Aunque pensaba ponerle el titulo del pretencioso libro de Brian Griffin en Padre de Familia; ‘Más veloz que la velocidad’ del amor, casi que he preferido acabar hablando de la velocidad de la caspa, porque eso es ‘Interstellar’, caspa compacta que te llena los pulmones y que te pone de mala hostia después de tragarte este infumable espectáculo audiovisual.
Después de tragarme TODO Caballeros del Zodiaco para hacerme un futuro tochopost sobre ellos, vuelvo para dejar por aquí las cosas claras y el chocolate de piedra. Como esto va de Intermierdelar y de toda la caspa que luego recogí por mi cuarto de estar, directamente os podéis ir a la zona de comentarios para dejarme vuestros insultos, que luego cuando me aburra os ire contestando uno a uno. No hay nada más importante para mi que deciros tres cositas. Avisados quedáis.
Antes de que vuestros gritos de odio hacia mi persona revienten la pantalla que tenéis delante (o vuestros aparatos sexuales del esfuerzo) o que vuestra ácida bilis desintegre la misma al emerger como un géiser desde vuestro interior (y posiblemente incluyendo una carcomida alma), debéis conocer que este texto está escrito por alguien que esta hasta los huevos de Nolan. Se trata, por lo tanto, de una critica en contra de la última película del director británico y de una suculenta bofetada a sus fans y a su ciega admiración, cuya película evita que puedan coordinar o pensar correctamente ante ese maremoto sentimental que provoca tanto mojamiento de bragas, a aquellos que consideran que ‘Interstellar‘ es la mejor película de la historia aunque acabe exponiendo los cientos de absurdos, estupideces, incongruencias y delirios del mayor hype la historia del cine. Si estás preparado, puedes comenzar el tour de la degeneración por este agujero negro que es ‘Interstellar’. Si, directos al ano de Nolan. Así que relajad el culo. Y el esfinter de paso.
No hay nada más peligroso en este, o en cualquiera de los mundos mierderos a los que van rollo la tuna por esta película, que un director que directamente hace lo que le sale de los cojones y que encima se sienta legitimado por los aficionados que se tragan cualquier vomito masturbatorio que salga de su más que jodida mente, o de su semen. No hablo de otro que el más que pelmazo de Cristopher Nolan (Mongolan a partir de ahora, como siempre que hablo de el) y su famosísima piscina de lefa, que aunque ha hecho una película cojonuda visualmente ha quedado absolutamente vacía de todo lo demás. Y eso duele. Duele como si me hubiesen metido un hurón por la uretra.
Que no soy fan de Mongolan, a estas alturas os lo sabéis todos (Y si no, os tragáis mi articulo sobre el puñetero Caballero Mierdero), pero suelo seguir su carrera con curiosidad paternal, a ver si algún día le da por hacer una historia digna y absorbente. Esta vez estamos de suerte y su cáncer acoplado Goyer no ha metido la zarpa por este film, ahora solo son Mongolan y Minimongolan, su hermano pirado. Si alguna vez lees en una crítica en alguna revista de cine, por Facebook o Twitter las palabras Nolan, Hiperrealismo, visionario del cine y la polla con cebolla, directamente huye de la crítica, huye como si fueses Flash o Forrest Gump (esta claro de que huía Forrest Gump, se vería una mierda en super 8 de Mongolan de pequeño y quedo traumatizadísimo) y no eches la vista atrás. Si lo haces te convertiras en una estatua de materia fecal.
Por lo visto si es estúpido y confuso, se vuelve la película favorita de todo el mundo.
Nos encontramos ante una de las cintas más absurdas que he visto en mi vida y cuyo giro de guión final ejerce de paradoja inadmisible para cualquier persona con dos dedos de frente. A juzgar por las lamidas de culo a Mongolan en referencia a ‘Interstellar’, el mundo se ha vuelto bastante loco y estúpido, ya que el film de Christopher Mongolan no es capaz de soportar un análisis serio, ya sea de un astrónomo con una dilatada carrera o un astrólogo que se haya sacado su titulación gracias a un socorrido curso online de diez minutos. El supuesto tótem y monolito reivindicado por millones de personas es un objeto completamente hueco e inconsistente, un monumento a la imbecilidad y a la vergüenza ajena.
