Esta semana hablo de tráilers. ¿Están arruinando al espectador?
Hace un par de días un amigo me mandó el tráiler de la nueva película de Spider-Man. Estaba muy emocionado, ya que no sabía nada de ella hasta que vio ese avance y le había sorprendido mucho lo que prometía.
A la hora de escribir estas líneas no lo he visto, lo haré pero no sé cuándo. Ni el de Vengadores: Infinity War, ni otros que han ido saliendo en las últimas semanas y el motivo es muy sencillo, en una época de exceso de información es casi imposible ir a la sala a disfrutar sin tener gran parte de lo que vamos a ver en la mano, no digamos ya el intentar sorprenderse o que nos maraville como el cine de antaño.
Podemos culpar a las productoras, a los medios y a todo el mundo, pero esto es un tema que más bien atañe al espectador. Tanto ha pedido y tanto ha querido saber, que al final se ha salido de madre. Hay teasers, anuncio del teaser, trailers, avance, previos, carteles, minutos, arte conceptual, vídeos de todo tipo, declaraciones, diferentes versiones del póster…
La lista sigue y parece que no acaba. Si sumamos a eso la tendencia en alza de los últimos años de reventar el filme en los trailers (lo de John Connor en Terminator: Génesis, por ejemplo), la aventura de lograr llegar a la sala virgen se hace una hazaña reservada solo para unos pocos elegidos.
Al final, como he dicho antes, gran parte de la responsabilidad la tiene el público. Es decir, nosotros. Es decir, tú y yo. En nuestra mano está si decidimos asaltar Superherohype a ver qué cuentan, rebuscar por las redes o hacer click en uno de los muchos y muchos enlaces que están ahí en las redes sociales bien llenos de spoilers e información varia.
¿No os apetece ir a la sala a disfrutar igual que antes? Al menos a mí sí.