Thanos, el villano más famoso de Marvel vuelve a sus raíces en esta serie en la que se enfrenta a los nuevos Illuminati por su único amor, la Muerte.
Thanos ha pasado por muchas etapas en su larga vida editorial. Conquistador, salvador del universo, deidad, asesino en serie o señor de la guerra, todos sus autores han dejado una visión diferente del titán loco. Pero desde su creación a manos de Jim Starlin existían elementos que nunca han cambiado, puede que se hayan extendido pero no alterado. Su origen, la muerte de su madre, su vida como pirata y su amor por la Dama Muerte.
Este último gran puntal del personaje ha sido visitado varias veces, y aunque se haya alterado o apartado para que no afectará a las nuevas historias, la verdad es que sin él, el personaje no era el nihilista absoluto si no un Doctor Muerte espacial con poderes cósmicos en lugar de mágicos. Pocos escritores han sabido sacar partido a este aspecto. Christopher Cantwell se ha atrevido, una buena noticia, el resultado es discutible pero marca un posible regreso a las esencias de un Thanos mareado por tanto cambio.
El escritor se encargó de recuperar parte del encanto del Doctor Muerte en su serie, devolviéndole a su trono como villano principal en la tierra. Si Hickman convirtió a Doom en dios, Bendis trató de convertirlo en héroe, Cantwell simplemente lo devolvió a Latveria. Y con Thanos ha ejercido un papel semejante, el de arquitecto que recupera un edificio histórico sin añadir nada, solo recuperando su forma primigenia. Thanos vuelve a ser un ente de poder enamorado de la Dama Muerte, y que por su propio bien hará lo que sea, hasta destruir el mundo porque ha elegido sentir como un humano.
El mundo se enfrenta de nuevo al titán loco. El villano busca a una joven y arrasará Fresno hasta sus cimientos para encontrarla. Para detenerlo, los nuevos Illuminati, aunque su poder conjunto puede ser insuficiente. Todo por una humana extraña, antisocial que se siente fuera de lugar. Aunque la historia pueda parecer algún tipo de coming of age no tiene nada que ver con eso, Cantwell es un escritor que destaca por ser directo, su trama siempre avanza en una dirección, las sorpresas y giros se suceden nutriéndola con flashbacks o secuencias paralelas, y siempre hay un final que es consecuente con todo lo contado. Maneja sus personajes y su desarrollo para que los que necesitan avanzar avancen y los que marcan el cambio se queden donde estaban. En este caso recuperar a Thanos, establecer a los Illuminati y recolocar el equilibrio de poder, con el titán en lo más alto de la pirámide.
Si bien cumple su cometido, el uso de la Dama Muerte deja que desear. No es únicamente el objeto de deseo que inicialmente planteó Starlin y cuyo poder era tan lejano que nadie lo comprendía. Evoluciona más allá de ese duende malvado que Aaron descubría en su origen, y sin dejar su lugar de poder equilibrador busca conocer el sentido de su existencia a través de los ojos de otros. Thanos quizá tuviera esa posición antes, pero su amor ciega su misión y Muerte decide explorar por su lado. Todo esto se cuenta de forma concisa, casi pareciera que como todos hemos leído Muerte El alto coste de la vida no necesitáramos de algo de metafísica en la decisión del personaje. Lo que deja esta parte un poco coja y su posterior furia queda desmedida.
Al dibujo tenemos a Germán Peralta y Luca Pizzari. Uno se encarga del presente y el otro de flashbacks y el relato paralelo. Al dividir el estilo, la furia de la batalla de Thanos resalta sobre las decisiones de Muerte y los Illuminati creando un cambio entre líneas que potencia el caos y el resultado de las decisiones cuestionables de todos. La acción es espectacular, con un dinamismo salvaje, la batalla es rápida y sin piedad.
El retorno del titán loco no es solo un retcon para el personaje, es un primer paso para recolocar el escenario Marvel, tras unas épocas llenas de eventos que cambiaron el status quo.