Recuerdo cuando Carl Sagan y su pelazo se estamparon de morros con la ciencia ficción realista y se dio cuenta que no era nada de eso. Lo llamaban “ficción especulativa”. La idea no es mala del todo, y podría decirse que ‘El Quijote’ sería ficción especulativa: «Digamos que es un tipo que lee demasiadas novelas frikis y se va de madre creyéndose un caballero y deshaciendo entuertos ficticios». Pues eso, especulativa. Algunas obras, íntimamente relacionadas con la ciencia ficción, sin embargo sólo presentan una ambientación futurista, como podría ser el caso de ‘Alien’, que podría haber funcionado con casi idéntico guión en un gran navío mercante y con un monstruo infumable con tentáculos en la boca de las profundidades del océano, ya que estamos ante una obra que lo fundamental es el suspense y el terror psicológico. Quitándole la coletilla más que manida de «ciencia ficción auténtica» tampoco avanzaríamos nada, ni se haría ningún tipo de justicia. Del mismo modo ‘Star Wars’ es una obra de fantasía, y la space opera suele mezclar con bastante gracia naves espaciales, princesas y dragones, y si se hace verosímil aquí no ha pasado nada. Basta con recordar que porque salgan naves espaciales de aquí, no tiene por qué ser ciencia ficción. Para muestra un botón: ‘Apolo XIII’ es una película sobre la carrera espacial basada en hechos reales, hay algo de ciencia pero poca ficción aunque se ficcionalicen y dramaticen los hechos que realmente ocurrieron, y del mismo modo ‘Gravity’, aparte de algunas idas de olla científicas como que la tercera ley de Newton funcione a la hora del brunch y de manera random, pues tampoco lo convierten en una obra del género, es gente sobreviviendo en situaciones extremas, da igual que sea en la estación espacial internacional que en pleno campamento base del desierto del Gobi.
El problema viene cuando Mongolan ha estado promocionando su película, recordándonos que esta basada en hechos científicos y no pare de demostrarnos durante el film que efectivamente se ha documentado y hecho sus deberes. Se le suele llamar entretenimiento sin pretensiones, pero viniendo de The Mongolans, de entretenimiento una mierda pinchada en un palo y pretencioso es a más no poder. Esta gente esta tan ebria de poder que directamente están construyendo una gigantesca pirámide para cuando mueran y así poder meteros a todos vosotros, aficionados y fans a muerte de estos infectos seres humanos, para que muráis junto a ellos en el momento de su muerte. Justo como los faraones, porque eso es lo que se creen, putos faraones de la caspa ilimitada.
Más les valdría hacerse sexadores de momias.
El asunto sobre esto es que Mongolan se cree un Dios, bueno no, se cree Stanley Kubrik y James Cameron en una extraña amalgama casposa que cree que hace algo bien. Pero no es así. Habría que retrotraerse un poco para entender el asunto, y como buen crítico que soy, lo hago y os lo tragáis, más que nada porque me siento sueltecillo desde que vi Intermierdelar y así os lo meto por el gaznate en plan diarrea.
Todo comenzó alrededor de la década de los setenta y en posteriores donde abundaron todo tipo de películas postapocalípticas y distópicas que reflejaban la inquietud de unos años en los que se acababa la Guerra Fría y donde se desencadenaban escándalos políticos como el caso Watergate o el fin de la Guerra de Vietnam, que hunden a los Estados Unidos en cierto desánimo. Sobre esas historias futuristas y distópicas se construye la actual recreación de sagas parecidas que se copian las unas a las otras descaradamente y que consisten en novelas juveniles con personajes que se pasean por tochisimas trilogías que terminan convirtiéndose en películas, sólo que sin un ápice de la mala hostia y el ingenio de sus antecesoras.
