Matanza siempre ha sido popular, un asesino psicópata de masas, que arrodilló Nueva York, que es pariente de Veneno, que tiene a Spiderman como enemigo, son muchas características que hacen de él un gran personaje antagonista, pero, ¿protagonista de su propia serie? A eso Gerry Conway responde con una historia que se remonta a su inicio como asesino, pero que incluye mucho más.
Cletus Cassidy sigue libre, sigue jugando con su comida, sigue matando lo que come, y a veces sólo matando para divertirse. El FBI ha creado una pequeña fuerza para detener al psicópata más peligroso del mundo, y necesita algo más que armas, necesita personas tan peligrosas como Matanza, y para ello tiene que reclutar a la desesperada, no sin pensar, pero ateniéndose a lo que pude usar. Eddie Brock, que ahora es el huésped de Toxina, hijo de Matanza y nieto de Veneno, y el Coronel Jameson, ex hombre lobo, e hijo del famoso editor odia arañas de Marvel, pero eso, sólo son armas, falta el cebo.
El primer crimen de Matanza fue cuando era un niño, incendió el orfanato donde vivía, acabando con todos sus habitantes, todos menos uno. Una mujer, que arriesgará su vida para que se acabe el terror del asesino del simbionte sanguinolento.
La historia de Matanza es bastante sencilla, siempre ha estado impelido a matar, ya sea en pareja o en solitario, sólo el asesinar una y otra vez ha empujado a este personaje. Es una fuerza de la naturaleza, de la naturaleza oscura del hombre, y Gerry Conway ha escrito bastante sobre ellos.
El guionista crea un nuevo vehículo para desarrollar al villano, pero no para darle el protagonismo, sabe lo importante que es que un villano sea un villano, que tenga héroes en su contra, y que su personalidad crezca, pero no se deforme, o de villano acabaría en antihéroe, y eso no sería Matanza. Por ello comienza con una trama que mezcla el tono de las series o películas de cazadores de psicópatas, y lo une a las de terror en las que se caza un monstruo, o se es cazado por él. Pero com una buena premisa dura lo que las buenas ideas, Conway comienza lo que puede ser una trama llamada a enlazar con los mundos más oscuros de la Marvel, los de profecías malvadas y baños de sangre.
El único punto flojo para la serie le viene de un punto fuerte, Mike Perkins. El inglés es un dotado artista para el terror y la intriga, lo que le da mucha potencia a todos los elementos que deja el guión en sus manos, pero eso también significa que sus monstruos son seres muchas veces más sobrenaturales de lo que Toxina o Matanza requieren, el trazo los vuelve algo menos deformes de lo que son, algo más horrendos, pero menos poderosos como fuerzas de la naturaleza.
Narrador hábil, y con dominio de las sombras, Perkins cumple perfectamente con su trabajo, pero como ya se ha comentado, falta ese miedo que producía el Matanza, por ejemplo de Clayton Crain, que resultaba poderoso, intimidante por su poder y su inhumanidad.
‘Matanza. La que se escapó’, es una cómic de psicópatas y terror en un mundo donde los superhombres en mallas son protagonistas, muestra una fealdad en un mundo brillante como el de la Casa de las Ideas, y por ello es un gran añadido a un universo, que muchas veces pierde entidad porque hasta sus villanos más peligrosos, van acompañados de fuegos de artificio. Matanza no, Cassidy sólo es sangre y vísceras derramadas, no hay luz, y encenderla solo servirá para que sus zarcillos te encuentren más rápido.