El Rey Tuerto, adaptación de la homónima obra de teatro escrita por Marc Crehuet, está dirigida por el propio Crehuet y protagonizada por Miki Esparbé, Alain Hernández, Betsy Túrnez y Ruth Llopis. Una cinta que se estrenó el pasado viernes 20 de mayo en los cines españoles y de la que, con motivo de su presentación en los Cines Renoir de Plaza de España (Madrid), Cinemascomics tuvo la oportunidad de hablar con uno de los protagonistas.
Lidia y Sandra, dos amigas que llevan mucho tiempo sin verse, deciden organizar una cena de parejas para charlar sobre su vida actual y, además, conocer a sus respectivos novios: David, un policía antidisturbios, e Ignasi, un documentalista social que perdió un ojo por culpa de una bola de goma que le golpeó en una manifestación. Todo ello amenizado por los discursos que un político recita desde la televisión. Cuatro personajes que quedan para cenar, recordar viejos tiempos y ponerse al día… sin saber que David dejó tuerto a Ignasi.
El Rey Tuerto es una llamada al diálogo entre las Dos Españas, entre los Tres Mundos, entre La Sociedad, al completo, porque la ignorancia exige silencio y los estereotipos lo son, hasta que dejan de serlo. Crehuet firma una píldora de reveladoras ocurrencias con una perspectiva inédita, con un tratamiento ajeno a la frivolidad y buscando la llaga inflamada del espectador. Para verla y escucharla sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, y sin la mirada recelosa de quien desea ser ofendido.
El Rey Tuerto es un relato muy psicológico, incluso en clave conspiranoica, ¿cómo has preparado a tu personaje a esos niveles?
Hasta que estrenamos la obra de teatro, descubrimos que en Barcelona hubo siete casos de personas a las que le habían vaciado el ojo con una pelota de goma en tres años. Una barbaridad. Y lo comenté con Marc, que yo no quería acercarme demasiado a eso para que no me condicionara el trabajo. Nosotros trabajamos con comedia negra, un género que te pone en un sitio que, si entras a fondo en un caso en concreto, te llevarían a un punto demasiado delicado como para hacer humor con ello. De todas formas, la película no frivoliza, sino que te hace reír de cosas que ni siquiera te habías planteado, luego te manda al pozo del drama, te vuelve a levantar. Al ser así, preferí no acercarme a un caso en concreto. Sí que es verdad que traté de armarlo a partir de una impotencia generalizada, con las cosas que le molestan de verdad a la gente. Porque la gente hace lo que puede por demostrar su descontento. Entonces, sumado eso a la impotencia que puede sentir alguien a quien le han vaciado el ojo con una pelota de goma, a la que le han jodido la vida, es lo que resulta de Ignasi. Es que incluso había casos de víctimas que ni siquiera estaban manifestándose, sino que pasaban por allí y le tocó a él, como te podría haber tocado a ti o a mí. Trate de conectar con esa pérdida del rumbo.
De hecho, tu personajes es débil, y es algo que he comentado con Marc antes, ¿Nacho llora por la pérdida del ojo o porque no se siente capaz de afrontar la realidad?
Es un cúmulo de cosas. Se suma el hecho de que todavía está muy tocado , viene de un momento muy delicado y no está preparado para afrontar eso. Pero a la vez es consciente que su pareja tampoco es empática y él usa ese victimismo para tratar de lidiar con según qué situaciones, pero eso también lo ha llevado al límite y ahora le toca apechugar e ir a esta cena. También llora por la impotencia que le causa el carácter de David (Alain Hernández). Otra parte de la llorera tiene que ver con que los dos personajes terminan descolocados, con la desesperación que le genera ese no saber dónde está…
Y es que Nacho le crea incertidumbres a David, y viceversa, como que juega a ser Dios con él…
Totalmente. Es curioso porque los personajes se mueven un poco por amor. David no volvería a quedar con Nacho si no fuera porque quiere recuperar a Lidia (Betsy Túrnez), y Nacho no quedaría por David si su chica no se lo pidiese. Hay un juego muy interesante. También porque Nacho va a ver a David bajo el pretexto que le indica Sandra (Ruth Llopis) “ve a hablar con él para que no le haga a nadie lo que te ha hecho a ti”, y eso le coloca en una situación de poder frente a la predisposición que David le ofrece. Pero por otro lado también siente miedo, de hecho se ve al personaje casi siempre compungido, débil ante lo que le exige David. Oscila entre esos dos extremos.
