‘La Novia’, adaptación de Bodas de Sangre, dirigida por Paula Ortiz y protagonizada por Inma Cuesta, Alex García y Asier Etxeandia, se estrena el próximo 11 de diciembre en la taquilla española. Con motivo de su presentación en el marco de la Madrid Premiere Week, Cinemascomics, junto con otros cinco medios informativos, tuvimos la oportunidad de charlar con la directora, y con la protagonista de la pieza.
La Novia, El Novio y Leonardo mantuvieron una infancia en la que ninguno prescindía del otro, hasta que, tras una disputa entre las familias de El Novio y Leonardo, ambos separaron sus caminos y vivieron en tensión, uno en cada extremo del campo. Mientras, La Novia vagaba entre el amor de uno y la pasión del otro. A pesar de esta situación, el hilo que formaron de adolescentes, no serán capaces de romperlo, llegando a las últimas consecuencias.
La Novia se ha rubricado como la adaptación cinematográfica de una de las tragedias lorquianas, Bodas de Sangre, y se ha rubricado con sello propio, dejando en el tintero algunos matices del dramaturgo, y aportando otros que le otorguen el aspecto que la cineasta pretendía. Una adaptación por y para el personaje principal, recabando en sus angustias internas y contrastando con la algarabía de su entorno.
Pregunta: ¿Cuándo te das cuenta de que Bodas de Sangre podía ser una película?
Respuesta (Paula): La primera vez que dije “esto es una película” lo pensé de las primeras veces que lo leí, de adolescente. Lo que pasa que en esa época tenía muy complicado hacer cine, estudiando filología inglesa y con padres fuera del ámbito cinematográfico, no sabía muy bien si había alguna opción. Después de De Tu Ventana La Mía, lo propuse. Porque cuando haces una película, te da la sensación de que es la última, entonces quieres hacer la que más te apasiona, y yo recordé Bodas de Sangre. Una de las primeras imágenes fue la novia escupiendo cristales, porque Lorca repetía una y otra vez la frase “son los vidrios que se me clavan en la lengua”.
P: Has conseguido transmitir, entre otros muchos, uno de los símbolos más importantes para García Lorca; la musicalidad. ¿Cómo te impactó Bodas de Sangre para llevarla al cine de esta manera tan bella?
R (Paula): Comprendo mejor Bodas de Sangre. Cuenta mucho del mundo actual, cuenta profundamente quienes somos y las preguntas éticas fundacionales de ese momento. Estamos en un momento de sensibilidad trágica, como Lorca cuando las escribió. Es parte de la sensibilidad trágica, puesto que ésta fomenta una catarsis estética que resurge siempre en los momentos socio-culturales de crisis sistémica, de cambio y reconstrucción. Estamos hambrientos de relatos de ese tipo, deseando que nos lancen esas preguntas, y para llegar a las preguntas, tienes que vivir la catarsis a todos los niveles; plástico, fotografía, a nivel dramático, de la palabra poética y a nivel de la música. La música es, probablemente, uno de los lenguajes más potentes para empujarte a esa catarsis. Y la música entendida, por un lado como la plantea Lorca, a través de las canciones populares, y por otro lado, con la banda sonora que ya estaba concebida cinematográficamente para conseguir esa experiencia de catarsis.
P: Inma, ¿cómo te has preparado para el papel?
R (Inma): Cuando Paula me llamó para decirme que quería verme en el papel, algo se desató dentro de mí. Es curioso que hay historias que te vienen en el momento adecuado, y puedes entenderlas y esta llegó en ese momento. Digamos que fue un trabajo a corazón abierto, entrando en laberintos personales bastante complejos y contradictorios. Y todo eso, dio el resultado, guiado por Paula, al trabajo más visceral que haya podido hacer.
P: ¿Cuál es la escena que más complicada te ha resultado?
R (Inma): Todo el proceso ha sido duro. Requería un riesgo y una responsabilidad. El viaje ha sido bastante doloroso, pasional, divertido, ha sido absolutamente catártico. La secuencia más compleja es la última, con La Madre, cuando ella va a entregarse. Tiene gran importancia porque es mítica dentro de la obra de García Lorca.
P: ¿Crees que las mujeres tenéis mayor dificultad a la hora de hacer cine?
