Para aterrorizar no es necesario eviscerar cuerpos o esperar un susto tras cada esquina. Es mejor crear una atmósfera paulatina que nos lleve a mirar bajo la cama tras cada pequeño ruido. ECC Comics nos acerca a la estación de Otoño para que temamos a lo que hay en lo profundo del bosque.
Un pueblo tranquilo y encantador
Comfort Notch, lo que traducido literalmente al castellano sonaría como “muesca de comodidad”. Es el clásico pueblo americano del norte de la Costa Este donde todo parece ser un remanso de paz y tranquilidad. Precisamente ese rincón en el que encontrarnos a gusto, llevar una vida plácida rodeados de vecinos amables de sencillas costumbres. Una comunidad implicada en el bienestar de todos y cada uno de sus miembros, incluidos los más desfavorecidos… siempre que se siga el discurso oficial y no haya disidentes que se pierdan en relatos antiguos que plantean una realidad diferente y menos agradable.
Hasta aquí se desplazarán Kat Somerville y su hija Sybil. No han tenido una vida sencilla hasta el momento pero la muerte de Trudy, su madre y abuela, les ha llevado a regresar a un lugar que la niña no conoce, pues su madre fue expulsada del pueblo por la difunta Sra. Somerville a la corta edad de nueve años, para no volver hasta ahora. De forma sorprendente se encuentran heredando la casa familiar, aunque en principio la edificación había recaído en otras manos, las de una misteriosa mujer que ha decidido legársela a ellas. Todo muy conveniente, una población atractiva, nuevos habitantes… pero una leyenda negra detrás que les persigue desde hace más de doscientos años.
Una semilla maldita y vengativa
No es oro todo lo que reluce, ni siquiera el fulgor de las hojas de colores ocres que cubren de caducifolios el otoño. Algo se esconde a la vista pero el lugar no lo ignora. Todos son conscientes, todos menos los que acaban de llegar y no conocen la historia, el legado que año tras año les afecta. Mantener esa perfección tiene un precio, un ilustre panteón de cuerpos no presentes. La maldición de una antigua mujer maltratada por su pareja pesa muchísimo sobre cada equinoccio de finales de septiembre y si la cuita no llega entonces se cobra con intereses, con catástrofes que añaden muertes mayores de las necesarias.
Para Kat y Sybil la apariencia de normalidad se irá cobrando pesadilla desde muy pronto. Al principio con pequeños detalles. Discrepancias en la historia recogida en la biblioteca de Comfort Notch. Una superviviente toxicómana que alerta de una situación irregular, las buenas palabras de un alcalde adulador… Pequeñas perlas que arrojan poco a poco algo de luz en el relato antes de ser consumidas por la oscuridad imperante en las profundidades de un bosque con cuentas por ajustar, que se queja de la tala de los árboles cuando no encuentra contraprestación.
El poder de la palabra hecho dibujo
El escritor Daniel Kraus, a pesar de sus novelas, es sobre todo conocido por su colaboraciones con Guillermo del Toro. Co-escribió con él la versión escrita de La forma del agua además de otras cosas y por terminar la novela que dejó inacabada George A. Romero, The Living Dead. En Otoñal teje una trama interesante, pausada, que se va desgranando poco a poco, sin necesidad de prisas. Todo parece perfecto para el reinicio de las vidas de Kat y Sybil, hasta el amor vuelve a entrar en la vida de la madre, para después ir realizando una deconstrucción lógica y tenebrosa del desenlace, abrazado a ese género del terror rural que bebe de los mitos y el boca a boca extendido a lo largo de los siglos.
Chris Shehan (House of Slaughter) al dibujo y Jason Wordie con el color llevan a cabo una ambientación brillante, que determina en buena parte el lucimiento general de la obra. Sus representaciones de la estación otoñal destacan por encima de la luz y la sombra. Provocan pavor con esas hojas que se mueven con vida propia, que amenazan cuando se deslizan libremente, tanto o más que cuando se arrastran dentro de los hogares. Por tanto no podemos más que recomendar esta publicación, un tomo autoconclusivo que resulta perfecto para regalar a los amantes del terror o para nuestro propio disfrute.
