Ahora cada vez se escucha menos, por suerte, pero recuerdo cuando no era extraño que alguien dijera que a las chicas no les gustaban lo cómics de superhéroes como Batman ya que apenas había mujeres en ellos y no se sentían identificadas.
Es cierto, las heroínas eran bastante escasas, en la mayoría de ocasiones relegadas a papeles secundarios e incluso anecdóticos, siendo muchas veces comparsas de otros y dicho de forma sencilla eran más un adorno que había que meter que un personaje a considerar. No siempre era así, pero sí en una gran medida.
El tema que quiero tratar no es ese, quizá para otra Impresiones de un traidor. Lo que quiero es hacer hincapié en el punto de sentirse identificado o no hacerlo. La queja de que una mujer no se veía reflejada ante las grandes capas de las majors es muy entendible, pero considerar que en lo que atañe a los hombres sí vemos un espejo… no tiene sentido.
¿Acaso alguien se identifica con Batman? ¿Con el Capitán América? ¿Con gente metro noventa, en perfecta forma física, que nunca están enfermos, siempre pueden pagar su alquiler y viven increíbles aventuras a lo largo del espacio?
Al menos yo no, me es totalmente imposible identificarme con ninguno de ellos. Ni con Peter Parker y menos todavía en el nuevo Universo Marvel.
No leemos cómics para ver un reflejo nuestro, ese ya está cada día cuando salimos de la ducha, nos sigue a todas partes y no hace falta que nos lo recuerden. Precisamente leemos cómics por todo lo contrario, lo hacemos para ver nuevos e increíbles mundos, viajar a universos distintos al nuestro en el que las cosas son más luminosas o terriblemente más oscuras.
Esa es la gracia. Esa es la magia que encontramos a cada viñeta, a cada página, a cada número. Un sinfín de aventuras que van desde lo improbable a lo imposible, pasando por lo increíble y lo inimaginable. Magnífico, no se puede decir otra cosa.
No somos Batman, ni Wonder Woman, ni el Capitán América, ni tampoco Tigra. No somos ninguno de ellos. Tampoco somos sus amigos o sus conocidos. Somos los que estamos al otro lado, los afortunados que tienen un asiento de primera fila para disfrutar de todo lo que les sucede, de sus viajes al infinito y su regreso al país de los sueños.