R (Paula): Sí. Los datos nos dicen que sí. En España, un 7% de las películas están dirigidas por mujeres, un 15% escritas, un porcentaje muy pequeño para la cantidad de mujeres que estudian y se preparan en al ámbito audiovisual y en el ámbito cinematográfico. Cuando llegas a la industria todo es muy salvaje y el mercado, como en cualquier otro área empresarial, arroja a las mujeres a los márgenes. Lo pone más difícil, hay techos de cristal, hay cuestiones de conciliación muy complejas…no sólo para las directoras, sino para las guionistas, productoras. Es muy complicado.
P: Hay está CIMA, ¿no?
R (Paula): Sí, estamos reivindicando y luchando, porque es cierto que en la industria siguen desconfiando de las mujeres, por una cuestión de clichés, para los grandes proyectos. Parece que una superproducción no puede estar dirigida por una mujer. Me gustaría que la próxima película de la saga Star Wars sea dirigida por una mujer, ojalá. Es que ni lo plantean, y en España hay directoras muy buenas que han dado muy buenos resultados de taquilla, con premios en los festivales, a las que no se les confía una superproducción. Y a veces hay directores con menos experiencia a los que se les confía. Parece que las mujeres sólo podemos hacer películas de amor, intimistas…de autor, y se coloca ahí a las mujeres. Yo estoy dispuestísima a dirigir una superproducción.
P: ¿Star Wars?
R (Paula): En Star Wars no me veo…
P: La atemporalidad empleada en la narrativa ¿está hecha para no desviar la atención y centrarte sólo en los personajes o has buscado un estilo propio?
R (Paula): El texto lorquiano es abstracto, no sitúa la historia en ningún lugar, se identifica a Lorca con Andalucía porque él retrataba sus realidades próximas, pero lo hacía de una manera que situaba a sus personajes con sus conflictos en un umbral entre lo irreal y lo real. El desierto juega ese papel. Queríamos reflejar un mundo desértico, rural, que pudiera ocurrir en cualquier espacio del mediterráneo. Se trataba de abrir esa universalidad de Lorca en tiempo y espacio. La atemporalidad completa es muy difícil en el cine, lo que intentamos fue ensanchar el siglo XX, de manera que no se supiera si era en los 30, 40 o en los 60. Fue, básicamente, para mantener el tono de fábula moral que tiene la obra. Por eso también buscamos esos paisajes que Lorca enuncia con una frase en la obra: “yo no tengo la culpa, la culpa es de la tierra”. Tanto en los Monegros y en la Capadocia, como en las localizaciones de La Novia, necesitábamos una tierra que hablase.
P: ¿Cuál ha sido la esencia que habéis intentado transmitir para hacer algo diferente a las versiones pretéritas?
R (Paula): Los clásicos que sobreviven al tiempo son como mapas, textos que te muestran distintos caminos para llegar a una historia o a un mensaje. De esta obra puedes hacer diez adaptaciones, y las diez merecerían la pena. En el caso del Bodas de Sangre, de Saura, es un ballet. Un ballet grabado, entero, en una sala de ensayos. Y los hallazgos visuales de Saura son de una inteligencia brutal, porque en ese ballet se pueden apreciar las metáforas y los símbolos viendo cómo baila la pareja que lo interpreta, es decir, sin una frase. Sin embargo, nuestra apuesta era la contraria, era llevarla a cabo, en espacios salvajes y reales, usando toda la palabra del texto.
P: El trío de intérpretes principal, ¿fue tu primera opción?
R (Paula): Hicimos pruebas difíciles y duras porque se les exigía mucho, se les exigía que tuviesen una presencia icónica, la presencia lorquiana. Tenían que cumplir con esa presencia estética, con la expectativa del imaginario colectivo, y a la vez tenían que saber trabajar con el verso, hacerlo íntimo, natural, no banalizarlo, mantener la palabra poética. Pero yo ahora mismo no me imagino otro reparto, y gente como Luisa, que ya había trabajado con ella, fue La Madre desde el principio. Inma fue La Novia desde que terminamos el guión, también. Creo que nadie que haya leído Bodas de Sangre, se ha imaginado a La Novia de otra forma.