¿Hablamos de industria? Sí, hablamos de industria. Lo hace Doc Pastor en su columna de opinión semanal, Impresiones de un traidor.
Hace pocos días finalizaba la última edición del Salón del Manga de Barcelona, de nuevo con un aumento del público y repitiendo una fórmula que empieza a ser cansina, pero que sin duda es exitosa y resulta rentable para los profesionales que acuden con stand además de para la propia organización.
Una de estas jornadas y tras cenar con varios amigos terminé por mi barrio en un pequeño bar con parte de ese grupo, varias cervezas y una de esas charlas nocturnas de poner en orden el Universo y todo lo demás. Claro está que uno de los temas fue el evento y a consecuencia de este terminamos hablando sobre la industria de cómic en España.
En gran medida todo viene del hecho de a qué consideramos industria y a qué no. Pero más allá de todo esto y de la diferencia de opiniones había algo en lo que estábamos de acuerdo, que no sabemos vendernos. Es más, parece que nos da vergüenza o que es malo que una obra o tal autor tenga éxito; por desgracia vivimos en un país en el que mucha gente sigue pensando que el deporte nacional es despotricar de los demás y pensar mal del que triunfa (con lo sano que es intentar disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas).
Esto no es solo referente al mundo del cómic, nada más lejos. Sucede igual entre los que somos escritores, editoriales de diferente calado, artistas varios y una larga lista de profesiones y sectores en los que a veces parece que está mal visto que se gane dinero con el propio trabajo. No digamos ya si encima lo promocionamos o si se logra tener éxito de algún tipo.
Es un mal endémico de este país y que se nota más en ciertos sectores como el editorial, tenemos miedo a que se nos vea, a mostrarnos y a veces es entendible ya que hay muchas personas esperando a que otros asomen la jeta para partírsela por pura diversión.
Así nos va.