Segundo y último tomo de esta nueva revisión de Los Nuevos Mutantes con Danielle Moonstar, Espejismo, como mentora. Panini Comics continúa ofreciéndonos las etapas de la primera década del Siglo XXI con los más jóvenes mutantes como protagonistas.
El amor en tiempos adolescentes
Paul Simon y Arthur Garfunkel ya le dedicaron una canción hace muchos años a la Señora Robinson, la mujer madura por la que bebe los vientos un adolescente. Igual el concepto no es del todo aplicable en el comic que tenemos entre manos pero si tenemos en cuenta que conocemos a Rahne Sinclair desde principios de los años ochenta del siglo pasado, podríamos decir que estamos familiarizados con el personaje y ya no la consideramos una adolescente de su primigenia etapa en los Nuevos Mutantes, sino alguien más adulto que aquellos con los que ahora ejerce como mentora.
Pero la señorita Sinclair no acapara todos los focos en lo que a romances se refiere pues las vidas de los jóvenes mutantes que protagonizan estos episodios van a estar de lo más ajetreadas en cuanto a ese sentimiento que hace despertar mariposas en el estómago. Todo ese amor en el aire nos enfrenta a una especie de serie a lo Gossip Girl, donde hasta los cotilleos salpican a unos y a otros en la vida diaria en el Instituto Xavier, denominación que en esos momentos recibía la archiconocida Escuela situada en Salem Center, estado de Nueva York.
La importancia de esos rivales más incómodos
Siempre se dice que un héroe se mide en función del enemigo al que le toca enfrentarse. En este caso no podemos hablar de villanos propiamente dichos aunque reciban el nombre de Infernales, igual que los alumnos que Emma Frost tenía en su Academia de Massachussets. A pesar de ser su mentora el componente es en parte distinto, no dejan de ser alumnos del Instituto Xavier pero su aura recuerda bastante al espíritu de aquellos. Julian Keller, su líder, es el vivo ejemplo de personaje repelente, arrogante, orgulloso y soberbio, ingredientes todos que le dotan de un importante atractivo, hasta incluso cobrar más protagonismo que el que debiera. Porque reconozcámoslo, nos gusta un malote más que a un niño un caramelo.
Tanta relevancia llegan a alcanzar que incluso van a gozar de una miniserie que entronca con la colección principal. Hellions se centra en el grupo de Julian, cuyo propio nombre en clave es Infernal. Junto a Tag, Ruina, Mercurio (no hablamos de Pietro Maximoff), Arena y Alud. Se las van a tener que arreglar con una prueba de su propia mentora en la que se cruzarán con Creador de Reyes, Iguana y el Paladín. Salir airosos será suficiente para comprobar de qué pasta están hechos estos jóvenes.
Guionistas fijos, dibujantes alternándose
Nunzio DeFilippis y Christina Weir se encargan de toda la faceta relativa al procesador de textos en todos los episodios que componen este tomo. Su estilo es ágil, divertido, irreverente, fiel al concepto de unos Nuevos Mutantes adaptados al Siglo XXI. Sus aventuras, aunque mediatizadas por los diferentes eventos que van teniendo los mutantes en esos momentos, desde Lobezno Enemigo del Estado a Dinastía de M, mantienen su propio tono mezcla de acción y romance precoz.
Sin embargo, el dibujo de Michael Ryan, Paco Medina, Georges Jeanty, Clayton Henry y Aaron Lopresti si va a irse dividiendo en función de los diferentes arcos o temáticas a las que se enfrentan los protagonistas. Cierto es que a pesar de la variedad de artistas, el estilo se mantiene bastante y no hay una gran diferencia entre ellos que desvirtúe unos números respecto a otros. Mientras Ryan y Medina se ocupan de los primeros números del tomo, Jeanty se hace cargo del especial Yearbook, Henry de la miniserie de los Infernales y Lopresti remata la faena con los números que se relacionan con Dinastía de M.
Este tomo completa junto al anterior una etapa más bien gamberra, repleta de hormonas juveniles y de un final de lo más explosivo y dramático. Su continuación tendrá lugar en Nueva Patrulla-X: El fin de la infancia, un tomo de factura similar que continúa con las peripecias de nuestros jóvenes aprendices pero dando un salto hacia la responsabilidad, dejar de lado el juego no exento de peligros de una buena formación para tener que darse de bruces con la realidad de formar parte de un equipo de La Patrulla-X.