La evolución del personaje es brutal, pasa de llorar desconsoladamente a pegarle un bofetón…
Exacto. Aunque aparentemente tiene un discurso muy marcado, unas veces sincero y otras veces inculcado por otra persona, sí que es verdad que el personaje está en un momento muy vulnerable, entonces se agarra a lo que le dice su chica. Si su chica le dice blanco, es blanco, si le dice negro, es negro, porque el está muy perdido, no puede tomar decisiones porque no está preparado todavía. Lo que hace es fiarse de su novia y trata de sacar fuerzas de donde no las hay.
Existiendo un paralelismo entre Nacho y David, ambos no saben tener una iniciativa clara y certera…
Exacto. Ellos son víctimas, todos son víctimas del sistema al fin y al cabo.
Los personajes de Betsy y Ruth actúan de manera similar, parecen perdidas pero le marcan el rumbo a sus respectivas parejas…
Sí, sí, es que es eso exactamente. Todo victimismo… (Risas)
El Rey Tuerto es una comedia negra, pero de las de tragar saliva…
Sí, sí, yo digo que es un humor con el que la gente se ríe con la o, como flipando por lo que acaban de decir los personajes. Pero no para relativizar, sino para reflexionar sobre algo de lo que nunca te habías imaginado ser capaz de reírte.
Y, además, sin maniqueísmo ni frivolidad…
La película trabaja mucho con la incomodidad. El texto es una genialidad porque trabajar un tema tan delicado a través de la comedia, sin frivolizar, y que te lleve a sitios tan oscuros sin ser un panfleto, porque no lo es. Desde el principio te coloca en el lado incómodo. Es un quiebro muy heavy estar oscilando entre la comedia y el drama y que salgas del cine teniendo la sensación de que has disfrutado del viaje pero que, a la vez, te ha removido. Hay momentos divertidos, pero también inducen a la reflexión porque a lo mejor el de al lado se ha reído de algo que a ti no te hace ni puta gracia, o viceversa. La película es necesaria, y además estoy de acuerdo en que no es un formato muy habitual, más como una invitación al diálogo, porque la gente sale de la sala con ganas de compartir sus enfoques y creo que el texto tiene mucho mérito en este aspecto. Y es llamativo esto de lo inédito porque por referentes nos han sacado muchos a nivel formato, como Un Dios Salvaje, pero en el tono a Marc se le nota que le flipa el humor incómodo, algo así como Louie C.K. o Ricky Gervais.
¿Se puede reeducar a la masa social?
Lo que no se puede hacer es adoctrinar. Hay que tratar de ofrecer las herramientas para manejar o dejar de manejar lo que nos vendan, porque lo que nos llega esta tan manipulado, la información ha pasado por tantos filtros estudiados, que ni siquiera sabes cuanta verdad hay detrás de eso. Creo que se puede educar a gestionar la información cuando te llegue, eso sí, y creo que es necesario sobre todo para las nuevas generaciones. Nosotros igual estamos convencidos ya, pero ellos necesitan herramientas nuevas. De hecho, la película te genera muchas preguntas y eso es muy bonito. Es una película muy necesaria.
Y también visionaria…¿hay pocos tuertos y muchos ciegos?
Sí, y es algo que comentaba con Marc mientras preparábamos el personaje. Hay algunos antisistema, pero de los moderados, que han llegado hasta ese punto por tendencia, porque es algo que también está de moda. Protestar parece que se ha convertido como estar al día. Y Marc decía el otro día que él tiene una relación amor/odio con el mundo hipster. Está bien que la gente descubra nuevos mundos, nuevos artistas, lo que sea, pero luego está eso de compartir todo como si fuesen cromos, como “mira yo tengo tantos y tú tienes tan pocos, yo controlo más”. Y con esto hay que tener cuidado, porque en este mundo hay mucha tendencia egoísta. Y mi personaje creo que ha llegado hasta ahí por esta vía.
A nivel personal, ¿compartes ideología con tu personaje?