Pero claro habría que hablar sobre la piedra angular de este tipo de cine ‘2001, Odisea del espacio’. Aunque hubo películas famosas y conocidas que son inequívocamente del género de ciencia ficción, como ‘Planeta Prohibido’ (Con un Leslie Nielsen con el pelo negro), se considera, quizá con algo de injusticia, que es la primera película de ciencia ficción que jugó en la gran liga de las películas importantes y de las de pensar, y que por supuesto intentaba transcender su propio género. Estamos en una época muy distinta también, y en la que quizá en algunas cosas las personas eran mucho menos imbéciles, por lo menos mentalmente, ya que ahora igual creemos que lo transgresor es la porno tortura de ‘Saw’, pero la droga dura sigue siendo ‘Los Surfistas nazis deben morir’, un clásico de la Troma que acabo hundiéndose en la más absoluta miseria. Además, 2001 es una de las primeras películas con efectos especiales verdaderamente apabullantes y creíbles, que a día de hoy no se sostienen tan bien pero que en la época debieron dejar a la gente con la boca dos palmos abierta. Los artífices de 2001 son nada más y nada menos que Arthur C. Clarke, considerado como uno de los tres nombres más grandes de la literatura de ciencia ficción, y Kubrick, uno de los más meticulosos y obsesivos (véase puto pirado) cineastas que han existido. ‘Interstellar’ la han hecho Cristopher Mongolan con su hermano, que ahora amenaza con llevar a cabo la serie de televisión sobre la Saga de la Fundación de Isaac Asimov y solo predigo un desastre monumental. En un ejercicio de retorica extreme diría que es como comparar a Rutger Hauer con Mario Casas. Respecto a la película, no esta de más recordar que Clarke y Kubrick terminaron con una bronca legendaria sobre cuál era la idea principal de ésta, de modo que la novela no es una adaptación de la película, ya que como es lógico el criterio que se impuso fue el del cineasta, que era quien dirigía el proyecto como le salia de los testículos. Esto lleva a que haya notables diferencias entre las dos obras, y para empezar en la novela adonde van es a Saturno. Clarke es un escritor bastante cerebral y frío y obviamente su prosa no tiene el impacto brutal de las imágenes de la película, pero es una lectura más que interesante para entender algunos de los aspectos de la película que quedan un poco en el aire, y que a Kubrick no le salio del mismísimo pirulo tropical de Miko explorar demasiado. Clarke se «vengó», por llamarlo algo, siendo el mismo quien continuó la historia de la película en las siguiente novelas. Solo por joder claro.
De todas formas ya hay antecedentes de gente que ha intentado hacer algo rollo Intermierdelar y solo debemos fijar nuestra vista en mi adoradísimo Carl Sagan, su pelazo y la única novela de ficción que escribió este: ‘Contact’. En principio iba a ser el guión para una película, al final se convirtió en libro y por fin luego se hizo la película, aunque Sagan para entonces ya estaba muerto. Ni el libro ni la película han sido unos grandes hitos, pero vemos cómo se trata un tema parecido: el contacto con unos seres extraterrestres que poseen conocimientos muy por encima de los nuestros, una especie de viaje a través de dimensiones y unos seres ultrapoderosos que sólo se pueden comunicar con los humanos en los términos de éstos, pues están en un plano superior que no podríamos comprender jamas. La película en última instancia termina aceptando la idea de que la espiritualidad y la ciencia no tienen por qué entrar en conflicto ni contradecirse. También colaboró en la película ‘Kip Thorne’, gran amigo de Sagan y también consultor en ‘Interstellar’, algo que se ha publicitado a bombo y platillo para demostrar que es “muy científica”, por si alguien no se ha pispado.
La película es en gran medida una defecación de Godzilla tamaño rascacielos. Es de ese tipo de películas visualmente indiscutibles en muchos aspectos, y que, repito una y mil veces, que eso a estas alturas ya casi no tiene ningún mérito. Después de cien años de cine, de desarrollo tecnológico y de gente que sabe hacer su trabajo, era más que esperado estos resultados visuales si inviertes un pastizal para que se lleven a cabo. Lo que falla es como siempre lo que realmente importa: qué quiero contar, porqué y a quién. Si las respuestas son respectivamente «no tengo ni la más mínima puta idea», «para ganar dinero sin importarme una mierda todo lo demás» y «a una panda de idiotas que se tragan cualquier cosa sin cuestionársela», entonces empezamos a comprender no sólo como existen ésta y otras películas, sino además cómo la moderna maquinaria propagandística de crear consensos, en este caso culturales, tiene un poder titánico que empieza a dar mala gana. Que una película consiga colar algunas cosas sin que nadie las cuestione, y que consiga hacerlo incluso antes de que se estrene, como poco acojona bastante.
Deberíamos ser más excepticos en estos aspectos.
