Segundo ciclo de la colección de Alien cuya guía recae en el guionista Philip Kennedy Johnson que nos lleva por diferentes derroteros a Linajes. Panini Comics acompaña a Salvador Larroca en los últimos números que dibuja para la cabecera de los xenomorfos.
El Alien como criatura hostil
No existe una fase del xenomorfo (Alien) que no esté marcada por su violento comportamiento. Desde que el abrazacaras surge del huevo ya se muestra extremadamente marcado por la necesidad de agredir a su víctima, aquella sobre la que depositará su simiente antes de sucumbir con el trabajo ya realizado. La fase de incubación del sujeto es rápida, entre 24 y 48 horas son suficientes para que la cría atraviese la caja torácica de quién lo portaba, provocando su muerte inmediata mientras busca refugio antes de alcanzar su desarrollo adolescente. En todo momento es capaz de ser dañino, incluso si se consigue derrotarlo en cualquiera de esas fases, su sangre ya está compuesta por un ácido de alto poder corrosivo, capaz no solo de atravesar la débil carne humana sino penetrar metales de casi cualquier composición.
Su capacidad de adaptación a cualquier medio lo convierten en una criatura sumamente peligrosa. Incapaz de convivir con otras encarnaciones sintientes que no pertenezcan a su propia raza, la cual se gestiona como una sociedad reglada por la disciplina absoluta hacia su reina, como miembros de una colmena pero siendo cazadores natos, inteligentes, capaces de analizar las situaciones y obtener una respuesta apropiada, nada de simplemente dirigirse hacia su presa a cuerpo descubierto, utilizador de las sombras y de cualquier otro medio que le de ventaja táctica. En consecuencia, una máquina de matar orgánica que con sus garras, cola puntiaguda y doble mandíbula puede acabar en pocos segundos con un regimiento completo.
Weyland-Yutani Corporation
Los intereses económicos mueven montañas si estas no permiten que una empresa se salga con la suya, con tal de engordar las arcas de los que las dirigen. Contar con la mayor arma biológica jamás conocida les ha vuelto codiciosos y sobreprotectores con su producto, anteponiendo sus experimentos e investigaciones sobre los xenomorfos (Alien) a cualquier otro interés de la sociedad. Si una colonia puede servir de nicho de cría para estos cazadores, y se encuentra en algún lejano paraje del espacio que poco le importa a nadie, Weyland-Yutani no dudará en engañar, corromper e incluso arrasar todo lo que se les ponga por delante. Así que Eurídice, una luna anexionada por las Américas Unidas que lleva veinte años terraformándose, no va a ser un obstáculo.
Allí se asentaron hace mucho una comunidad religiosa conocidos como Los Hilanderos, una suerte de secta que adora a La Madre que espera obtener la propiedad de Eurídice ahora que la terraformación ha llegado a su “feliz” final. Con Jane, una mujer de armas tomar, al frente de una de las tres Estaciones, Alfa, siendo las otras dos Beta y Gamma, esperan la llegada de la nave de la compañía que sellará el acuerdo. Lo que no saben es que están a punto de ser traicionados a muchos niveles, algunos más dolorosos que otros. La resiliencia de una enferma Jane y sus compañeros les llevará a través de parajes que han conseguido volver habitables pero que ahora sufren de una infección que va a eliminarlos poco a poco.
El cambio de tono
Philip Kennedy Johnson ya nos ofreció en el volumen anterior la historia de Gabe Cruz para ahora escapar del entorno de la Tierra y la Estación Epsilon para mostrarnos que los xenomorfos también pueden ser letales en campo abierto. Acompaña la narrativa con las oraciones de Los Hilanderos, encajando sus sagradas escrituras como hilo conductor de la trama. Buscando la esperanza incluso cuando las opciones de sobrevivir son nulas. Convierte las apariciones de los Aliens en verdaderos traumas terroríficos, no exentos de sobresaltos pero sobre todo dotando de la pausa tan necesaria que marca todas las fases por los que pasan las criaturas.
Para dibujarlo todo nadie mejor que Salvador Larroca, que sigue aumentando el carisma de los xenomorfos y vuelve a tener la oportunidad de dibujarse a sí mismo por la inclusión del Annual # 1 de la colección dentro de este tomo, devolviendo el protagonismo a Gabriel Cruz, narrando los hechos acaecidos con anterioridad a lo que ya pudimos ver en la entrega anterior. Es una pena que su paso por la colección toque a su fin, al menos por el momento, pues el siguiente reinicio tendrá a Kennedy pero el apartado gráfico corre a cargo de Julius Ohta. De momento no decepciona y se lee con interés esta primera parte, ciertamente recomendable para los fans de la saga de películas.