En el contexto de otra colección, Guardianes de la Galaxia de Donny Cates, surgió la posibilidad de explorar una historia diferente con Norrin Radd / Estela Plateada como protagonista. Panini Comics acompaña al nativo del planeta Zenn-La a verse las caras con un reverso tenebroso como Knull.
La renuncia
Desde que Estela Plateada fuese creado por Stan Lee y Jack Kirby en las páginas de Fantastic Four #48 USA, allá por marzo de 1966, hemos podido comprobar que gran parte de la existencia del personaje se ha basado en el sacrificio. Y no uno cualquiera, ha ido renunciando a contar con una vida propia alejada de todo el ruido mediático y cósmico que le ha rodeado a lo largo de casi sesenta años de presencia en los cómics. Su primer acto de generosidad tuvo lugar cuando se convirtió en heraldo de Galactus para salvar a su planeta de la destrucción, pero aquel fatídico día le privó del amor de Shalla-Bal, la mujer de su vida. Desde ese momento su mayor tesoro han sido unos poderes cósmicos que han aplacado un poco el sufrimiento de perder su libertad.
Porque Estela Plateada no ha dejado de padecer desde entonces, es un hombre castigado por el destino que a lo único que ha podido sujetarse, por breves periodos de tiempo, es a sus amigos, aquellos que se ha ganado con el alma más pura que surca la inmensidad del universo, conocido y por conocer. Ahora, atrapado por el horizonte de sucesos de un agujero negro, se ha visto transportado a un lugar desconocido donde tendrá que hacer frente en solitario a una nueva amenaza que va a intentar arrebatarle esa luz que le caracteriza. Nada más y nada menos que el conocido como el Rey de Negro, Knull, el dios creador de la raza de los simbiontes.
Identidad en plata
El camino a recorrer va a estar plagado de espinas, de más ofrecimientos y martirios, incluso de llegar a plantearse la inmolación por lograr detener a una fuerza muy superior a la suya, una que exprime sus poderes al máximo. A lo largo de los cinco episodios que componen Estela Plateada: Negro vamos a poder experimentar un uso muy original de componentes inherentes al protagonista, como su tabla, aquella que le permite surfear las invisibles olas de la materia del Cosmos. Donny Cates no escatima en imaginación para convertirla en un arma (bien sea una lanza o una espada), un taladro para penetrar en un joven planeta Ego o una cadena para remolcar la incubadora que forjó al mismísimo Devorador de Mundos, Galactus.
Pero aunque enfrentarse a Knull sea el objetivo final, por el camino podemos ver los intentos que Norrin Radd hará en ese universo por reconstruir su propia historia. Veremos una reformulación de su propio origen o la búsqueda de modos de evitar convertirse en heraldo de la destrucción. Cates hace que Estela Plateada tenga que enfrentarse al dolor que supone poder cambiar el futuro de muchos a costa de su propia moral, de sus principios. A veces, un pequeño paso hacia adelante o hacia atrás pueden alterar por completo lo que hemos conocido, pero las consecuencias pueden ser fatales, a pesar de contar con la mejor de las intenciones.
La exploración retorcida
Esta obra no podría entenderse igual si no hubiese contado con el artista que la ha dado forma visual, el ilustrador Tradd Moore. Su peculiar estilo nos lleva a un viaje tremendamente bello, de siluetas que se deforman, que se contraen y expanden, que nos hacen ver el universo como algo complejo, retorcido, totalmente alocado, como si estuviésemos siendo víctimas de una ensoñación difícil de asimilar, una experiencia que algunos, los más osados y diestros, podrían calificar de catarsis, por la vía de probar el ácido lisérgico para abandonar un estado natural por otro provocado por el consumo de la droga. Estela Plateada consigue liberarse a costa de sacrificar su luz, para compensar, en cierta forma, todas aquellas vidas que una vez colaboró en arrebatar.
Se trata de una lectura breve y ágil, enriquecedora y rompedora, digna heredera de la esencia de aquellos autores que han entregado un pedacito de sí mismos al personaje. Estela Plateada: Negro es más que una nueva vuelta de tuerca, una deconstrucción de Norrin Radd que le lleva al límite por un bien mayor, lo que ha venido haciendo desde que le conocimos, desde que su inocencia le llevó a darse de bruces contra una pared en incontables ocasiones. Pero el eterno optimista, aquel que puede ver que las cosas pequeñas pueden salvar a una raza al completo, ahora abraza otro color de piel, un luto que llevar puesto durante una temporada, porque su pérdida bien lo merece.