Álvaro Longoria dirige y escribe este docufilm en el que explora dos realidades posibles que viven de manera coetánea, y con un ejercicio mediático como bandera: la propaganda. Propaganda vendida desde Corea del Norte, por y para sus ciudadanos, y por y para el habitante extranjero que sólo recibe información de los medios occidentales. Propaganda vendida desde occidente, por y para sus ciudadanos, y por y para el habitante coreano que vive bajo el mandato de, según sus palabras, «líder supremo». Ante las dos posibilidades, Longoria decide lanzarse con un proyecto que pueda demostrar, ya no cuál de las dos realidades tiene más peso, sino cómo subsisten gracias a la defensa de según qué versión le interese a cada bando. Y bien, llegados a este punto, qué fue primero, ¿el huevo o la gallina? ¿La opresión y el incumplimiento de los derechos humanos por parte de Corea del Norte, basados en información occidental, u otro tipo de cultura incomprensible para occidente, en constante defensa contra la posible invasión estadounidense, basado en la información de Corea del Norte? Todo ello engloba a la narración del director y productor, quien funciona como hilo conductor, apoyado en una de las figuras más influyentes en las políticas exteriores del país asiático; Alejandro Cao de Benós.
The Propaganda Game se adentra en una temática que, en los últimos años, ha traído polémicas, cuanto menos, llamativas. Polémicas donde continuamente se escuchan las palabras «guerra fría» o «propaganda». Algo que, sin duda, hace temblar y temer que toda excusa es válida para llevar a cabo un proyecto, sean cuales sean sus valores. Llevado a cabo más como demostración de dos realidades paralelas, como demostración de una verdad absoluta, el documental se apoya en las entrevistas a distintos medios de comunicación externos, así como a distintas personas de elección aparentemente aleatoria, y todo hilado entre sí por las declaraciones y aclaraciones de Cao de Benós, español que ejerce como representante de asuntos exteriores de la República Democrática de Corea. Alguien que defiende con vehemencia, según queda plasmado en la pieza, el régimen de quien para ellos funciona como un Dios alterno al católico. Alguien que no acepta otra versión que no sea de la su «líder supremo», Kim Jong-Un. Alguien que representa a la sociedad norcoreana, una sociedad diseñada y enseñada para servir al líder según sus preferencias. Y a su vez, The Propaganda Game muestra todo engaño procedente de los medios occidentales por tratar con sensacionalismo problemas reales, problemas que pierden credibilidad cuando se trata de teñirlos con más sangre de la que se puede demostrar. Un bagaje de dos realidades en las que, como sostén, se encuentra la economía China y su interés en mantener a un país como moneda cambio para EE.UU. Un documental significativo, nada pretencioso, que invita a la reflexión y apela a su ideología; ante lo que no se puede demostrar, lo mejor es el escepticismo, tanto para unos como para otros.
El de Longoria es un ejercicio que debe ser entendido desde su enfoque, más sólo muestra suficiente información de cada realidad, sumado a un repaso de la historia reciente del país, por la que llegar a una conclusión; no hay suficiente información como para creer todo lo que dicen los medios occidentales, ni la hay como para creer que lo que Cao de Benós trata de demostrar, es cierto per se. Una visión recomendable que consigue evitar la retórica y el bostezo.