La película es un timo estafa en su planteamiento, y no me refiero sólo al argumento. Desde el principio quiere crear un doble discurso, muy habitual cuando lo que se quiere es aprovechar la confusión (¿Os suena a algo? A mi si, a la pseudociencia). Igual que en su momento ‘300′, de Zack Snyder, quiso jugar la baza de «históricamente correcta», y digo desde ya que es burda patraña que insultaba al más panoli, del mismo modo que contratar a un prestigioso físico teórico para que te ayude a diseñar cómo podría visualizarse (es un decir) un agujero negro (yo le hubiese hecho primeros planos al ano de Mongolan, total…) suena más a maniobra de promoción y de poner la venda antes que la herida, y todo para que podáis decir todos a la vez «NOLAN, DAME POR EL CULO». Probablemente parte de la ciencia que vemos en la película es puntera, no lo voy a negar, pero eso será mérito del consultor científico, del departamento artístico o de lo que a cada uno de vosotros le salga de los badajos. Las películas son un conjunto, la suma de todas sus partes. Las películas DEFECACIÓN deluxe pueden ser lujosas en más de un aspecto, eso es innegable. Llegado a este punto diré pues que la exactitud o inexactitud de esa parte científica, me importa un higo peludo respecto al resultado final de la película y su más que vacío contenido argumental. Si Lucy hubiese sido un espectáculo de acción correcto en vez de una oda a los asesinatos indiscriminados (también llamados genocidios), y los poderes de la jamona de Scarlett Johansson no creciesen de modo exponencial que nada ni nadie del planeta constituyeran una verdadera amenaza para la protagonista desde el minuto diez, podríamos perdonarle la gilipollez del falso mito del 10% cerebral. No pretendo que nos den una clase magistral de neurociencia, pero lo grave es que la película naufraga como lo que pretende ser, una historia de ficción, y en última instancia es por eso por lo que se la juzga. Y también por el deshueve que nos echamos a su costa. Pero no me espero nada menos de un planeta en el que cree que Paulo Coelho y Jodorowski son unas mentes preclaras de la vida, el Universo y todo lo que es y sera, en vez de decir que son unos estafadores.
La estafa de la película empieza desde el momento en el que se presenta con dos conjuntos de ideas o argumentos, claramente incompatibles y contradictorios. No estoy diciendo, ni mucho menos, que una película no pueda tocar varios palos, o que no pueda presentar conflictos o contradicciones y tratarlos. Lo que digo es que la chapucera forma en la que pretende convencernos de que la historia es buena y está bien contada es totalmente contradictoria en su forma y fondo, y a medida que avanza la película esto se hace cada vez más claro.
La película comienza Spoileandote con unos abuelos chochos, rollo documental de la Segunda Guerra Mundial diciendo que la humanidad se ha salvado y siendo uno de ellos la hija del protagonista que nos cuenta sus milongas. Gracias Mongolan por Spoilearme. Por lo visto el mundo demanda granjeros adiestrados por coreanos viciados al ‘Age of Empires’ y la sociedad ha tenido que retroceder a una era agrícola para sobrevivir, aunque las tormentas de polvo (con esas reminiscencias a la ‘Gran Depresión’ y a la ‘Dust Bowl’) amenazan con aniquilar la ya escasa esperanza de la humanidad que queda. Pero esto no queda ahí, cosas como el trigo han desaparecido, pero no pasa nada que me tomo cerveza all day en el porche en la Alabama profunda. Aquí “The Mongolans” se olvidan de detalles simples como este hecho, y van acumulando más y más incongruencias a medida que avanza este aborto masturbatorio. The Mongolans son conscientes de que es un terreno argumental muy débil y tratan de no centrarse en los márgenes socio-políticos buenrollistas que hacen aguas mayores desde el principio. Por supuesto descubriremos que el gobierno estadounidense SI ha mantenido un programa secreto de la NASA como última posibilidad de supervivencia de la humanidad. Se han gastando una trillonada que no se cree nadie en mandar doce naves desde una instalación secreta. Ningún pueblerino paleto de allí se dio cuenta antes. Salieron doce cohetes de allí montando un circo que ni Luis Barcenas entrando en prisión pero no, nadie se dio cuenta. No, nadie se dio cuenta. ¿Y hacían faltas coordenadas para eso? Repito por si no me habéis seguido: desviaron fondos bastante necesarios para la supervivencia mundial, se gastaron miles de millones de dólares (una y otra vez) y nadie se preguntó nunca nada al respecto. EEUU, al parecer, tiene dinero y fondos para mantener un programa basado en unas pizarras con formulas de física cuántica, construcción de cohetes y, al lado (como quien dice), la plataforma de lanzamiento. ¿Quien diseñó semejante delirio mental?. The Mongolans por supuesto.
