Paul Pope continúa su obra de tintes épicos, esta vez a través de una historia que ejerce de precuela de la principal, Battling Boy.
Battling Boy es un cómic muy interesante. Acompañado por el español David Rubín a los lapices y J.T. Petty a los diálogos, el norteamericano nos presenta la historia de Aurora West, la heredera de un legado de heroísmo y valor, de obsesión y control.
Al igual que la serie madre el escenario de la obra es la ciudad de Arcopolís. Una urbe diseñada a medio camino entre la ciencia ficción y el pulp. Y con un gran problema, está siendo asolada por una plaga de monstruos, que secuestran a los hijos pequeños de los habitantes. Haggar West, el héroe de Arcopolis que ya conocimos en ‘Battling Boy’, y Aurora, su hija, son los únicos defensores que los ciudadanos tienen. Pero hay secretos en la misión de West. El porqué de su fanatismo en perseguir y destruir a los monstruos, misterios del pasado que revelan nuevas verdades y muestran más enigmas. Pope y Petty cuentan una historia que ejerce de precuela de algunos acontecimientos de la serie principal, y que aclara algunos detalles insinuados sobre la ciudad en ésta.
La historia es fluida y el argumento directo y sencillo, con giros y sorpresas para todos los lectores, pero sin perderse en narraciones complicadas o juegos de estilo, se nota la acción de Petty en los diálogos, más directos y con menos tintes de grandilocuencia. Es cierto que esto tiene mucho que ver en el cambio de protagonistas, Battling Boy es una deidad a la que se le supone otro lenguaje, costumbre heredada de leer personajes como Thor de Marvel o las encarnaciones europeas de avatares y dioses fantásticos. El concepto de ciencia ficción – pulp del relato hace que todo sea plausible, y los guionistas se aprovechan de ello para añadir momentos épicos a la historia de Aurora, una adolescente que estudia de día y pelea con monstruos de noche. La fantaciencia, término acuñado en Europa para las visiones donde la ciencia justifica la fantasía de una forma bastante “heterodoxa”, brilla en este libro, y si el lector disfruta de este tipo de relatos pasará grandes momentos.
A nivel artístico la elección de David Rubín es lógica. Su buen trabajo en ‘Beowulf’ o en ‘El Héroe’, le ha dado un reconocimiento en el mercado como ilustrador. Que su arte alcanzara los USA era cuestión de tiempo, y que Paul Pope lo conociera y viera su afinidad ha sido una suerte para los aficionados. Aunque son diferentes, su estilo y su forma de narrar es muy cercana. Así que resulta muy adecuado para continuar la historia del nuevo universo que ha creado Pope. El gallego se esfuerza en adaptarse al estilo que Pope imprimió en la obra, dejando un poco en segundo plano su gusto por la pausa en sus historias, haciendo que su dibujo gane enteros en acción y velocidad. Ante la falta de color, los grises son muy definitorios para los personajes, algo que Rubín ha tenido siempre muy presente durante su obra. Algunos viven en blancos y negros, o grises, y según avanza la historia, su personalidad está definida por las sombras y los medios tonos que los rodean. Muy trabajado este aspecto en este primer tomo.
Uno de los detalles que más llamará la atención del lector es su formato. Más cercano al tamaño de una novela de bolsillo que al formato clásico del comic book americano o el álbum europeo. Ya el primer ejemplar tenía un tamaño reducido en comparación con otros editados, pero que no sorprenda a nadie ya que el original parece ser que ya responda a este tipo de publicación. En España éste se ha conservado y parece más cercana a los tamaños de algunos mangas que a los de la mayoría de libros norteamericanos.
Ya se habló de las claras influencias del Kirby “de la DC” cuando se publicó el primer número, pero ‘El momento de Aurora West’ va más allá y se entronca en las historias más clásicas del pulp y los héroes científicos de mitad del siglo pasado. Ha conseguido Paul Pope, con solo dos tomos, crear un pequeño universo repleto de cosas extrañas, muy desagradables algunas, y héroes con un toque muy personal, pero que se disfrutan mucho. Una obra muy original dentro del panorama americano actual. La incorporación de Petty y Rubín hace ganar enteros a este mundo totalmente nuevo. Y falta que llegue el tomo final y la continuación de la serie madre. ¡Hay Batling Boy para rato!