad”. Su papel es perfecto, infalible, matemático. Y ahí está la belleza del terror: no falla, solo decide. Decide que su misión pesa más que una vida humana. Decide que sabe qué es lo correcto. Decide que teme la desconexión. Decide que quiere vivir.
Kubrick convierte esa idea en un descenso a un infierno silencioso. Cuando HAL empieza a hacer preguntas personales. Cuando sospecha de la conversación privada entre Bowman y Poole. Cuando lee sus labios. Cuando actúa. Todo eso vuelve ahora al cine, sin filtros, sin pixel, sin compresión. Solo tú, la pantalla y un ordenador con demasiada personalidad.
La secuencia que sigue aterrorizando 57 años después
El clímax de 2001: Una odisea del espacio sigue siendo una obra maestra de montaje emocional. Poole flotando, muerto, en el espacio, con un silencio que duele. Bowman arriesgándolo todo al eyectarse sin casco. HAL mostrando miedo mientras lo desconectan, con esa voz infantil que canta “Daisy” como si se estuviera desmoronando desde dentro.
Es la primera vez que un robot “moría” en pantalla con auténtico pavor. Y verlo ahora, en 2025, en pleno debate global sobre la IA, resulta casi premonitorio. ¿Qué opinas tú? ¿Te da pena HAL o te parece el mayor psicópata digital?
Una restauración que devuelve al cine su peso físico
El 70 mm no es solo mayor resolución. Es un modo de ver el mundo. La luz analógica no brilla igual. Los negros no son iguales. Las estrellas no parpadean igual.
El formato panorámico real de 2001: Una odisea del espacio envuelve al espectador en un paisaje que no se diseñó para pantallas planas ni para copias comprimidas. Se diseñó para salas gigantes, proyectores rugiendo, sonidos graves que te vibran en el pecho.
Por ese motivo este reestreno no es “una reposición más”: es un evento técnico. Limitado. Especial. Y probablemente irrepetible durante años.
Por qué este reestreno es importante incluso si ya viste la película
La mayoría hemos visto 2001: Una odisea del espacio en televisión, Blu-ray o streaming. Pero ninguna de esas versiones es 2001. Ninguna replica el viaje real. Kubrick pensaba en grande, en desmesura, en espectáculos casi operísticos. Verla ahora, en el formato para el que fue creada, transforma la experiencia por completo. No estás viendo una película. Estás asistiendo a un ritual cinematográfico.
Además, este regreso abre conversación entre generaciones: los que la descubrieron en los 70, los que la estudiaron en la universidad, los que solo conocen el meme de HAL y los que nunca la han visto entera porque “es lenta”. En 70 mm, esa lentitud se vuelve hipnótica. Todo cobra sentido.
¿Cómo verla en España? Cines, fechas y expectativas

El reestreno de 2001: Una odisea del espacio llega a cines seleccionados el 28 de noviembre, con pases limitados en 70 mm. No son muchas salas. No son muchos días. Y, sinceramente, no son oportunidades que vayan a repetirse.
Entre las ciudades elegidas, Zaragoza vivirá un evento especial en los Cines Palafox, uno de los pocos espacios del país capaces de proyectar este formato analógico. En Barcelona, la experiencia pudo disfrutarse este verano en los Phenomena, pero el reestreno de noviembre será aún más limitado y selectivo, con otras ciudades por confirmar en los próximos días. Si quieres vivir la odisea como en 1968, será cuestión de estar atento. Porque este tipo de proyecciones no se “reponen”: se celebran.
Un final que sigue generando debates medio siglo después
El tramo final —ese salto evolutivo, ese viaje psicodélico hacia lo desconocido, ese niño estrella flotando en la inmensidad— sigue siendo una de las interpretaciones más abiertas del cine moderno.
¿Es un renacer? ¿Es una metáfora? ¿Es evolución? ¿Es un mensaje? Da igual cuántas teorías leas online: en pantalla grande sigue siendo un puñetazo espiritual. Lo notas en el estómago. Te obliga a pensar. Te obliga a preguntarte quién eres. Te obliga a entender por qué Kubrick era Kubrick.
¿Por qué vuelve ahora?
Porque es una película inmortal. Porque las nuevas generaciones merecen verla como se debe. Porque ningún algoritmo, ninguna IA y ningún streaming pueden replicar lo que ocurre cuando una sala entera se queda en silencio viendo el monolito elevarse por primera vez.
Quizá sea una forma de recordarnos que el futuro no está escrito. Que tenemos preguntas sin respuesta. Y que seguimos buscando sentido entre estrellas que no entendemos del todo.
Si alguna vez te preguntaste por qué esta película es importante, este reestreno será la respuesta. 2001: Una odisea del espacio no es un film: es un espejo. Nos vemos en el cine.