Comparto la impotencia. Nos han llamado “la comedia negra de la crisis», y sí creo que la impotencia es latente en la película. Y la gente está muy asqueada, y eso es lo que comparto con todos los personajes, no sólo con el mío. Esta mentira de que la crisis es culpa nuestra. Mira tú has tratado de llegar a final de mes, las posibilidades estaban ahí, no es que hayamos vivido por encima. Además que el concepto “crisis” se ha convertido en una herramienta para gestionar según qué cosas y manipular a la gente.
¿Y como has gestionado físicamente tu personaje?
Desde el primer momento que te pones el parche y tratas de ponerte en la piel de una persona que ha sido mutilada durante una manifestación, te coloca en un lugar determinado. Es un golpe psicológico muy grande. Y en lo físico es muy jodido, yo llevaba el ojo tapado en las jornadas de rodaje durante diez horas, oxigenándolo un poco cada vez que no me tocaba rodar, pero te da unos dolores de cabeza brutales, te hace perder la profundidad al ir a coger un objeto… Además, piensa que estaba constantemente llorando, entonces yo llevaba el ojo abierto dentro del parche para no tener conjuntivitis y no acabar con el ojo vago.
Ahora vas a estrenar Rumbos, ¿qué nos podremos encontrar?
Es una dramedia muy coral, pasa todo a tiempo real en una noche de verano. Todo pasa dentro de vehículos y son historias de dos. Es la segunda película de Manuela Moreno, que ha tardado 8 años en hacerla. Salgo en la primera secuencia con Pilar López de Ayala y nuestra historia es la que inicia la película. Todo muy rápido además, porque lo mío fueron dos días de rodaje nada más…
Al estilo Barcelona Nit D’hivern…
Sí, y al principio me cagué porque digo… Historias cruzadas y tal, pero no tiene nada que ver. En Barcelona Nit D’hivern son varias historias que están interconectadas y en Rumbos las historias son sólo de dos y van a su aire, no tienen nexos de unión entre ellas. Es muy llamativo porque hay distintos vehículos y en cada uno hay una historia muy chula. Esperemos que cale hondo.
Y ahora que mencionas los ocho años que ha tardado Manuela en hacer la película, ¿es muy complicado levantar una película como El Rey Tuerto?
Sí, y además hemos estado promocionándola últimamente y es ahí cuando te das cuenta de lo difícil que es levantar una película de ese tamaño. Hay un mercado mainstream y comercial que tiene que estar porque es el que llama la atención de la gente y la atrae a las salas a ver cine español, pero también hay un mercado indie que es necesario que esté. Y la gente viene diciendo que estamos viviendo la época dorada del cine underground. Sí, pero para eso hace falta dinero, que hay directores como Marc o Sergi Pérez que se han hipotecado para hacer su película porque si no, no podían. Y ve ahora a su casa después de que sus películas sean éxitos relativos de crítica y público, y pregúntale si lo harían otra vez con el mismo presupuesto. Siendo una segunda película, no hablamos de una primera. Nadie quiere rodar en esas condiciones, son condiciones precarias, todo con rapidez, con presupuestos super ajustados. Y, además, vas a la promoción y la gente sólo ve la purpurina, pero no ve el trabajo que lleva eso detrás. Es que no saben el calvario que son esos rodajes.
Vas a empezar a rodar ahora Las Leyes de la Termodinámica…
Eso es, eres el primero que me pregunta esto. De hecho creo que se publicó ayer o hace dos días… Qué bueno. Pues sí, empezaremos en breve el rodaje, la historia es muy interesante, pero aun no puedo desvelar nada.
¿Cómo estás gestionando a nivel personal la cantidad de proyectos en los que estás involucrado?
Estupendamente (Risas). Si es verdad que cuando empiezas a currar más y se empieza a ver más lo que haces comienzan a llegar más proyectos. Estoy muy contento porque los directores me están seleccionando para perfiles variopintos que no me han visto interpretar. Esto es algo muy poco común en realidad. Entonces eso también te permite no encasillarte en un mismo personaje. Estoy muy feliz por ello la verdad, mis personajes no tienen nada que ver el uno con el otro, estoy trabajando con directores distintos y aprendiendo mucho de todos. Porque al fin y al cabo, lo nuestro consiste en entrenar mucho y tratar de ser una esponja con todo el mundo. Me acuerdo cuando estaba estudiando en la escuela de interpretación que una profesora nos decía que la escuela de verdad es cuando empiezas a currar. Y es que es así, hay que tratar de aprender todo el rato y de todo el mundo.