Uno de los anuncios de la D23 fue la revelación de la vuelta de Palpatine a Star Wars, al menos eso parece en vista del cartel presentado de la que será la película final de la saga que comenzó en 1977. Se cierra esta larga aventura en 2019 con El ascenso de Skywalker, tras la que ya se ha confirmado que se iniciará otra que irá por terrenos diferentes.
Pero vamos a lo que vamos, a este final que está por ver si realmente lo es.
La aparición de Palpatine en el póster ha desatado una gran cantidad de comentarios, a favor, en contra, y los habituales airados de redes sociales a los que es mejor no hacer mucho caso (qué fácil es odiar todo para cierta gente). Pero mas allá de la sorpresa inicial lo que hay que plantearse es si realmente era tanta sorpresa, o mas bien algo que podría haber sido esperado.
Por un lado tenemos el universo expandido original y la conocida obra Imperio Oscuro, en la que el Emperador vuelve de entre los muertos gracias a la clonación. Sí, la clonación, ese tema que (queramos o no) es tan importante en el mundo de Star Wars, para bien o para mal.
Así que por un lado tenemos que Palpatine ha sido una presencia de fondo siempre, al que vimos crecer en poder y ascender en los episodios precuela, para ser espectadores de su caida y muerte en los posteriores. Sumado a que, en realidad, el que volviera de la tumba no era nada nuevo.
Es más, si resultaba que desde el principio cronológico de todo (es decir, La amenaza Fantasma) el ya estaba ahí moviendo los hilos, manejando las cosas para que fueran por el camino de sus deseos, ¿no es lo suyo que siga por ahí haciendo maldades?
O más sencillo todavía, si ya estaba presente en dos de las tres trilogías que conforman esta saga, ¿no era lógico que estuviera también en la tercera?