Pronto conocemos a Cooper un ex piloto de pruebas de la NASA, ingeniero, buen padre y persona, viudo cotizado en el lugar y el héroe perfecto por antonomasia, con dos hijos Tom y Murph(y) y cargando el lastre de su suegro Donald. Murph que es algo imbécil para algunas cosas, cree que hay un fantasma en su habitación y que dicho ser trata de comunicarse con ella de alguna manera para decirle algo importante. Cooper aplica la investigación científica para hallar un patrón similar al código morse, provocado por una anomalía gravitacional que les lleva a las coordenadas de la instalación secreta de la NASA anteriormente mencionada (dirigida por el profesor Brand alias Michael Caine). El ‘DESTINO’ ha dirigido al pupilo con su mentor. Estaban a unos pocos kilómetros y no se habían mandando ni una carta, ni un Whatsapp, ni una felicitación de cumpleaños por Facebook. Es cierto que comentan que buscaban gente sin familia ni lazos emocionales para la misión pero, si Cooper era tan buen piloto una postal o carta soluciona ese problema desde el principio. Pero claro no podríais tocaros con el final si fuese el principio tan burdo. Pero esto es hiperrealismo, y creer en un fantasma no es hiperreal ¡joder!
‘Interstellar’ tiene tantos agujeros de guión como un queso gruyer pero ese no es el verdadero problema. Es que el guión parece hecho por un alumno de Guión Cinematográfico en el que ha usado todos los trucos más cutres y salchicheros de la profesión, y que nos quieren presentar como algo original y nuevo cuando estamos no sólo hasta los mismísimos cojones, sino que hace tiempo que nos da por el culo, pero sin placer prostatico para acompañarlo. Repito: no niego lo lujoso del diseño de producción, cierta verosimilitud científica o de los grandes valores de producción aunque se acabe convirtiendo todo esto en una gigantesca empanada mental de berberechos. Para empezar, el recurso de los abuelos contando el pasado, y después nada más comenzar el film la hija del astronauta habla de que tiene un fantasma o poltergeist en su habitación, y por si fuéramos tontos ya se nos dice o insinúa que parece como si «quisiera decirnos algo». Como no soy retarded, ni es la primera película que he visto en mi vida, cuando me vi el trailer, me dije: «Eso es que es ella misma o el padre desde el futuro se mandan un mensaje a sí mismos». Es imposible no verlo.
Bueno una vez llegados el padre y la hija (escondida en el coche al lado del padre que parece que debe tener tantas dioptrias como Steve Wonder) en vez de decirles en la base militar: «Largo de aquí, iros a tomar por culo», los meten dentro. Ya es de traca. A continuación tenemos una escena totalmente superflua e insulsa en la que se nos presenta al robot con forma de blasfema unión entre dos fichas del Tetris, y digo superflua porque no sirve para nada ya que al momento llega Anne Hathaway y por lo visto ya no es importante interrogar a ese señor que ha aparecido por ahí de repente, y pasa a hablar con otros señores que le preguntan cómo ha descubierto el secreto mejor guardado del mundo, básicamente el que ellos le han descubierto abriéndole la puta puerta. ¿Qué pasa, que cada vez que un panoli despistado llega allí por casualidad de noche le contáis todo este puto tinglado?
Pero no os preocupéis, pronto nos ponen al día rápidamente sobre esos seres extra-dimensionales de la quinta dimensión que han provocado la aparición de un agujero de gusano en la órbita alrededor de Saturno. Los científicos de la NASA consideran un mensaje tal coincidencia para que la humanidad pueda colonizar otra galaxia y la aparición de Cooper (gracias a la misma anomalía) posibilita que la Misión Lazarus tenga un (más que competente) piloto para la última nave Endurance que será lanzada. La idea es conocer cuál de esos doce planetas potenciales a los que enviaron gente random podrán ejercer como nuevo bastión para la humanidad. Miller, Edmunds, y Mann (en honor a sus astronautas que están varados sin posibilidad de escape de allí) son aquellos que tienen todas la papeletas y, tras esa lacrimógena despedida en la que Murph(y) no se toma nada bien que su padre la abandone, es hora de que la Endurance comience su misión. El equipo tardará dos años en llegar al agujero de gusano con esta especie de Han Solo de palo. De hecho, como si fuese una escena de una novela de Dan Brown, el mismo protagonista le recuerda a Michael Caine que, pese a que le acaba de decir éste de que fue su mejor piloto, en realidad nunca salió de la estratosfera. Si era el mejor, ¿por qué no lo habéis reclutado ya? ¿Cómo sabéis que es el mejor piloto, si como él mismo reconoce nunca pudo demostrar nada realmente en su carrera profesional? El diálogo sigue siendo de besugos hasta que por fin se llega al meollo de la cuestión: «Algo o alguien te ha elegido». Como sabemos que al final todo va a salir bien, y que de un modo u otro la humanidad se salvará viviendo en otra galaxia, hay distorsiones temporales y todas esas cosas, pero hasta el más lerdo se dice: «A que va a ser que esa gente tan enrollada que nos está ayudando es la misma raza humana desde el futuro; es decir: los descendientes de todos los que están siendo porculados en la Tierra de cuyo principio trata la película». Como la película no toca ya bastantes palos y se mete en pocos fregados, metemos una paradoja temporal causal, por si nos quedamos cortos, y que así el espectador agilipollado no tenga ya dudas de que está ante una obra maestra.
