Damos un salto en el tiempo para encontrar al Eternal Warrior viviendo una época de paz. Pero no durará, la humanidad no sabe vivir sin conquistar.
El hombre inmortal cuya descendencia es tan peligrosa como él intenta vivir en paz, pero la humanidad siempre tiende a buscar e indagar, y a veces eso no trae nada bueno. Conocido como el Emperador eterno, Gilad vive en otro tiempo una edad de paz, pero no durará.
Gilad vive en paz, la humanidad ha cambiado, tras las grandes guerras el número se ha reducido y ahora viven en pequeños reductos. Pero la paz no es algo que nuestra especie tenga asumido. Mientras el inmortal cuida de su descendencia, es atacado por una bestia que recoge la vieja tecnología hace tiempo olvidada, y uno de sus peores regalos, el regalo de la división del átomo en forma de radiación mortal. En busca de venganza, de una cura, de respuestas, el Emperador Eterno parte con lo único que le queda en la vida, su nieta, todo por culpa de humanos curiosos que continúan con sus viejos esquemas. El mayor crimen que encuentra el héroe inmortal es el de la curiosidad.
Greg Park cambia de tercio y nos muestra como nadie está a salvo de verse infectado por algo tan normal como es la curiosidad. A través de la nieta de Gilad descubrimos como ver algo nuevo, conocer nuevas cosas nos hace más humanos, como tendemos a ser criaturas ansiosas de cambios y novedades, y no siempre eso es bueno. Una historia que nos muestra como somos, que podemos poner nuestro bien propio por encima del de los demás, donde nuestro egoísmo por creernos superiores a otras culturas hace que una matanza sea justificada. Muchas lecturas que podemos aplicar a muchas situaciones actuales en un “simple cómic de superhéroes”.
Robert Gill ilustra esta pequeña fabula de lo que es el hombre, una pequeña historia sobre lo bueno y lo malo de nuestra innata adicción a lo nuevo. No es, en mi opinión, mejor que Trevor Hairsine o Clayton Crain que se encargaron de la anterior entrega de ‘Eternal Warrior’, pero cumple con su cometido de contar una historia agridulce. No plantea las batallas con épica sino con violencia, y los gestos de Gilad parecen cansados y tristes, un anciano cansado de volver una y otra vez a la batalla, una historia que cuenta con solvencia y que muestra en actos pequeños el agotamiento del héroe que retorna una y otra vez a aquello para lo que nació, la guerra.
Dentro de Valiant esta es la serie que menos relación tiene dentro de su universo, pero a la vez está protagonizada por el personaje que más ha aparecido en el resto de series. Extraña capacidad la de Gilad para ser secundario en otras historias, pero no llevarlas a su serie. Eso se le puede agradecer a un Greg Park que ha decidido que ‘Eternal Warrior’ sea una serie diferente a las demás, y lo consigue.