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Reseña MARVEL GOLD Lobezno Tomo 1: Noches de Madripur. Logan gana en solitario

Tras muchos años esperando la oportunidad de tener una colección propia, Lobezno llegaba a finales de 1988 con la grata noticia de comenzar sus andanzas en solitario. Panini Comics se pone en modo pirata para, parche en el ojo, acompañar al mutante de las garras de adamantium en su nueva andadura.

En un lugar del sudeste asiático

La nueva etapa de Lobezno empezó siendo un serial de diez entregas, en la nueva colección que La Casa de las Ideas presentaba, en formato quincenal, con fecha de portada de septiembre de 1988, la aclamada Marvel Comics Presents. Una serie que presentaba historias de ocho páginas, algunas con continuidad y otras autoconclusivas. Logan tenía status de gran estrella dentro de la editorial y que mejor que su llamativa presencia para dar empaque al debut. Casi recién llegado de su paso por el Lugar Tenebroso de Roma en el final de La Caída de los Mutantes, con la nueva base de operaciones de los mutantes en el desierto australiano, Madripur iba a servir de plataforma para que Lobezno pudiese vivir sus aventuras en solitario.

Las ochenta páginas publicadas en Marvel Comics Presents servían de perfecto prólogo al segundo volumen de Wolverine en Estados Unidos (siendo considerado el primer volumen la serie limitada Honor, de Chris Claremont y Frank Miller, un must have obligatorio en la historia de Lobezno). En tan breve espacio ya nos hacíamos una idea completa de lo que iba a ser el entorno de la isla-nación de Madripur, gobernada por un príncipe corrupto, con mafiosos campando a sus anchas y con parte del entorno del Bar Princesa ya representado con O’Donnell y Tyger Tigre, incluso con el nuevo uniforme de Logan para sus actividades allí, que después veríamos habitualmente en los primeros episodios de la serie regular.

Los encantos de Hemorragia y Camorra

Aunque los villanos principales de la nueva etapa eran algunos pesos pesados ya conocidos, como el Samurai de Plata o el General Nguyen Ngoc Coy, destacaban con luz propia dos esbirros bastante particulares que llegaron a ser realmente amenazas para Lobezno, Hemorragia y Camorra. El primero un vampiro que chupaba energía vital a través de sus manos y el segundo un fortachón enorme cuyos puñetazos aun resuenan en alguna parte del cráneo metálico de nuestro protagonista. Ambos formaban un equipo de lo más pintoresco para una ciudad de claroscuros entre su barrio portuario y decadente y la zona alta, luminosa y cubierta de riquezas, un contraste que vamos a ver reflejado muy a menudo, sobre todo cuando los amos de las actividades delictivas se muevan entre ambos mundos.

Por otra parte contaremos con personajes de apoyo de la entidad de Jessica Drew, SpiderWoman antes de perder sus poderes (en esa época la SpiderWoman de Marvel había pasado a ser Julia Carpenter con un traje negro y blanco muy acorde con la etapa del simbionte en la colección del trepamuros), Lindsay McCabe, muy buena amiga de la anterior y con un papel importante en aquellos primeros episodios, colaborando como investigadora con Drew o Karma, la psíquica de Los Nuevos Mutantes que en esos momentos trabajaba para su tío el General Coy. Todo un interesante plantel que mejora en mucho la calidad de las aventuras, apareciendo casi como un reparto coral, dando buena réplica a Logan, en su papel de Parche, ocultando su identidad real, aunque pocos tragaron con ese cuento tras verle mostrar sus garras.

La brevedad de Claremont

El guionista británico, patriarca mutante y sobre cuyo poder estaba el destino de Lobezno, terminó por dar rienda suelta al mutante canadiense y lo acompañó durante el serial de Marvel Comics Presents y en nueve de los diez primeros números. Marcó las bases sobre las que pivotarían los primeros años de la colección y dejó el relevo en manos de una de las jóvenes promesas de la editorial, Peter David, cuyo trabajo brillaba en la colección de El Increíble Hulk. David se inició en Wolverine vol.2 #9 con un tie-in dibujado por el veterano Gene Colan, que no mostró su mejor cara. En el #11 comenzó una saga de seis episodios bajo el sobrenombre de El Caso de la Piedra Gehenna, una vez que Claremont se despidió por todo lo alto con una historia mítica de Lobezno y Dientes de Sable.

Para el dibujo y salvo la colaboración de Colan ya citada, se contó exclusivamente con John Buscema para todo la producción artística. Pasó por las manos de diferentes entintadores como Klaus Janson, Al Williamson o Bill Sienkiewicz, llegando incluso a entintar sus lápices por sí mismo en un par de números. El resultado es más que brillante, se notaba que Buscema se encontraba muy a gusto en aquellos episodios y además quedaba patente lo bien que le sentaban aquellos entintadores que endurecían su trazo.

Un montón de extras

El tomo se completa con multitud de extras que ocupan más de treinta páginas,  que van desde reproducciones de páginas originales a una historia publicada en el Annual #4 de Marvel Age, o diversos artículos, portadas e ilustraciones de diversos artistas. Estamos ante el inicio de una etapa muy importante para Lobezno, en una época en la que aun se mantenían a buen recaudo la mayoría de los secretos que guardaba el personaje, pero caminando con paso fuerte hacia momentos que definirían del todo a Logan, ese pequeño cascarrabias canadiense.

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