El problema es que cuando la Endurance llega a la otra galaxia, donde la física real y probada en la tierra no es igual y es cuando los problemas argumentales crecen aun más. El primer planeta candidato se encuentra cerca de un agujero negro llamado Gargantua (patrocinado por Dungeons and Dragons) y debido a su gravedad el tiempo es más lento que en la Tierra. El problema que han señalado ciertos astrónomos (y también Sandro Rey) es que los cálculos del astronauta negro de relleno y los efectos temporales, provocarían que la gravedad destrozara el planeta en cuestión. No habría planeta con esos cálculos, en resumen. Tampoco existe un borde o área de efecto manifiesto y, para rematar, no se entiende que esa galaxia pueda ‘iluminar’ sus planetas con agujero negro supuestamente ‘encendidos’ por la radiación de Hawking. Se necesita una estrella para dar luz y calor y como todos sabemos. Cooper tendrá que introducirse en Gargantua a lo loco (A lo Han Solo de palo como ya he dicho) para ver que mierdas pasa. Nada tiene sentido. De acuerdo, es ciencia-ficción pero se entiende que a Kip Thorne le han tenido como referente para diseñar el agujero de gusano y Gargantua sin dejar leerle el guión final y así evitar que no parara de abofetear a The Mongolans. En resumidas cuentas la película se embarra poco a poco es un terreno que realmente no controlan y que deberían haber abandonado en vez de degenerar.
El equipo de astronautas intenta recuperar los registros de Miller en un planeta que descubren que tiene olas gigantes perfectas para practicar el surf (Surfing Iu es EIIIIII) y con efecto random para que muera Doyle el otro astronauta de relleno. Amelia, tras ser salvada por la impía ficha del Tetris, regresa junto a Cooper para descubrir que su “Hora de Aventuras llegoooo” se saldó con 23 años de espera de Romilly en la Endurance masturbándose y haciendo puñeteros Sudokus (También creo que le cambio el aceite un par de veces a la ficha del Tetris, ya me entendéis). Por supuesto descubrimos que en la otra galaxia pueden recibir comunicaciones del Sistema Solar pero ellos no pueden mandar nada. Ni siquiera un corte de mangas al director del film. Este detalle argumental es una de las muchas trampas hechas solo para el punto de giro que nos espera en el guión y que es la perdición de ‘Interstellar’. En la Tierra veremos que una Murph (no confundir con Alex Murphy alias Robocop) adulta que trata de resolver el problema de física de la gravedad junto al profesor Brand. La realidad es que nunca existió un plan A para salvar a toda la población del planeta, ya que para resolver la ecuación se necesitan datos de una singularidad que solamente se pueden conseguir en el interior del agujero negro. El plan B consiste en una ‘bomba demográfica’ para repoblar un nuevo planeta utilizando embriones fertilizados (Y en donde en cada uno de ellos se corrió Mongolan por eso de que fuese aun mas delirantemente realista) que entiendo que tendrá que meterse Anne Hathaway por el chocho una y otra vez en plan Hormiga Reina porque yo no veo a otro útero en toda esa nueva galaxia. Con semejante chorreo mental y panorama, la misión de Cooper y compañía provocan que tengan que elegir planeta entre el de Mann o Edmunds. El chorbo de Amelia es el tal Edmunds y el ‘amor’ es puesto a prueba. Entre ese derrame cerebral de filosofía patética y la lógica racional, acaban eligiendo el destino helado de Mann y el despertar de Matt Damon. Entre la metafísica barata y frases de vergüenza ajena, llegamos a la revelación absurda para crear un antagonista y dar el detalle de guión necesario para que los chicos descubran que la ecuación de Brad (que palma entre chocheos y lagrimas de cocodrilo) no sirve de nada sin datos que puedan obtener dentro del agujero negro. El plan de Matt fue falsear sus informes (su planeta era una mierda salvo para el Hombre de Hielo, el Caballero del Cisne o Elsa de Frozen) para llamar la atención de otras expediciones. Al ver que Cooper desea volver a la Tierra decide cargarse a todos antes de huir. El plan le sale más o menos bien pero Matt Daaaaaaaaaaaaaaaaamon es tan imbécil que no sabe cómo penetrar correctamente en la Endurance y la explosión producida por la despresurización le revienta. Sí, le mata. Sí, es cutre. Sí, es estúpido. Sí. Cooper y Amelia tenían que protagonizar el momento moja-bragas en multisalas con Dolby Digital a juego.
Pero pronto llega su gran problema y paradoja. Cooper y TARS (la ficha de Tetris Blasfema) se introducen dentro de Gargantua (sin desintegrarse ni nada como dictamina la física) para transmitir los datos a la Tierra, dejando a Amelia que escape de la atracción gravitatoria y así pueda llegar al planeta de Edmunds gracias al poder del amor, y de la gasofa. Cooper acaba expulsado de ese agujero negro (es que no le quiere ni el agujero negro) y queda atrapado en un espacio extra-dimensional, donde el tiempo no es lineal. Aquí llega el gran giro chachi piruli y el deus ex machina de la cinta rollo “Contact”. Cooper se da cuenta (es pueblerino e imbécil pero no tanto) de que esos seres de la quinta dimensión son la forma futura de la humanidad y que han ‘regresado’ para crear el agujero de gusano que perpetúe su supervivencia. He ahí el comienzo de esa gran paradoja y completo absurdo monumental de la película. Para que se pueda producir tal delirante argumento tiene que existir una línea temporal en la que esos seres humanos del futuro no hubieran necesitado ni a Cooper, ni los datos de TARS sobre la singularidad, ni a Murph y su resolución sobre la ecuación de la gravedad, ni el teseracto ni el agujero de gusano ni pollas, para poder sobrevivir y viajar a otra galaxia. No nos están hablando de un sistema multiuniversal o alienígenas sino de una línea temporal en la que la humanidad evolucionada se comunica con sus “hijos” para garantizar su propia supervivencia. Es una paradoja y el punto de giro de ‘Interstellar’ y un gran lefazo al ojo de todos nosotros. ¿La idea era que Stephen Hawking, en plan ‘hater’, se levantara de su silla de ruedas para estrangular a Mongolan? Por supuesto que si, seria una buena manera de curarle. Y de paso nos cargamos a Mongolan.
Continuamente le dice al espectador la película que no se puede reescribir el pasado pero Cooper se da a sí mismo las coordenadas de la NASA (en vez de no se, las coordenadas de Grecia para trincar la armadura de Pegaso) y se convierte en ese fantasma del cuarto de su hija porque (agarraos que viene mierda por un tubo) no encontraron otra manera de que pudiera resolver la ecuación salvo por el AMOR de un padre a una hija (solo falta que la hija coja cuando esta con la ecuación y añada la variable del amor a la formula). Tócate los cojones. Abrieron un agujero de gusano años antes de los hechos de la película, por allí pasaron misiones y misiones y hasta el script pero ‘Ellos’ querían que fuera Cooper el ‘Elegido’ de la manera más random y forzada posible. Ni física cuántica ni pollas en vinagre, porque la fuerza más poderosa del universo es el AMOR. Isaac Asimov revolviéndose en su tumba en 3, 2, 1… Aparte que no se explica cómo estaban vinculados el agujero negro con el de gusano, nos dejan caer que el amor de Murph por su padre y esa misteriosa habitación de paleto en Alabama la llevan a darse cuenta de que dejó en su reloj los datos de que necesitaban facilitados por TARS. Todo entre un montaje escénico, la banda sonora de Hans Zimmer y mucho melodrama barato vestido de trascendencia para camuflar el sinsentido. No se puede llegar a B sin pasar por A dentro del mismo universo (salvo en teorías muy discutidas y evidentemente no demostradas).“Interstellar” es un círculo argumental y paradoja en el que A siempre remite a A amparándose no en la Ley de Murphy sino en las teorías de Lost: Lo que ha de suceder, sucederá. No existe B. Existen un par de cojones kilométricos en la entrepierna de Mongolan que hacen que suceda lo que tenga que suceder, he ahí la ecuación y la ilógica de la película. Con dos cojones relojes, eh. Y si fuera posible, si esos seres del futuro pudieron fabricar esa máquina de formación del espacio y el tiempo y confiaron su propio destino a que Matthew McConaughey se metiera allí dentro después de cientos de millones de variables (incluida la de Matt Daaaaaaaaaaaaaaaaamon) solamente quedan estas explicaciones:
- Son enfermos mentales o gente que lo parece a lo Jack Bauer.
- Se emborrachan todos los días antes de desayunar.
- Se leyeron antes el guión de “Interstellar” y explicaría así su gilipollez.
Por lo visto no podían mandar los datos de otra manera. No. Matthew McConaughey tenía que meterse allí, mandar los cálculos a su hija para que gritara “¡Eureka!” y salvar así a la animadora y al mundo. No había otra manera y tenían que hacer llorar a Michael Caine y que se muriera agónico y chocheando. Quiero recordaros que Christopher Mongolan es un sádico torturador que ya nos hizo sufrir lo indecible en el final de “El caballero Mierdero: La leyenda se va a tomar por culo”. No podían mandar los datos por Whatsapp a una generación anterior antes del colapso. No. No podían dejar un manual de instrucciones rollo IKEA y una llave Allen dentro del teseracto para manipular otros objetos o hacer dibujos con los mismos para escribir en el suelo “Eh gilipollas, soy papá desde el futuro”. No. Había más de cientos de millones de alternativas racionales pero querían jodernos a todos para darles el último halo de esperanza en esa especie de ruleta rusa. En resumidas cuentas, los de la quinta dimensión son unos (futuros) gilipollas. Tampoco entiendo cómo esa humanidad sin apenas recursos y muriéndose con los pulmones hechos mierda (y polvo) por culpa de la Nolan bubónica pudo formalizar la evacuación masiva del planeta. Mejor no pensarlo. Y hablemos de Cooper, el héroe mal follado. Cooper al acabar la misión de los sociópatas del futuro es literalmente ‘defecado’ (como Raiden en Metal Gear Solid 2 en el Arsenal Gear) por el agujero de gusano y rescatado por la NASA. En este punto a nadie nos queda neuronas en funcionamiento, así que nos lo tragamos. En la estación espacial le muestran que la humanidad está siendo orinada gravitacionalmente y se reúne con su hija que ya tiene la puta hostia de años. El muy maleducado encima no saluda a la familia. Bueno, es cierto que las presentaciones hubieran llevado 859 minutos de película, pero de ahí a un “¡HOLA, yo salvé vuestro puto culo y no han puesto mi nombre a la estación espacial, cabrones!” Murph le da un consejo y le incita a cometer un delito: robar una de las naves de la NASA e ir a buscar a la próxima parienta (al parecer, pasaron la película y Murph la vio unas 858 veces para conocer detalles que no podía saber), que se encuentra despidiendo los restos de su amado Edmunds en el planeta que será el futuro de la humanidad. A Mongolan no le gustan los tríos ni el sexo y con tanto viaje temporal el pito y vagina de Cooper y Amelia, respectivamente, están en perfecto estado, justo a tiempo para enlazarse cual Guardián de la Fuerza en ‘Final Fantasy VIII’. ¡Y además tienen embriones para aburrir! Venga, a repoblar ese planeta que parece un plagio de Vogosfera. De vergüenza ajena ¿Qué nos ha querido contar, entonces, está película? ¿Que el AMOR es la fuerza más poderosa del universo? ¿Que el tiempo (y Mongolan por ende) es relativo? ¿Es “Interstellar” un anuncio de productos de belleza para mantenerte joven y esbelto? Yo ya no me pienso poner cremitas caras, me voy de vacaciones cerca de un agujero negro que es mas practico y todo. Es el resumen y único mensaje coherente de tan semejante cúmulo de despropósitos.
La única manera de entender la película, por lo tanto, es que Tom (el hijo de Cooper), nunca frenó la furgoneta a tiempo mientras la familia perseguía el dron de vigilancia de la India. Todos murieron allí, en ese barranco cayendo al mar. En realidad, la cinta es una proyección de los deseos de Cooper en plan sueño (dentro de otro sueño y dentro de otros cientos de sueños) siguiendo el surco de la peste putrefacta de ‘Inception’.
Así acaba y se resume la película más pretenciosa de todos los tiempos. THE END y mis cojones treinta y tres.